Ante el impredecible e incierto futuro al que debe enfrentarse la sociedad de este siglo XXI, particularmente los ciudadanos nacidos a partir del inicio de milenio y que hoy se encuentran en las aulas de los centros educativos -desde educación infantil hasta educación superior-, los profesionales docentes tenemos la obligación de facilitarles aquellas herramientas en forma de habilidades, capacidades y competencias que mejor les permitan adaptarse a los cambios que se avecinan inexorablemente.
La innovación, adaptabilidad, resilencia, cooperación, resolución de problemas, gestión de la incertidumbre, toma de decisiones, valoración del riesgo,… son algunas de esas capacidades que deben promoverse y desarrollarse –siquiera transversalmente- durante toda la etapa escolar formal – sea Infantil, Primaria, Secundaria, Formación Profesional o Universidad- además de reforzarse a lo largo de toda la vida profesional activa de cada persona. Es obvio y evidente –innumerables actuaciones cotidianas lo demuestran- que estas tareas contribuyen a vigorizar el Carácter Propio de Decroly y su Cultura Corporativa.
Personalmente, siento una “debilidad” especial por una de las competencias transversales que yo la ascendería al ámbito de la denominadas competencias clave. Me refiero a aprender a aprender porque entiendo que es una de las esenciales para dar respuesta a las demandas actuales de la sociedad transformadora en que vivimos y de aquellas otras que están por llegar en un próximo futuro.
Coincido con la Comisión de Educación de la Unión Europea al considerar aprender a aprender una competencia básica que influye, de manera determinante, en todas las demás. De hecho, ese mensaje aparece implícito en la definición que realiza esa Comisión al definirla como la “Capacidad para proseguir y persistir y organizar el propio aprendizaje, lo que conlleva realizar un control eficaz del tiempo y la información, individual y grupalmente”.
Sin embargo, no debemos ignorar la existencia de un amplísimo elenco de competencias transversales que, según la clasificación del profesor Pau López Vicente en su artículo “Educación no formal y educación para la competencia” se concretan en cuatro grupos: físicas, cognitivas, sociales y emocionales. De estas competencias y de otras –aprendizaje permanente, gestión de la información, manejo de situaciones, convivencia, vida en sociedad, etc. traté en mi entrada EL LEMA DE OVIDE DECROLY ORIENTA NUESTRO QUEHACER COTIDIANO, publicada en este blog el 23 de noviembre de 2017 y que transcribo al final de esta introducción junto a una selección de otras publicadas en los últimos años.
Otro aspecto a considerar en este contexto es el referido al clima escolar. En este apartado me refiero al ambiente necesario que debe reinar en el aula entre profesores y alumnos y que tiene que ver con el respeto, la autoestima, convivencia, asertividad, empatía,… que promueve relaciones interpersonales positivas y que incide en un aprendizaje eficaz e inclusivo que facilita el logro satisfactorio de resultados y contribuye a la felicidad de los alumnos. A este asunto me referí puntualmente en mi entrada CLIMA ESCOLAR Y RENDIMIENTO EDUCATIVO, de 29 de marzo de 2018.
No quiero dejar pasar esta ocasión para recordar la Agenda 2030 para el Desarrollo Sostenible. Entre sus 17 objetivos, el objetivo 4: Garantizar una educación inclusiva, equitativa y de calidad y promover oportunidades de aprendizaje durante toda la vida para todos refrenda sin paliativo alguno la estrategia educativa definida por Decroly para sus procesos de enseñanza aprendizaje desde su fundación en 1978.
Finalmente, para concluir esta presentación, y volviendo a la competencia clave por la que siento una especial “debilidad”, aprender a aprender, –como resaltaba anteriormente- quiero señalar algunas reflexiones. Para promover y fortalecer esta competencia es preciso estimular en el alumnado aquellas capacidades que le permitan adoptar una actitud crítica sobre aquellos contenidos objeto de aprendizaje. De esta manera, nuestros discentes percibirán más fácilmente por qué lo aprenden y, además, descubrirán y apreciarán en detalle su particular forma de aprender.
En un post del blog EduCaixa he leído un texto que contiene unas pocas preguntas interesantes para que las formule el profesorado a sus alumnos y sirvan para ayudarles a interiorizar la necesaria comprensión sobre el aprendizaje. A saber:
- ¿Qué significa para mí el aprendizaje en general? ¿Cuáles son mis experiencias hasta ahora?
- ¿Cuáles son mis metas de aprendizaje? ¿Cómo las alcanzaré?
- ¿Cómo quiero aprender? ¿Cómo aprendí?
- ¿Qué actividades me motivan más en mi aprendizaje?
- ¿Dónde mejoraron mis habilidades y conocimientos?
- ¿Qué estilo de aprendizaje prefiero: aprender haciendo, leyendo y pensando, observando?
- ¿En qué otros contextos podría aplicar lo aprendido?
- ¿Cómo me he enfrentado a los desafíos surgidos en mi proceso de aprendizaje? ¿Qué me motiva para enfrentarme a los obstáculos y para seguir aprendiendo?
Otras entradas relacionadas, seleccionadas entre las publicadas en los últimos años:
LA CULTURA DE LA TELEFORMACIÓN SE INSTALA EN NUESTRAS VIDAS
9 de setiembre de 2010
La teleformación ha dado una respuesta favorable a muchas de las preguntas relacionadas con el autoaprendizaje, el aprender a aprender, al desarrollo de iniciativas de desarrollo personal y profesional que concilian nuestra vida polifacética.
Sin embargo, aprender no es fácil; exige esfuerzo y sacrificios y… una cierta dosis de ilusión. También, ¿cómo no? es deseable acertar en el programa de estudios, en la entidad que lo proporciona y en los mecanismos establecidos de interactuación alumno-profesor-otros alumnos, en el caso de la teleformación. Cuando algo nos atrae, nos motiva, es más fácil asimilarlo, a pesar de las siempre existentes dificultades que nos demandan esfuerzo y determinación para alcanzar los objetivos deseados.
Estudiar y aprender es una decisión personal, libre. No tiene por qué ser un proceso aburrido y penoso, sino más bien, y ¿por qué no?, divertido, estimulante, que nos aproxime al placer que representa alcanzar una meta. Un afán de superación consolidado en la cultura individual de cada ciudadano le proporcionará la fuerza precisa, la ilusión y motivación necesarios para afrontar el reto que representa estudiar y aprender, en la soledad que exige la modalidad de teleformación.
Pero se necesitan otros elementos para garantizar el éxito de un programa de teleformación. La función tutorial, en mi opinión, se me antoja clave para el éxito del eLearner. El profesor (tutor) y el conjunto de alumnos de un programa de teleformación deben de construir una permanente tela de araña comunicativa; deben sentirse constantemente acompañados. La teleformación tiene que convertirse en un verdadero sistema pedagógico, comparable al presencial. Así puede y debe ser. En ese contexto, el tutor hace acopio de un montón de herramientas docentes, tales como: poner en acción grupos de aprendizaje cooperativo efectivos, proyectos virtuales colectivos, contenidos de segunda generación, etc.
Los cursos han de estar bien diseñados. Si bien, es cierto, no siempre ocurre así, lamentablemente. De ahí que, unido a otros posibles defectos –tutorización deficiente- esa circunstancia puede ser otra de las causas de abandono prematuro, de fracaso, en definitiva. A título de ejemplo, en este contexto, siempre me apetece mencionar los juegos electrónicos. Niños y adultos desarrollamos una cierta “adicción“ a los videojuegos, siendo el interface y la soledad los mismos ingredientes que en los programas de teleformación. Pero los videojuegos son divertidos, impulsan a mejorar, mientras que un curso de teleformación se percibe, a veces, como una obligación. Consecuencia: unamos a la determinación por aprender a lo largo de toda la vida una dosis de ilusión, esfuerzo, trabajo colaborativo, ilusión y motivación por lograr metas personales y profesionales.
Ah! Y si algo sale mal, no culpemos a los participantes. Posiblemente podemos mejorar los programas, produciendo más y mejores contenidos; dinamizando la plataforma virtual; dedicando más tiempo, esfuerzo y trabajo. Porque no existen malos alumnos sino, quizás, malos o buenos profesores.
REPLANTEAR LA EDUCACIÓN
27 de noviembre de 2012
El martes pasado, la comisaria europea de Educación, Cultura, Multilingüismo y Juventud, Androulla Vassiliou, presentó en la sede del Parlamento Europeo en Estrasburgo (Francia) la estrategia “Replantear la Educación”
En líneas generales, la señora Vassiliou propone una mayor flexibilidad de los sistemas educativos en la que se preste una atención preferente al impulso de competencias básicas y transversales para conseguir mejores resultados socioeconómicos. Durante su intervención recordó que la tasa de paro juvenil en la Unión Europea se aproxima al 23% – En España llegó al 53,28% en el segundo trimestre de 2012, entre los menores de 25 años, según la Encuesta de Población Activa (EPA)- y puso de relieve que, a pesar de ello, existen más de dos millones de empleos sin cubrir por falta de profesionales con las capacidades suficientes que demandan las empresas.
Con la estrategia “Replantear la Educación” la Comisión Europea, según manifestó la precitada comisaria de Educación, Cultura, Multilingüismo y Juventud, exhorta a todos los países de la Unión a que adopten medidas inmediatas orientadas al desarrollo y consecución de capacidades y competencias básicas, sociales y profesionales por los jóvenes europeos con dos finalidades: dar cobertura a las necesidades del mercado de trabajo y lograr los objetivos en materia de crecimiento y empleo.
En línea con lo anterior, Androulla Vassiliou, declaró: “Replantear la educación no es solo cuestión de dinero. Si bien es cierto que debemos invertir más en educación y formación, es evidente que los sistemas educativos también deben modernizarse y funcionar de forma más flexible para responder a las necesidades reales de la sociedad actual. Europa solo podrá volver a tener un crecimiento sostenido formando a personas muy cualificadas y versátiles que puedan contribuir a la innovación y el emprendimiento. Una inversión eficiente y bien orientada es fundamental para ello, pero no alcanzaremos nuestros objetivos reduciendo los presupuestos educativos”.
Me siento especialmente reconfortado al comprobar que mi pensamiento educativo y la orientación pedagógica de Decroly se alinean con las manifestaciones de la señora Vassiliou y con las premisas que pregona la estrategia “Replantear la Educación“. Con esta disposición la Unión Europea se decanta por un cambio sustancial en la educación en el que primen los resultados de aprendizaje en forma de conocimientos, capacidades y competencias de los alumnos. ¡Nada que objetar!
Decroly es un centro privado concertado que se caracteriza por impulsar una plural y variada oferta de Programas de Cualificación Procesional Inicial (PCPI), ciclos formativos de Grado Medio (CFGM) y ciclos formativos de Grado Superior (CFGS), en sus distintas modalidades y regímenes autorizados. Decroly propone a los ciudadanos de Cantabria una formación integral en consonancia con la realidad empresarial y laboral de esta Comunidad Autónoma de Cantabria. Decroly se posiciona a la vanguardia de la creatividad e innovación tecnológica y pedagógica y se compromete con una estrategia de calidad demostrada, evaluada y certificada por LLOYD´S Register Quality Assurance en la norma ISO 9001-2008. En Decroly repensamos la educación cada día, incorporando todos los cambios que proceda para tender a la mejora continua y a la excelencia.
En “Replantear la Educación” se pone el foco tanto en mejorar las capacidades básicas como en desarrollar y reforzarlos retos de emprendimiento, la capacidad de iniciativa y las ocho competencias clave: comunicación en la lengua materna; comunicación en lenguas extranjeras; competencia matemática y competencias básicas en ciencia y tecnología; competencia digital; competencias sociales y cívicas; sentido de la iniciativa y emprendimiento; aprender a aprender; conciencia y expresión culturales.
La sociedad actual, la sociedad del conocimiento, reclama las habilidades, capacidades y competencias arriba descritas para garantizar las urgencias del mercado de trabajo, la cohesión social y la ciudadanía activa. “Replantear la Educación” describe los progresos realizados con respecto a la enseñanza de esas competencias. Sin embargo, ello no es óbice para que plantee medidas de vigorización de los proveedores de educación y formación que respondan a las demandas cambiantes de competencias.
La evaluación ocupa un lugar destacado en la estrategia “Replantear la Educación“. Aboga la estrategia, además, por una adaptación y actualización de los métodos de evaluación para garantizar que los procesos de aprendizaje y la adquisición de competencias se adecúan a las expectativas y necesidades de los estudiantes y de las empresas. Incide, asimismo, en una serie de asuntos de capital relevancia. La utilización de las tecnologías de la información y de la comunicación (TIC); el uso de todo tipo de recursos educativos abiertos (REA), en los contextos de aprendizaje; la actualización de las capacidades pedagógicas del profesorado, siguiendo cursos de formación con regularidad; el refuerzo de los vínculos entre el sistema educativo y el mundo empresarial, para acercar la empresa a la escuela; el estimulo de la cooperación en materia de aprendizaje en el lugar de trabajo a nivel nacional y europeo, mediante el impulso de programas de movilidad (Erasmus, Leonardo da Vinci,…);… son algunos de los más destacados.
Entre las medidas que proyecta “Replantear la Educación” destaca: unas directrices sobre evaluación y desarrollo de la educación en materia de emprendimiento; un análisis de impacto sobre el uso de las TIC en educación; una estandarización de referencia de la información sobre el aprendizaje de idiomas; una indicación sobre la necesidad de invertir en sistemas de educación y formación profesional de calidad; una mejora del reconocimiento de las cualificaciones y capacidades, aunque éstas hayan sido adquiridas al margen de los sistemas de educación no formales.
La formación y cualificación sustanciada en habilidades, capacidades y resultados de aprendizaje es una exigencia incuestionable para optar a un puesto de trabajo en Europa. El contexto europeo actual nos indica que en este decenio, solamente el 18% de los puestos de trabajo serán de baja cualificación. Así lo afirman diversos informes de instituciones europeas reiteradamente publicados. Eso quiere decir que, en el horizonte de 2020, quienes carezcan de una cualificación acreditada verán muy restringidas sus posibilidades para acceder a un puesto de trabajo. La estadística nos aporta datos muy duros, en este sentido. Actualmente, 73 millones de europeos, el 25% de los adultos, registran un bajo nivel educativo. Si extrapolamos esa cifra, en 2020 varios millones de esos ciudadanos perderán su empleo, al menos que tomen medidas urgentes de recualificación.
Si nos circunscribimos a España, el abandono escolar temprano se sitúa en 26,5%. El futuro se presenta muy incierto para el conjunto de los ciudadanos, dadas las circunstancias socioeconómicas actuales. Ante esa realidad, ¿Qué respuesta proporcionará la sociedad a esos adolescentes que hoy han abandonado el sistema y sus capacidades básicas de lectura y escritura, por ejemplo, se aproximan al umbral del analfabetismo?
Informaciones recientemente publicadas en diversos medios de comunicación sostienen que el próximo 5 de diciembre la Comisión presentará un paquete de medidas relacionadas con el empleo juvenil. Según esas fuentes, el documento incluye una propuesta a los Estados miembros orientada a garantizar que todos los jóvenes reciban una oferta de empleo, de formación o de educación suplementaria en un plazo de cuatro meses a partir del momento en que dejan de estudiar o se quedan sin empleo. Estaré atento a esa fecha y cruzaré los dedos para que los “padres de la patria” europea hayan encontrado la tecla que resuelva o ayude a paliar la lacra que representa el paro juvenil en la sociedad actual, particularmente en España.
En otro orden de cosas, me preocupa seriamente la actitud de los trabajadores en activo, muchos de ellos enrocados en la obsolescencia profesional y reacios a participar en acciones de formación continua, en el contexto de su puesto de trabajo presente o para prepararse ante una eventual migración a otra ocupación dentro o fuera de la empresa en que presta sus servicios actualmente. Los datos son alarmantes. Menos del 9 % de los adultos participan en actividades de aprendizaje permanente. ¿Cuáles son las causas?
Ante este escenario, ¿Cuál es la respuesta individual y colectiva de la sociedad cántabra, por ejemplo? Yo tengo mi opinión, pero no es muy alentadora. ¡Prefiero reservármela, en esta ocasión!
DECROLY, COMPROMISO CON LA EDUCACIÓN DEL S. XXI
20 de junio de 2014
Decroly es un centro privado concertado que, desde hace 36 años, se caracteriza por impulsar una plural y variada oferta de ciclos de Formación Profesional Básica, ciclos formativos de Grado Medio (CFGM) y ciclos formativos de Grado Superior (CFGS), en sus distintas modalidades y regímenes autorizados. Decroly propone a los ciudadanos de Cantabria una formación integral en consonancia con la realidad empresarial y laboral de Cantabria.
Decroly pone el foco tanto en mejorar las competencias básicas como en desarrollar y reforzar las iniciativas y retos de emprendimiento así como en facilitar la adquisición de las ocho competencias clave: comunicación en la lengua materna; comunicación en lenguas extranjeras (ciclos bilingües en grado superior); competencia matemática y competencias básicas en ciencia y tecnología; competencia digital; competencias sociales y cívicas; sentido de la iniciativa y emprendimiento; aprender a aprender; conciencia y expresión culturales.
La sociedad actual, la sociedad del conocimiento, reclama las habilidades, capacidades y competencias arriba descritas para garantizar las demandas del mercado de trabajo, la cohesión social y la ciudadanía activa.
Lógicamente, la evaluación inicial y continua, dentro del proceso de aprendizaje, ocupa un lugar destacado en la estrategia pedagógica de este centro. Decroly aboga por una adaptación y actualización de los métodos de enseñanza y de evaluación para garantizar que los procesos de aprendizaje y la adquisición de competencias se adecúan a las expectativas y necesidades de los estudiantes y de las empresas.
Decroly considera, también, una serie de asuntos de capital relevancia, entre los que destacan: la utilización de las tecnologías de la información y de la comunicación (TIC); el uso de todo tipo de recursos educativos abiertos (REA) en los contextos de aprendizaje; la actualización de las capacidades pedagógicas del profesorado; el refuerzo de los vínculos entre el sistema educativo y el mundo empresarial, para acercar la empresa a la escuela; el estímulo de la cooperación en materia de aprendizaje en el lugar de trabajo; el impulso de la dimensión europea e internacional de la educación y formación mediante programas de movilidad (Erasmus, Leonardo da Vinci, Grundtvig, Visitas de Estudio,…); con participación de alumnos, profesores y representantes de las empresas cántabras, en su caso.
Cada año son numerosos los cambios y evoluciones que se producen en la educación y, en un afán de mantenerse a la cabeza de la Formación Profesional de Cantabria, Decroly incorpora para el curso 2014-15 los nuevos títulos de Formación Profesional Básica en Informática y Comunicaciones, Servicios Administrativos e Informática de Oficina, así como la novedosa Formación Profesional Dual para los ciclos formativos de grado medio y superior, en donde se ofrece a los alumnos alargar voluntariamente el periodo de formación de dos a tres años para complementar su aprendizaje en el centro de estudios con una formación becada en la empresa de dos cursos académicos de duración, pasando así de tradicionales periodos de prácticas al final de la etapa formativa a una práctica laboral de aproximadamente 1300 horas de trabajo.
Toda una apuesta de futuro para los alumnos, que hace de Decroly uno de los centros mejor posicionados ante los retos y oportunidades que brinda la sociedad del siglo XXI.
TRABAJO POR COMPETENCIAS E IMPULSO DE LA CREACIÓN DE EMPRESAS
20 de febrero de 2015
No escatimo esfuerzos para divulgar e instar estrategias que se han convertido en imprescindibles en el ámbito educativo y de la formación profesional; ese es el caso del trabajo coasociativo por competencias y del impulso del emprendimiento y de la creación de empresas que defiendo con ardor en el proyecto educativo de Decroly
Conviene, en mi opinión, lanzar reflexiones de este tenor a menudo para evitar caer en concepciones obsoletas del papel de los centros de formación profesional y, desde luego, de Decroly en relación con los permanentes cambios metodológicos y compromisos que demanda la sociedad en materia de desarrollo personal y profesional de sus ciudadanos. No se trata de una panacea, como tampoco cualquier otra actuación pedagógica individualmente considerada, pero sí es un criterio suficientemente contrastado y perfectamente asumible en la tarea cotidiana de alumnos y profesores. Me refiero al trabajo por competencias.
La primera vez que incorporamos a nuestro proyecto educativo la metodología basada en el trabajo por competencias fue en los años ’90 del pasado siglo XX. La implantación de los programas Cambridge Information Technology (CIT) y Cambridge Business Skills (CBS) de University of Cambridge Local Examinations Syndicate (UCLES) a la oferta educativa de Decroly marcó un hito en la evolución pedagógica de este centro. Alguno de nuestros profesionales de hoy participaron activamente en aquella experiencia sin igual; como profesores, unos; como alumnos, primero, y profesores, después, otros.
Aquella relación con Cambridge permitió al profesorado de Decroly caminar un paso por delante en la concepción del aprendizaje significativo organizado en módulos “competency based”, rezaba en sus respectivas programaciones, y cuyos resultados de aprendizaje se validaban a través de la realización de un proyecto que, dirigido y coordinado por los profesores de Decroly, se moderaba externamente en la Universidad de Cambridge antes de acreditar con el correspondiente certificado o diploma a cada alumno candidato.
¡Qué tiempos aquellos! Sergio, ¿Por qué no organizas un taller sobre esa metodología, importada de la Universidad de Cambridge a través de los programas CIT y CBS autorizados a Decroly de los que tú fuiste sujeto paciente, primero, y agente, después, durante años? Creo que podría aportar una reflexión e impulso a una metodología en vigor que concede un protagonismo activo determinante al alumnado.
Ese eventual taller añadiría valor, estoy seguro, a concepciones pedagógicas que sitúan al alumno en el eje del protagonismo de su propio aprendizaje. Al mismo tiempo, un taller sobre el fomento de la metodología constructivista en el proceso de aprendizaje reforzaría la idea de concienciar al estudiante en su papel esencial para encarar con éxito su futuro profesional, potenciando el criterio de aprender lo que quiera, cuando quiera y como quiera; partiendo de sus propios intereses, habilidades y conocimientos ayudado por el uso de las TIC para lograrlo y con la ayuda facilitadora del profesorado.
Y es aquí, a la hora de hablar del futuro profesional de los jóvenes que han confiado su educación y formación a Decroly, donde debemos poner el foco para alcanzar las competencias básicas, transversales y profesionales necesarias para abordar su empleabilidad o, en su caso, una iniciativa emprendedora, de forma autónoma o en colaboración con otras personas. Me refiero a consolidar y, en su caso, ampliar las competencias básicas que la normativa en vigor establece, tales como: comunicación lingüística; competencia matemática y competencias básicas en ciencia y tecnología; competencia digital; aprender a aprender; competencias sociales y cívicas; sentido de iniciativa y espíritu emprendedor; y conciencia y expresiones culturales.
Sin ánimo de desconsiderar alguna de ellas pongo mi atención, principalmente, en la competencia comunicativa; aprender a aprender; competencias sociales y cívicas y en sentido de iniciativa y espíritu emprendedor. Repito, no debe entenderse que otras competencias deben ser ignoradas; todo lo contrario.
Ahora bien, ayer mismo, sin ir más lejos, se celebró en el Salón de Acto de Decroly la presentación de los proyectos elaborados por distintos equipos de alumnos de los ciclos formativos de grado superior de Administración y Finanzas (AyF), Guía, Información y Asistencias Turísticas (GIAT) y Administración de Sistemas Informáticos en Red (ASIR). Esa actividad, inherente al plan de estudios del módulo Empresa e Iniciativa Emprendedora, es un buen ejemplo de trabajo cooperativo, basado en una metodología constructivista en la que los estudiantes cimientan su propio conocimiento y competencia mediante el apoyo horizontal, más que vertical, del profesor titular del módulo y de los recursos humanos gestionados por Decroly ante la Consejería de Educación, Cultura y Deporte así como en SODERCAN.
Sin entrar en los detalles concretos del evento celebrado ayer me quedo con una idea fundamental: todos los componentes de cada grupo de trabajo han hablado, propuesto y decidido el tema sobre el cual fundamentar su proyecto. Esa faceta ha permitido incentivar y promover competencias tales como la comunicativa y social, a la vez que ha requerido un importante grado de iniciativa. Además, lógicamente, han desarrollado ampliamente su capacidad de aprender a aprender, mediante la búsqueda, filtro y contraste de datos.
Queda por saber cuál será el resultado final de los respectivos proyectos. ¿Se decidirán a dar un paso al frente para montar una empresa en el corto o medio plazo? Por lo que a Decroly respecta, pueden contar con todo el soporte humano posible así como con recursos físicos (espacios, equipamiento informático, asistencia técnica,…) que puedan necesitar.
EDUCACIÓN Y FORMACIÓN EN COMPETENCIAS
28 de julio de 2015
Desde la atalaya de mi posición profesional me dispongo a escribir unas líneas sobre la implementación en Decroly del concepto educación y formación en competencias orientada al desempeño profesional en esta sociedad multicultural, plurilingüista y globalizada mediatizada por la conectividad y el acceso instantáneo a la información y al conocimiento
El perfil humano y profesional que demanda la sociedad de la era digital en la que nos hemos adentrado con la aparición de internet y el impacto sin precedentes de las nuevas tecnologías de la información y de las comunicaciones han puesto patas arriba los tradicionales sistemas de enseñanza. Atrás han quedado los hoy obsoletos modelos educativos en los que primaba, prioritariamente, la transmisión de la información; la adquisición del conocimiento, concentrado en los libros de texto y en la cabeza de los docentes y el aprendizaje formal, ajeno al inmenso valor que aportan otro informal y no formal. ¡Cuánto ha llovido desde aquellos primeros contactos míos con la profesión docente en 1968, cuando comencé mi carrera de Magisterio!
He vivido todas las reformas educativas acaecidas en la España contemporánea, iniciadas con la Ley 14/1970, de 4 de agosto, General de Educación y Financiamiento de la Reforma Educativa, derogada en su totalidad por la Ley Orgánica 2/2006, de 3 de mayo, de Educación (LOE), que reformó la Ley de Instrucción Pública de 9 de setiembre de 1857. Tras el gran pacto y consenso alcanzado en la Constitución Española de 27 de diciembre de 1978, llegaron otras, impulsadas por los sucesivos Gobiernos constitucionales que, lamentablemente, quebraron el incipiente consenso logrado en aquella España que miraba ilusionada a Europa y al mundo más desarrollado del que había estado desconectada, si no aislada.
Así, legislatura tras legislatura, fueron apareciendo en este país otros enfoques fruto de la entrada en vigor de los programas educativos de los distintos partidos políticos que sustentaron a los sucesivos Gobiernos de España. Es el caso de la Ley Orgánica 8/1985, de 3 de julio, Reguladora del Derecho a la Educación (LODE); la Ley Orgánica 1/1990, de 3 de octubre, de Ordenación General del Sistema Educativo (LOGSE); la Ley Orgánica 9/1995, de 20 de noviembre, de la Participación, la Evaluación y el Gobierno de los Centros Docentes (LOPEG); la Ley Orgánica 5/2002, de 19 de junio, de las Cualificaciones y de la Formación Profesional (LOCFP); la Ley Orgánica 2/2006, de 3 de mayo, de Educación (LOE); la Ley Orgánica 8/2013, de 9 de diciembre, para la mejora de la calidad educativa (LOMCE) y los desarrollos normativos de unas y otras, ampliados por la producción legislativa de Cantabria, a partir de la asunción de las competencia en Educación
El disenso, la algarabía y el empleo de la educación como arma arrojadiza de las disputas partidistas cotidianas nos han conducido a la tormentosa situación de hoy. La atmósfera reinante en el sector de la educación se me antoja infumable y las expectativas de cambio de paradigma a corto plazo parecen poco halagüeñas. Muchas leyes, tal vez demasiadas, para una comunidad educativa que ha estado sometida a vaivenes y desencuentros permanentes auspiciados por unos gobernantes con escasa altura política demostrada.
Hoy, los españoles estamos viviendo una etapa crítica de nuestra historia política. Nos encontramos en un momento en el que parecían vislumbrarse signos de recuperación y progreso económico y social augurando el final de una crisis sin precedentes que ha diezmado las expectativas de los ciudadanos, particularmente de los más jóvenes. La incertidumbre se apodera de nuestras almas y otea en un horizonte azotado por el radicalismo, las actitudes secesionistas de una parte de los gobernantes y la insolidaridad manifiesta de aquella parte de españoles que pretende imponer sus egoístas aspiraciones al conjunto de sus compatriotas.
Pero yo inicié esta entrada con la intención de escribir unas reflexiones sobre procesos de aprendizaje y sobre educación y formación en competencias útiles para la vida, como diría el siempre recordado Ovide Decroly, impulsados desde este centro de Formación Profesional que me honro en dirigir. Sí, de educación y formación en competencias; de fortalecer e implementar un modelo educativo que coadyuve a la formación de una ciudadanía capaz de incorporarse a la sociedad del siglo XXI con garantía de éxito; de cambio y de mejora continua al servicio de esos fines.
Este domingo, el presidente de CECE-CEPYME de Cantabria, Lorenzo Vidal de la Peña, en una columna de opinión el Diario Montañés escribía: “hoy en día hay dos tipos de organizaciones: las que cambian, evolucionan y se adaptan a los tiempos y las que desaparecen”. Decroly se enmarca en el grupo de las primeras, desde su creación en 1978. Además, a diferencia de quienes deberías ser un ejemplo para los ciudadanos –partidos políticos radicales y gobiernos autonómicos sustentados por ellos-, respetamos las leyes y las cumplimos. También, ¿cómo no? esta comunidad educativa se abstrae de los conflictos externos y se centra en su trabajo cotidiano.
Existen muchas acepciones del término competencia. Una de ellas, por ejemplo, se refiere a la rivalidad o competición que pueda existir en el ámbito del deporte; también, esta palabra se usa para definir la pelea que mantienen dos o más empresas por imponer sus productos en el mercado a la hora de introducir determinados bienes o servicios. Una tercera, se vincula a la capacidad, la habilidad, la destreza o la pericia para ejercer una función específica o gestionar un asunto concreto;…
Si centramos el foco en el ámbito educativo de la expresión competencia, y nos asomamos a multitud de informes y de estudios sobre el particular, pronto descubriremos que la inmensa mayoría de los expertos coinciden en sostener que la competencia educativa se encuentra íntimamente asociada a aprender a conocer, aprender a hacer, aprender a convivir y aprender a ser, pilares fundamentales de la educación y formación para afrontar los desafíos de este siglo XXI. Decroly ha trabajado y trabaja con ahínco y determinación para que cada uno de sus alumnos descubra su talento innato para desarrollar sus múltiples inteligencias en pos del descubrimiento de su vocación y de su posicionamiento personal y social futuros.
Decroly se anticipó a las competencias educativas básicas establecidas en la Ley Orgánica 2/2006, de 3 de mayo, de Educación (LOE) y posteriormente, una vez publicada la Ley, se reafirmó en ellas, como si de un credo se tratara, para que fueran adquiridas por todos y cada uno de sus alumnos. Tal fue así que las impulsó, integró y consolidó en el currículo de los planes de estudio de los distintos grados de Formación profesional. Simultáneamente, Decroly ha desarrollado una cultura corporativa basada en la equidad; la integración multicultural y multiétnica; la igualdad de oportunidades para todos sus alumnos; el plurilingüismo; atención a la diversidad; dimensión internacional de la educación y formación, entre otros valores esenciales.
Con la entrada en vigor de la Ley Orgánica 8/2013, de 9 de diciembre, para la mejora de la calidad educativa (LOMCE) Decroly ha complementado esas competencias básicas con otras recomendadas por el Consejo de Europa, como son: competencia en comunicación lingüística, competencia matemática y competencias básicas en ciencia y tecnología, competencia digital, aprender a aprender, competencias sociales y cívicas, sentido de iniciativa y espíritu emprendedor, conciencia y expresiones culturales.
El equipo docente de Decroly ha dado pasos al frente muy significativos en materia de implementación de sus competencias profesionales y las de sus discentes. En concreto, ha progresado hacia postulados que amplían el concepto de competencia desempeño. Esa idea incluye un amplísimo abanico de competencias emocionales y sociales. Para ello, las competencias cognitivas se mezclan con otra perspectiva de carácter socioconstructiva para enfatizar algunos matices como la tutorización y dialogo permanente alumno profesor; la misión facilitadora de los profesionales docentes o la función multitarea y multidisciplinar a la que deberá enfrentarse el alumno en su vida personal y social.
En este mismo orden de cosas, Decroly integra en su diario quehacer la perspectiva del aprendizaje socioconstructivo poniendo el acento en aquellas competencias que la sociedad demandará a cada uno de sus alumnos para tener un desempeño exitoso. Por ello, el foco cotidiano del proceso de enseñanza aprendizaje se centra en asuntos que impulsen la competencia de aprender a aprender, la cooperación, la solución de problemas, el procesamiento de la información, la gestión de la incertidumbre, la toma de decisiones en función de una información incompleta, la valoración del riesgo y desarrollo de la competencia colaborativa.
La experiencia se ha fortalecido en estos dos últimos cursos académicos y tiene visos de consolidarse permanentemente en nuestro entorno educativo decroliano. Decroly ha propiciado un ambiente adecuado para desplegar, asimismo, toda suerte de competencias transversales cambiantes, personales y profesionales, que podemos agrupar en cuatro categorías, de acuerdo con la clasificación realizada por Pau López Vicente, Profesor titular de la Facultad de Psicología, C. de la Educación y del Deporte de la Universitat Ramon Llull de Barcelona, en su artículo “Educación no formal y educación para la competencia”.
Competencias físicas: destrezas y habilidades para la vida cotidiana, conocimiento y práctica de la vida saludable relacionada con la nutrición sana y el deporte, etc.
Competencias cognitivas: conocimiento y valoración del entorno, de la ciudad, de la montaña, del contexto rural; conocimiento de las fases y procesos de la vida en cada contexto; conocimientos, actitudes y habilidades para la planificación y el desarrollo de proyectos, con iniciativa y creatividad.
Competencias sociales: capacidad de trabajar en equipo, respeto, colaboración y apoyo, solidaridad, liderazgo compartido, conducta democrática y ética, servicio a la comunidad.
Competencias emocionales: autoestima, capacidad de motivación, ilusión, resiliencia, el sentido del esfuerzo y el esfuerzo con sentido, empatía, creación de buen clima de convivencia, reconocimiento de los estados de ánimo propios y ajenos, entre otras características que Goleman (1997) otorgaba a la inteligencia emocional.
En suma, Decroly ha elegido la senda del tren del futuro. Por ello, y emulando en esta ocasión al entusiasta nuevo presidente de CEOE-CEPYME de Cantabria, Decroly incorpora a su acervo la frase con la que comienza su columna de Opinión este domingo “hoy en día hay dos tipos de organizaciones: las que cambian, evolucionan y se adaptan a los tiempos y las que desaparecen”. Decroly forma parte activa del grupo citado en primer lugar.
EL LEMA DE OVIDE DECROLY ORIENTA NUESTRO QUEHACER COTIDIANO
23 de noviembre de 2017
Decroly hace suyo el lema “École pour la vie par la vie” –Escuela para la vida por la vida- del ilustre pedagogo belga Ovide Decroly que inspiró el ideario para la creación de este centro de Formación Profesional y de quien adoptó su apellido para denominarlo
Desde su fundación en 1978 el carácter propio de Decroly se ha mantenido fiel a las premisas establecidas entonces. Sin embargo, no oculto la permanente transformación y cambio operados en sus estrategias pedagógicas, siempre orientadas a la adecuación de los procesos de aprendizaje de los alumnos, a la detección e implementación de su talento individual y a la satisfacción de sus necesidades en cada momento histórico. En esa tarea, también, Decroly ha estado siempre presente atendiendo a la diversidad de tendencias puntuales y expectativas que emergen en cada época en clave de innovación, emprendimiento y adaptación a los incesantes cambios acaecidos en el ámbito empresarial.
El impacto generalizado de internet y las tecnologías de la información y de las comunicaciones en las personas ha modificado sustancialmente su modus vivendi en el más amplio sentido de la palabra, tanto a nivel personal y social como profesional y particularmente en esta primera parte del siglo XXI. Ello significa que los convencionales modelos de socialización y de desarrollo personal, social y profesional han sido sobrepasados, dejando el camino libre a una galopante irrupción de comportamientos mediatizados por toda suerte de dispositivos y recursos tecnológicos. Eso mismo ha ocurrido en el mundo productivo y laboral con una repercusión sin precedentes en el mercado de trabajo.
Hoy nos movemos en entornos vitales, sean personales, sociales o empresariales, en los que prima la posesión de habilidades, actitudes y valores además de conocimientos, todo ello de forma integrada. La realidad social visualiza el valor añadido de estos elementos ahora interiorizados hacia el logro de resultados concretos.
A nivel educativo, y en entornos profesionales y empresariales, se ha instalado el concepto multidimensional de competencia para incluir y señalar que una persona además de “saber”: datos, conceptos, conocimientos, tiene que “saber hacer“: habilidades, destrezas, métodos de actuación; igualmente ha de “saber ser“: actitudes y valores que guían su comportamiento y “saber estar“: capacidades relacionadas con la comunicación interpersonal y el trabajo cooperativo.
El concepto de competencia, entre las innumerables acepciones descritas por expertos, hace referencia a la capacidad para realizar un buen desempeño en contextos complejos y auténticos. En el caso de su significado en el campo de la educación, una definición aceptable afirma que “competencia es un conjunto de comportamientos sociales, afectivos y de habilidades cognoscitivas, psicológicas, sensoriales y motoras que permiten llevar a cabo adecuadamente un papel, un desempeño, una actividad o una tarea”.
Un banco necesita cuatro patas o, al menos, tres. No sé si es un buen ejemplo para reforzar mi reflexión. Tengo claro que poseer conocimientos, pero carecer de habilidades, actitudes positivas y valores representa un hándicap insalvable en la sociedad del siglo XXI. Lo mismo en el caso contrario, es decir, tener habilidades, actitudes positivas y valores pero no poseer los pertinentes conocimientos limita extraordinariamente las opciones de los ciudadanos. Eso sí, estos últimos se adquieren más fácilmente que los otros elementos precitados.
Leía en una reciente alerta de las que recibo a diario relacionada con la FP un par de ejemplos muy significativos para comprender mis cavilaciones anteriores. Uno decía: “se pueden conocer las reglas gramaticales, pero ser incapaz de redactar una carta”; el otro, sumamente impactante, indicaba: “es posible enumerar los derechos humanos y, sin embargo, discriminar a las personas con alguna discapacidad”.
Esta deseable confluencia de saberes que se aglutinan en torno al término competencia, se presenta en múltiples escenarios. Si nos centramos en el ámbito personal de los ciudadanos, podemos observar que su impacto se despliega tanto en contextos cotidianos como en otros entornos más infrecuentes y difíciles. Gracias a la integración de dichos saberes resulta más sencillo diagnosticar un problema, poner en acción los medios para solventarlo, encontrar salidas adecuadas en función de cada situación, etc.
Ahora bien, una cosa es predicar y otra bien distinta dar trigo. ¡Aceptadme este refrán popular! Lo cierto es que atesorar competencias no es la única condición necesaria. Para escribir esta entrada, por ejemplo, además de tener la inspiración y el entusiasmo necesarios, es preciso poseer una importante dosis de determinación, esfuerzo, dedicación y perseverancia, ¿o no?
He recopilado un breve vademécum de competencias transversales y requisitos para su logro que los centros educativos deberían fomentar en cualquiera de las etapas del sistema, sea en Primaria, ESO, Bachillerato, Formación Profesional o a lo largo de toda la vida de las personas. Decroly lo tiene claro. En ello estamos. Veamos cuáles son:
El aprendizaje permanente: habilidades lectoras, incorporarse a la cultura escrita, comunicarse en más de una lengua, habilidades digitales y aprender a aprender.
La gestión de la información: identificar lo que se necesita saber; aprender a buscar; identificar, evaluar, seleccionar, organizar y sistematizar información con sentido ético.
El manejo de situaciones: enfrentar el riesgo y la incertidumbre, plantear y llevar a buen término procedimientos, administrar el tiempo, propiciar cambios y afrontar lo que sobrevenga; también tomar decisiones y asumir sus consecuencias, manejar el fracaso, la frustración y la desilusión; actuar con autonomía en el diseño y desarrollo de proyectos de vida.
La convivencia: empatía, relacionarse armónicamente con los demás y con la naturaleza; ser asertivo y trabajar de manera colaborativa; alcanzar acuerdos y negociar con otros; crecer con los demás reconociendo y valorando la diversidad social, cultural y lingüística.
La vida en sociedad: decidir y actuar con juicio crítico frente a los valores y las normas sociales y culturales; proceder a favor de la democracia, la libertad, la paz, el respeto a la legalidad y a los derechos humanos; participar teniendo en cuenta las implicaciones sociales del uso de la tecnología; combatir la discriminación y el racismo, así como tomar conciencia de pertenencia a la cultura y país propios y al mundo.
Finalmente, concluyo con unos interrogantes para inspirar una reflexión a cuantos conformamos la comunidad educativa decroliana. ¿Cuáles son las competencias que deben tener las personas en el entorno social cambiante de esta primera parte del siglo XXI? ¿Se pueden adquirir en el centro de FP esas competencias? ¿Qué valores de las personas tienen en cuenta los empresarios ante el escenario de nuevas contrataciones?
Parece oportuno considerar que muchos de los conocimientos que aprenden los estudiantes en el centro hoy estarán obsoletos mañana, especialmente aquellos de carácter tecnológico. Esa realidad incuestionable invita a pensar que es preciso que el alumnado asuma la importancia y necesidad de formarse a lo largo de toda la vida. Además, debemos poner en valor, subrayar y enfatizar la importancia de las competencias transversales como parte de los proceso de aprendizaje ordinarios porque, entre otras razones, repercuten en la empleabilidad de las personas.
INNOVACIÓN EN DECROLY: ¡DE OPORTUNISMO, NADA!
28 de diciembre de 2017
Un conocido personaje en ambientes educativos de Santander comete un desliz inapropiado al referirse a Decroly ante un grupo de colegas, calificándolo de oportunista y de otras lindezas, por copar muchos reconocimientos en convocatorias públicas de premios y concursos realizadas por administraciones educativas de ámbito local, nacional e internacional
Por sus frutos los conoceréis, dice una cita bíblica; guardémonos de los falsos profetas vestidos con piel de oveja porque, en realidad, son lobos feroces empeñados en desprestigiar todo aquello que no surja de sus primitivas mentes estrechas, intolerantes y sectarias. En este caso, el individuo al que aludo, autor de un inaceptable comentario que pone en entredicho el prestigio ganado a pulso y la innovadora trayectoria de Decroly, se dedica a desacreditar, si no a descalificar y censurar, una opción formativa que se aleja de su trasnochado pensamiento único excluyente.
No, no es una inocentada propia del día de hoy. Esta entrada responde a mi reacción sobre la alusión poco afortunada de un ciudadano que se refiere a Decroly con unos adjetivos despectivos, impropios de un educador. El protagonista de tal desagradable insinuación fue una persona que, evidentemente, desconoce el ideario de Decroly, su proyecto educativo y trayectoria pedagógica desde que se fundara, en 1978. Lo realizó en un foro que reunió, hace unos días, a decenas de profesionales de la educación de Cantabria y a una representación cualificada de la Consejería de Educación, Cultura y Deporte.
Los calificativos, pronunciados por este irrespetuoso profesional del sector –me ahorro citarle y así le muestro la elegancia de la que carece-, me causaron estupefacción y perplejidad, a su vez. No venían a cuento. Tal vez fue un episodio inconsciente. Sin embargo, esa manifestación delató su conocida aversión a la enseñanza concertada, tal vez activada al escuchar el reconocimiento público y expreso a Decroly por parte de la ponente del Servicio Español para la Internacionalización de la Educación (SEPIE) en una jornada de Difusión del programa Erasmus+ de FP, ante un foro en el que estaban representados la mayoría de los centros educativos de Cantabria.
Para muestra un botón. Si la calidad de un centro educativo fuera determinada por el número de actividades divulgadas por la web institucional de la Consejería de Educación, Cultura y Deporte, gestionada desde la Unidad Técnica de Innovación, dependiente de la Secretaría General Técnica, por ejemplo, habría que evaluar a Decroly por sus 40 noticias publicadas en Educantabria este año 2017 que ahora finaliza. En ese caso, me adelanto a señalar que, seguramente, Decroly se encontraría entre los centros de primera categoría, no de segunda, como despectivamente sostuvo el iletrado personaje, defensor de una escuela única y pública, y valedor del quebranto de principios constitucionales irrenunciables de libertad de creación y de elección de centros educativos.
Sirvan estas líneas para expresar mi malestar y tristeza por esas desaprensivas e injustas manifestaciones pronunciadas durante una pausa del evento celebrado el 28 de noviembre en Santander, una jornada en la que se subrayó el interés generalizado de los asistentes por participar en un próximo futuro en esas movilidades Erasmus de alumnos y profesores de FP de Grado Medio. Por cierto, una iniciativa en la que, hasta el presente curso 2017-2018, y desde el curso 2013-2014, Decroly ha sido el único centro de Cantabria que ha participado activamente en movilidades Erasmus de alumnos y profesores de FP de Grado medio. Sobre este asunto colgué en este blog la entrada DECROLY ACUDE A LA JORNADA DE DIFUSIÓN DE ERASMUS+ FORMACIÓN PROFESIONAL, el martes pasado, publicada ese mismo día en Actividades de los Centros de la web Educantabria.
No me resisto, a mayor abundamiento, a enumerar algunos elementos que sostiene el ideario educativo de Decroly. Su proyección impacta en la comunidad educativa decroliana y en la sociedad en su conjunto. Actuaciones orientadas a descubrir y orientar el talento individual de cada estudiante personal y profesionalmente se fortalecen mediante el diseño, organización y desarrollo colaborativo de actividades formativas, complementarias y extraescolares impulsadas por unos u otros alumnos y profesores de Decroly. Todo ello en aras de ofrecer una formación profesional de calidad para el empleo.
Decroly es un centro multicultural, abierto a la comunidad local, regional, nacional e internacional. Este curso escolar 2017-2018 mantiene una matrícula viva con alumnos de QUINCE nacionalidades. Su estrategia pedagógica en los procesos de enseñanza aprendizaje se sostiene gracias a sólidos principios en materia de equidad e igualdad de oportunidades. Todos ellos se fortalecen mediante distintos planes de información y orientación personal, educativa y profesional personalizada; la mejora continua de un sistema de aseguramiento de la calidad, mediante 17 procedimientos y otras instrucciones, apoyados en registros y protocolos de actuación eficaces y eficientes; la aplicación de técnicas de evaluación cualitativa y cuantitativa creativas con protagonismo de todos los actores implicados en los procesos –alumnos, familias y empresas incluidos-, mediante modalidades diversas de autoevaluación, coevaluación, heteroevaluación, evaluación formativa, etc.
La innovación en Decroly forma parte de su ADN pedagógico. Hace siete años iniciamos un proceso de supresión paulatina de los libros de texto; en el curso 2012-2013 incorporamos en aprendizaje integrado de contenidos y lengua inglesa; en los próximos días lanzaremos el X Certamen Decroly Digital; decroly participa en toda suerte de premios, concursos y torneos con resultados altamente satisfactorios; las movilidades de alumnos y profesores por Europa son uno de los santo y seña de este centro educativo; este curso hemos impulsado una iniciativa con CEOE-CEPYME de Cantabria para detectar y colaborar en la definición de perfiles profesionales demandados; Decroly colabora con la Fundación Botín implantando el programa Educación Responsable con alumnos de FP Básica; la bolsa de empleo y las relaciones institucionales con empresas y entidades ocupan un lugar preferente en la cotidianeidad de Decroly;…
Sé que me he extendido muchísimo en este post. Aun así, os dejo unas entradas que os pueden aportar más datos concretos sobre el día a día de Decroly. EL AULA INVERTIDA, de 15 de septiembre de 2015; ECHAR LA CULPA A LOS DEMÁS, de 09 de enero de 2015 y DECROLY ENGLISH ATMOSPHERE, de 02 de octubre de 2017, un recopilatorio de temas relacionados con el aprendizaje de idiomas.
Finalmente, como hiciera con mi escrito EFICAZ, EFICIENTE Y BUENA PERSONA, de 03 de noviembre 2015, cuando recordada y transcribía de nuevo Y SIN APENAS DARNOS CUENTA EN DECROLY LLEGAMOS AL MID-TERM BREAK DE OTOÑO, de 07 de noviembre de 2017, voy a incluir en esta ocasión un post subido el 17 de abril de 2012, ENTUSIASMO Y PASIÓN POR EL CAMBIO EDUCATIVO, que me viene como anillo al dedo para visualizar el espíritu innovador permanente de Decroly.
Y acabo, ahora sí, constatando que este señor no sabe nada de nosotros, de nuestro trabajo cotidiano. Por eso me inclino a pensar que su intención irrespetuosa, manipuladora y sectaria obedece a intereses ideológicos espurios, partidistas, alejados del interés general, con un claro objetivo de deteriorar la imagen pública de Decroly. Solo me ha dejado, por tanto, la opción de responder contundentemente a su desatino. ….y emulando a Galileo Galiley, resumo su desliz con una frase lapidaria demoledora “la ignorancia es la madre de la maldad y de todos los demás vicios”.
“Si el alumno no supera al maestro, ni es bueno el alumno; ni es bueno el maestro”
Con este asombroso y significativo proverbio chino quiero iniciar este post que abunda, como en otros anteriores, escritos en el próximo pasado, en la necesidad imperiosa de fortalecer las tendencias iniciadas hace muchos años en Decroly encaminadas a facilitar un aprendizaje de calidad a nuestros estudiantes de Formación Profesional (FP). He dicho bien, usando intencionadamente el término aprendizaje y no enseñanza porque, aun reconociendo su complementariedad, me decanto con determinación por el primero.
Hoy, la adquisición de conocimientos no es una prerrogativa reservada a las aulas de los centros educativos; ni a los elocuentes maestros y profesores cuyos conocimientos científicos y tecnológicos se me antojan limitados y no exclusivos; ni a los diversos libros de texto, muy caros por cierto, que año tras año publican las más prestigiosas editoriales. Ese modelo ha sido amortizado a favor de otro que contempla la aportación y el impacto de las nuevas tecnologías de la información y de las comunicaciones (TIC), particularmente enfatizado con el acceso generalizado a internet en los hogares, en las escuelas e instituciones y en la ciudadanía; la aparición y uso subsiguiente de las redes sociales; las herramientas que proporciona la web 2.0;… y, ¿cómo no? el cambio adoptado por los profesionales docentes migrando hacia metodologías y prácticas educativas centradas en el alumno, con todas sus connotaciones personales y socioeconómicas.
El informe Horizonte del New Media Consortium, lanzado en 2002, publica año tras año un estudio sobre las tecnologías emergentes para la enseñanza, el aprendizaje, la investigación creativa y la administración de la información. El trabajo lo realiza un grupo de expertos que conciben cómo serán las tecnologías educativas en el futuro. ¿Qué tendencias tecnológicas y educativas serán realidad a corto, medio y largo plazo? En “Horizon Report 2012 a 2017: Tecnologías y aprendizaje en los próximos años”, recientemente publicado, se aportan unas prospectivas, francamente sugerentes.
A corto plazo, a 12 meses, los móviles y tablets ya serán considerados como tecnologías para el aprendizaje; a medio plazo, de aquí a 2 ó 3 años, veremos una espectacular incidencia del aprendizaje basado en juego, individual o colectivo, que alcanzará una calidad similar a la que hoy tiene aquellos destinados al consumo de ocio. También, el informe hace mención a las denominadas analíticas de aprendizaje –Google Analytics y similares- que abordarán la complejidad, diversidad y abundancia de información que pueden generar los entornos dinámicos de aprendizaje; en fin, a largo plazo, a 4 ó 5 años, nos familiarizaremos con conceptos como computación gestual, donde el propio cuerpo, expresiones faciales, reconocimiento de voz, interactuarán con los ordenadores sin necesidad de usar teclados o ratones; o internet de las cosas, a través de sensores que las conecten a la red,…
Pero volvamos al nuevo modelo de aprendizaje que propugno consolidar y perfeccionar curso a curso en Decroly. Ello tiene mucho que ver con la realidad social que nos ocupa, en la que las TIC y las herramientas web 2.0 han conformado paulatinamente un perfil de alumno altamente influenciado por esas utilidades y los variados y sofisticados dispositivos móviles que las soportan. Las aportaciones de Howard Gardner, descritas en su libro Inteligencias Múltiples; las de Daniel Goleman, argumentadas en su mundialmente conocida obra Inteligencia Emocional y, más recientemente, aquellas que Marc Prensky presenta en Enseñar a Nativos Digitales han sido las semillas que germinaron en mi espíritu innovador y renovador para producir los frutos que incansablemente presento en mis posts, apostando por un cambio radical de paradigma educativo.
En esta sociedad, nadie discute el desplazamiento de la información y del conocimiento hacia posiciones vinculadas a la adquisición de competencias básicas, personales, sociales y profesionales. Este posicionamiento, particularmente, refuerza uno de los pilares en los que se sustenta el sistema educativo de este siglo, aprender a aprender, tanto en entornos formales como en aquellos otros no formales e informales. El alumno aprende más, y de forma más casual y divertida, en los últimos ambientes citados, como consecuencia de su capacidad para moverse con fluidez entre distintos contenidos, en espacios y tiempos diferentes; pero ante todo, en los más variopintos contextos con personas y tecnologías interactivas. En suma, el cambio y evolución del aprendizaje, con la inconmensurable ayuda de las TIC, se origina con mayor naturalidad fuera de las paredes de las aulas, en cualquier lugar y momento, veinticuatro horas al día, siete días a la semana.
Partiendo de esta premisa, Decroly ha evolucionado en los últimos años, perceptiblemente, en el conocimiento y utilización práctica de muchas herramientas propias de la web 2.0 en el día a día. La asunción del nuevo rol del profesorado en la actualidad, consistente en liderar los procesos de aprendizaje de cada alumno, teniendo en cuenta sus inquietudes, pasiones y el entorno multicultural y socioeconómico en el que convive; la valoración de las circunstancias personales de cada discente y la mediación en su progreso y aprendizaje permanentes conforman algunos de los fundamentos pedagógicos básicos del proyecto educativo decroliano. Por ello, el tradicional estándar de lección magistral, el uso del libro de texto, la uniformidad de contenidos,… ya “no vende” y ha dejado paso a otras demandas de la sociedad y de cada alumno que exigen una singularización de su aprendizaje.
Cada alumno ha de construir su propio conocimiento –aprender a hacer– de forma particular o colaborativamente con otros, también en los entornos formales (aula), de la misma manera que actúa en cualquier otro contexto social. Los alumnos no quieren libros de texto, les aburren; yo tampoco. Por ello, los profesionales docentes de Decroly se enfrentan ante el reto de plantear a sus alumnos otras actitudes y comportamientos más activos y participativos. Uno de ellos podría ser, ¿por qué no?, editar colaborativamente, con sus compañeros de grupo, un “libro de texto alternativo”. De esa manera contribuirían a que todos aprendan a partir de sus propias experiencias; a ser ellos mismos y a vivir y trabajar juntos; en equipo; de forma atractiva, coasociativa y cooperativa; adaptando sus propios intereses y expectativas a los compromisos adquiridos con el grupo.
Estoy seguro que ese “libro de texto alternativo”, ubicado en la plataforma Moodle del centro, se ajustará más a la idiosincrasia individual de cada alumno; contendrá textos, gráficas y vídeos;… alumnos y profesor interactuarán en chats; en suma, estarán aprendiendo en la medida que van construyendo ese libro y su aprendizaje significativo. A mayor abundamiento, se sentirán importantes porque lo han creado ellos mismos con la simple orientación y dinamización del profesor.
¡Dejemos de ser esclavos de estereotipos, incluso del currículo! Algunos ciclos formativos, los derivados de la LOGSE de 1990, se encuentran, con seguridad, desfasados. Dejemos al alumnado construir ordenadamente el currículo que les interesa, el que demanda la sociedad hoy y que, por otra parte, les exigirá mañana y en el próximo futuro.
Este nuevo currículo así perfeccionado forma parte de un modelo de trabajo que representa, asimismo, un activo importante en el impulso de las múltiples inteligencias de cada cual. De esa manera, el proceso de aprendizaje aportará algunas competencias instrumentales que Prensky denomina metahabilidades y que se sustancian en: descubrir lo que hay que hacer (comportarse éticamente, pensar de forma crítica, definir metas,…); conseguir que se haga (planificar, resolver problemas, autoevaluarse,…); hacerlo con otros (asumir el liderazgo, comunicarse, interactuar,…); hacerlo de forma creativa (adaptar, investigar, diseñar,…) y mejorar continuamente (reflexionar, ser proactivo, asumir riesgos,…)
En este contexto, se produce de facto un aprendizaje dialógico, fruto del diálogo igualitario entre los alumnos que conforman cada grupo de trabajo, bajo la atenta mirada del profesor facilitador que estimula el interés por la adquisición del conocimiento. Éste asume una posición de observador y orientador, a la vez que se desprende del tradicional dogmatismo instructivita -café para todos- para facilitar la fluidez de actuaciones creativas e innovadoras, igualmente válidas, generadas por los discentes cuando se les permite aprender libremente. En ese escenario, fluye la ilusión por aprender en un ambiente más natural y parecido al entorno social de cada alumno, fuera de las paredes de la escuela, incorporando además sus experiencias adquiridas en esos ámbitos no formales.
Quienes trabajamos en Formación Profesional (FP) estamos habituados a los cambios permanentes. Ahora vivimos momentos muy especiales que, por obvios, no es preciso comentar. El Gobierno ha anunciado transformaciones profundas en el actual modelo de FP. Bienvenidas sean las reformas, si se traducen en iniciativas para mejorar. Ahora bien, si han de venir de la Administración, tanto Estatal como Autonómica, asegúrense que sirvan para avanzar hacia un modelo que consagre no solamente la autonomía y desarrollo natural de los centros sino también la de los alumnos, para progresar de acuerdo con su singularidad en la línea que demanda la exigente sociedad de este siglo XXI. Además, Decroly garantiza a las administraciones públicas, a la ciudadanía, a las empresas e instituciones que de entusiasmo y pasión por el cambio educativo está sobrado.
Finalizo con una célebre frase que invita a la reflexión, atribuida a Albert Einstein: “Nunca consideres el estudio como una obligación sino como una oportunidad para penetrar en el bello y maravilloso mundo del saber.”
CULTURA DE CAMBIO EDUCATIVO Y RENOVACIÓN PEDAGÓGICA PERMANENTE EN DECROLY
31 de mayo de 2018
La reciente conmemoración del 40 Aniversario de Decroly, el pasado miércoles 16 de mayo, me ha inspirado una reflexión sobre el carácter propio de Decroly, su cultura corporativa y su permanente determinación por adaptarse –si no anticiparse- a las permanentes transformaciones sociales que a lo largo de su historia se han producido y que apuntan a cambios impredecibles en los próximos años
La visita de nuestro inspector de referencia, Fco. Javier Videchea, el viernes pasado y la productiva conversación que mantuvimos con él el jefe de estudios, Pedro Cuesta, y yo mismo me ha animado a recopilar alguna de las entradas que he colgado en mi blog en los últimos años. Esos posts tenían y tienen carácter divulgativo, con la intención de facilitar una reflexión a los profesionales docentes de este centro de Formación Profesional. Ello no es óbice, sin embargo, para que deban ser contemplados todos aquellos planteamientos pedagógicos señalados que sostienen y refuerzan el carácter propio –ideario- y el proyecto educativo de Decroly, previa o posteriormente aprobados por los distintos órganos colegiados de participación y/o los unipersonales de dirección, en su caso.
¡Somos un equipo! Por esa razón, el trabajo colaborativo es una de las importantes señas de identidad de Decroly. El consenso en la práctica docente y en los más elementales procesos de enseñanza y de aprendizaje constituye el núcleo más valorado de nuestra propuesta educativa transformadora que nos hace ser diferentes y nos distingue de otros de corte más convencional operativos en otros centros educativos, sean de titularidad de la Administración o de iniciativa social.
La Consejería de Educación, Cultura y Deporte, responsable de la gestión y dirección del sistema educativo de Cantabria guía nuestras actuaciones profesionales mediante textos legales e instrucciones, en todo caso, que facilitan y orientan las actividades educativas y formativas de los centros de esta Comunidad Autónoma. Decroly, siempre respetuoso con la normativa legal en vigor, colabora permanentemente con las direcciones generales de referencia, como son la Innovación y Centros Educativos y la de Formación Profesional y Educación Permanente, principalmente. Dentro de la primera se encuentra el Servicio de Inspección Educativa con el que existe un permanente feedback orientado a la mejora cualitativa permanente y a la defensa de los intereses académicos y profesionales de todos los sectores que conforman la comunidad educativa decroliana.
La reflexión a la que me refería al comienzo de esta entrada podría ser expuesta en “media docena” de bullet points. Sin embargo, he preferido recuperar algunas de las entradas publicadas en mi blog con un marcado carácter pedagógico. Invito al claustro de profesores a releerlas y a reflexionar, asimismo, sobre su contenido. Tal vez el jefe de estudios considere oportuno dedicar algunos momentos concretos de nuestras actividades no lectivas para evitar dispersión en los tiempos dedicados a realizar este cometido, posibilitar su lectura y plantear, en su caso, el feed back pertinente. También, será bien recibida cualquier propuesta pedagógica encaminada a fortalecer y mejorar nuestro sistema de aseguramiento de la calidad en la provisión educativa personalizada para cada alumno. En esa tarea, es imprescindible satisfacer las variopintas necesidades de una población escolar diversa, social y culturalmente hablando, que progresa a su particular e individual ritmo de aprendizaje.
Dadas las recientes valoraciones realizadas en la reciente reunión de Fco. Javier Videchea, Pedro Cuesta y yo para tratar asuntos relacionados con la evaluación del alumnado, cuyas conclusiones serán das a conocer en los próximos días, me permito transcribir una entrada sobre el particular Evaluación del proceso enseñanza – aprendizaje (I), de 17 de enero de 2014 y Evaluación del proceso enseñanza – aprendizaje (II), 11 de febrero de 2014, así como incorporar los enlaces a otras entradas de interés a las que aludía con principio de este escrito.
Evaluación del proceso enseñanza – aprendizaje (I)
Jueves, 17 de enero de 2014
La evaluación educativa del proceso enseñanza aprendizaje exige una reflexión profunda de todo lo que rodea a esa responsabilidad que, por supuesto, abarca multitud de aspectos aparte de la mera evaluación sumativa –rendición de cuentas- del alumnado, actor principal en el proceso de aprendizaje, pero no el único, que padece las limitaciones del sistema entre las que figuran los recursos humanos y materiales de calidad suficiente para abordar esa tarea con posibilidades de éxito
La evaluación forma parte del proceso formativo de enseñanza – aprendizaje y debe contemplarse desde una óptica global. No es de recibo que esa práctica se centralice en exclusiva en la persona el alumno, muchas veces con el único fin de medir el logro de un objetivo, sin tener en cuenta las múltiples circunstancias que influyen en los resultados finales de aprendizaje y con un propósito fiscalizador más que formativo.
Poco se habla de la evaluación del proceso enseñanza – aprendizaje en los diferentes niveles educativos no universitarios en la Ley Orgánica 8/2013, de 9 de diciembre, para la mejora de la calidad educativa (LOMCE) que acaba de entrar en vigor. Sin embargo, en aquellos ámbitos a los que alude, marca unas pautas que debemos contemplar los agentes que intervenimos en la educación y formación.
El apartado VIII del preámbulo se refiere a las evaluaciones externas (de ámbito nacional) e indica, entre otras cosas, que “estas pruebas tendrán un carácter formativo y de diagnóstico”. Además, y me parece importante resaltarlo, en línea con las que realiza la OCDE en el ámbito internacional, “se centran en el nivel de adquisición de las competencias”; estarán orientadas a “medir los resultados del proceso de aprendizaje” y “deberán excluir la posibilidad de cualquier tipo de adiestramiento para su superación.”
La LOMCE trata el tema de la evaluación, también, al referirse a las distintas etapas del sistema educativo. Así, el artículo 20 se centra en la Educación Primaria (EP) con afirmaciones como “la evaluación de los procesos de aprendizaje del alumnado será continua y global…”; “…se comprobará el grado de dominio de las destrezas, capacidades y habilidades en expresión y comprensión oral y escrita, cálculo y resolución de problemas….”; “se prestará especial atención durante la etapa a la atención personalizada de los alumnos y alumnas, la realización de diagnósticos precoces y el establecimiento de mecanismos de refuerzo para lograr el éxito escolar.”
Los artículos 28 y 29 los dedica la LOMCE a la evaluación de la Educación Secundaria Obligatoria (ESO) y destaco de ambos dos aseveraciones: “la evaluación del proceso de aprendizaje del alumnado de la Educación Secundaria Obligatoria será continua, formativa e integradora”; y “con la finalidad de facilitar que todos los alumnos y alumnas logren los objetivos y alcancen el adecuado grado de adquisición de las competencias correspondientes, las Administraciones educativas establecerán medidas de refuerzo educativo, con especial atención a las necesidades específicas de apoyo educativo.”
Al referirse al Bachillerato, la LOMCE dedica el artículo 36 a la evaluación y promoción de los estudiantes. De nuevo, igual que en EP y en ESO no entra al detalle en los procesos, recursos o actores del sistema –alumnos y profesores, principalmente- con lo cual me limito a destacar la primera frase del punto 1 que dice: “la evaluación del aprendizaje del alumnado será continua y diferenciada según las distintas materias.”
En el caso de la Formación Profesional, la LOMCE dedica OCHO LÍNEAS a la evaluación, en el artículo 43. El apartado 1 dice: “la evaluación del aprendizaje del alumnado en los ciclos de Formación Profesional Básica y en los ciclos formativos de grado medio y superior se realizará por módulos profesionales y, en su caso, por materias o bloques, de acuerdo con las condiciones que el Gobierno determine reglamentariamente.” En el punto 2 concluye: “la superación de los ciclos de Formación Profesional Básica, de los ciclos formativos de grado medio y de los de grado superior requerirá la evaluación positiva en todos los módulos y en su caso materias y bloques que los componen.”
La evaluación en el proceso de enseñanza – aprendizaje aparece por vez primera en la Ley 14/1970, de 4 de agosto, General de Educación y Financiamiento de la Reforma Educativa, derogada en su totalidad por Ley Orgánica 2/2006, de 3 de mayo, de Educación (LOE). Hasta entonces, el sistema educativo carecía de una tradición en materia de evaluación educativa y de una cultura asentada en los actores principales del proceso educativo, bien directivos, profesores y alumnos. Evaluación era un término ligado a los resultados obtenidos por el alumnado (evaluación sumativa).
A lo largo de estos últimos cuarenta y tres años el concepto de evaluación ha cambiado de forma sustancial y cualitativa. De hecho, hoy en día la evaluación se ha convertido en un elemento clave y esencial de todo el proceso de enseñanza – aprendizaje.
Pero, ¿Qué entendemos por evaluación? Existen innumerables definiciones que tratan de aproximarse, desde ángulos muy diversos, a un concepto actual en el que inciden multitud de variables. Permítaseme apuntar una del profesor de la Universidad de Valencia, Jesús M. Jornet Meliá, publicada en 2009. Se entiende por Evaluación…”un proceso sistemático de indagación y comprensión de la realidad educativa que pretende la emisión de un juicio de valor sobre la misma, orientado a la toma de decisiones y la mejora.”
Por otro lado, la psicóloga mejicana, doctora en investigación educativa, Yolanda Edith Leyva Barajas aporta, también, en un trabajo sobre Evaluación del Aprendizaje, publicado en marzo de 2010, un análisis de esta definición y subraya las siguientes particularidades:
- “Se trata de un proceso sistemático, es decir, la evaluación debe ser un proceso racionalmente planificado como parte del desarrollo de la enseñanza, de forma que no debe entenderse como algo aislado, ni improvisado, ni desconectado del diseño y desarrollo de la docencia;
- de indagación y comprensión de la realidad educativa, en este sentido, el elemento fundamental radica en el acercamiento a la realidad para conocerla adecuadamente y comprenderla, de forma que no puede darse una evaluación de calidad si no se sustenta sobre un grado de comprensión suficiente de la situación educativa de lo evaluado;
- que pretende la emisión de un juicio de valor sobre la misma, basado en criterios objetivos u objetivables, se entiende que un elemento de objetivación imprescindible en el contexto de la evaluación educativa es el consenso intersubjetivo que pueden manifestar expertos en educación acerca de la calidad de los fenómenos educativos evaluados;
- orientado a la toma de decisiones, es la base necesaria para poder tomar decisiones –de cualquier tipo, sean de mejora (evaluación formativa) o de rendición de cuentas (evaluación sumativa)‐;
- y la mejora sólo puede entenderse que una evaluación es de calidad si permite identificar no sólo los elementos que requieren mejora, sino el cómo dinamizar el proceso de mejora o innovación, es decir, el carácter formativo se identifica como un componente fundamental para cualquier evaluación.”
A todo lo anterior debemos añadir otras dimensiones transversales citadas por los expertos Jornet y Leyva antes citados. Algunas se concretan en el grado o nivel educativo, la edad de los estudiantes (adultos, adolescentes o niños); la modalidad ‐presencial, a distancia, teleformación, mixta‐;…
En fin, ¿Qué se evalúa o pretende evaluar? Las unidades identificables como referencia de los diversos procesos son:
- “Las personas. En este epígrafe se pueden diferenciar evaluaciones referidas a alumnos o estudiantes –de cualquier nivel educativo‐, profesorado y figuras o agentes de la educación (directores escolares, coordinadores académicos, orientadores educativos, supervisores…).
- Las organizaciones educativas. Las cuales se pueden clasificar como formales (sistemas educativos, niveles y/o modalidades educativas, instituciones escolares –de educación básica, media superior o superior- y no formales (programas sociopolíticos de actuación formativa laboral, social, económica, empresarial), instituciones de formación para la empresa, entre otras.
- Los elementos materiales de la intervención educativa. Se incluyen aquí todos los elementos en que se materializa la organización educativa, tales como los proyectos educativos, los currícula o planes de estudio, programas de intervención educativa a cualquier nivel tanto del ámbito educativo como empresarial o social; y materiales educativos (libros de texto, fichas didácticas, material multimedia…).”
En una próxima entrada completaré este escrito con algunos aspectos relevantes de carácter general, como los concernientes a los ámbitos de la evaluación educativa –referidos a personas: alumnos, profesores, equipo directivo,…-; las finalidades de la evaluación –inicial o de diagnóstico; formativa, para la mejora e innovación de los programas educativos, de los procesos de aprendizaje y de las prácticas docentes; sumativa, para certificar el logro de objetivos o competencias- o la tipología de la evaluación del aprendizaje – autoevaluación, coevaluación, heteroevaluación-.
Ello, combinado con una reflexión más particular sobre la evaluación del proceso de enseñanza – aprendizaje en Decroly, generará un fluido debate, estoy seguro, en la comunidad educativa decroliana, que contribuirá a mejorar en su conjunto el servicio educativo que proporcionamos a nuestro alumnado.
Evaluación del proceso enseñanza – aprendizaje (II)
Lunes, 11 de febrero de 2014
Existen múltiples tratados, estudios y trabajos de investigación relacionados con la evaluación educativa; sin duda, la experiencia acumulada de los profesionales docentes ayuda, también, a completar las diversas visiones que contribuyen a dar luz a uno de los elementos esenciales del proceso de enseñanza-aprendizaje
En Evaluación del proceso enseñanza – aprendizaje (I), publicado el 17 de enero pasado, centré mi presentación en el tratamiento que la Ley Orgánica 8/2013, de 9 de diciembre, para la mejora de la calidad educativa (LOMCE) otorga a la evaluación en las diferentes etapas del sistema educativo no universitario. Con respecto a la Formación Profesional, etapa que más nos interesa a todos cuantos componemos la comunidad educativa de Decroly, la LOMCE se limita a determinar, en ¡ocho líneas de texto! una afirmación genérica sobre la evaluación por módulos o, en su caso, materias o bloques del aprendizaje del alumnado en los nuevos ciclos de Formación Profesional Básica y en los existentes de Grado Medio y Grado Superior.
En aquella entrada, apoyándome en una definición y un análisis del concepto de evaluación atribuido a los profesores Jesús M Jornet y Yolanda Edith Leyva, traté de acercar al lector a su significado apoyado en sus reflexiones y teorías. Afirmaba entonces que ello representa un reto permanente para los profesionales docentes, en general, y de Decroly en particular. Dejé constancia, también, de que la evaluación educativa debe contemplarse desde múltiples puntos de vista que se aproximen a tantas y tantas dimensiones troncales y transversales que inciden en el proceso de enseñanza-aprendizaje. Eso sí, el conjunto del profesorado asume que el concepto de evaluación ha experimentado sustanciales transformaciones a lo largo de la reciente historia de la educación en España.
En Decroly, desde su creación en 1978, hemos sido actores principales de esa evolución conceptual de la evaluación. Hoy, nadie lo duda, la evaluación se encuentra entroncada en el proceso mismo de enseñanza – aprendizaje como un elemento clave que guía el desarrollo cotidiano de la acción educativa. Esta temática, como he reiterado en repetidas ocasiones, debe ser tratada desde un considerable número de criterios para, posteriormente, acotarla por los departamentos didácticos a la realidad del centro contemplada desde los ángulos más diversos.
En Decroly, un centro de Formación Profesional Inicial y para el Empleo, la casuística desborda cualquier tipo de previsión inicial. Dentro de los ámbitos en los que se circunscribe la acción educativa contemplamos prioritariamente la evaluación de las personas: alumnos, profesores, personal de administración y servicios (PAS), equipo directivo; también aquellas otras personas que influyen en nuestro quehacer cotidiano, como las pertenecientes al servicio de inspección, de centros u otras unidades de la Consejería de Educación, Cultura y Deporte y de la Consejería de Economía, Hacienda y Empleo. Además, por supuesto, otorgamos un valor muy considerable a la evaluación inicial o de diagnóstico; la evaluación formativa, presente a diario en cada actuación pedagógica y metodológica de todos los implicados en el proceso de enseñanza – aprendizaje; la evaluación sumativa, aplicada para certificar los logros al final del proceso en el tiempo –trimestral o final-; la evaluación tipológica, contemplando procesos de autoevaluación, coevaluación y/o heteroevaluación.
Consideraos, igualmente, la etapa educativa –ciclos formativos, cursos ocupaciones para desempleados, acciones formativas para ocupados-, reflexionando sobre los programas de los respectivos planes y programas de estudio; la edad de los alumnos –adolescentes, jóvenes, adultos-; procedencia –españoles o extranjeros-; el nivel educativo inicial –afectado considerablemente por la flexibilidad de los requisitos de acceso a unos u otros ciclos, cursos y acciones formativas- y la realidad socioeconómica del alumnado; el formato educativo elegido –modalidad completa, parcial, modular, unidades formativas y régimen presencial o a distancia-;…
Muchos afamados pedagogos han escrito, y yo lo comparto plenamente, que el concepto moderno de evaluación debe considerar un elemento sustancial de mejora continua de los programas educativos; de la organización del trabajo en el aula y fuera del recinto escolar, en su caso; y de la utilización más idónea y eficiente de los recursos metodológicos por parte del profesorado. Se trata, por tanto, de considerar la evaluación como una parte estratégica del proceso educativo dinámico, continuo y sistemático que debe imperar en los centros, orientada a verificar el necesario cambio que ha de producirse en la actitud y rendimiento del alumnado. No se trata de evaluar por evaluar, sino de medir y comprobar la eficacia del proceso de enseñanza – aprendizaje. En su consecuencia, la evaluación debe entenderse, también, como un elemento clave que facilite el perfeccionamiento docente.
El objetivo principal de los programas educativos ha dejado de ser la simple transmisión de información y de conocimientos. En Decroly, alineados con los organismos internaciones, nacionales y locales más representativos del ámbito socioeconómico y educativo, se impulsan actuaciones orientadas a estimular capacidades que faciliten el autoaprendizaje (aprender a aprender, aprender a hacer, aprender a emprender); a potenciar el desarrollo personal, a través de la adquisición de competencias clave, transversales, personales y sociales; a decantarnos por el cambio que facilite el logro de los resultados de aprendizaje previamente establecidos;… En Replantear la Educación, una entrada que publiqué en Decroly Digital el 27 noviembre de 2012, aludía en estas reflexiones.
Es preciso fortalecer el carácter propio decroliano, reforzando nuestro ideario pedagógico; personalizando y diferenciando el trabajo profesional, creativo, innovador y facilitador de los profesionales docentes. Hoy nadie discute que cada estudiante es una persona singular, con sus particularidades y circunstancias personales, familiares y sociales específicas, distintas de las que atesoran sus compañeros. A diferencia del modelo tradicional de evaluación, centrado en los resultados, el sistema educativo actual exige, además, una atención esmerada al alumno y a los procesos.
La evaluación no debe reducirse a una mera técnica o cuestión metodológica; más bien, por el contrario, tiene que orientar su foco hacia un conjunto de aspectos relacionados entre sí como son los objetivos, los métodos, el modelo pedagógico, los alumnos, la sociedad, el docente. La evaluación se convierte así en un instrumento que regula y controla la acción educativa; la relación de los alumnos con el conocimiento, de los profesores con los alumnos, de los alumnos entre sí, de los docentes y la familia;… el desarrollo e implementación de un modelo cooperativo del aprendizaje.
Si revisamos Evaluación del proceso enseñanza – aprendizaje (I) comprobaremos algunos aspectos de carácter general que contempla la recientemente aprobada Ley Orgánica 8/2013, de 9 de diciembre, para la mejora de la calidad educativa (LOMCE). Abordaba en aquella entrada, también, algunas cuestiones como ¿qué entendemos por evaluación? y ¿qué se evalúa o pretende evaluar? Hoy he descrito algunos aspectos a evaluar relacionados con los ámbitos y las finalidades de la valoración educativa; la evaluación como herramienta estratégica; evaluar para medir, para mejorar, para atender el talento individual y diverso de cada estudiante; evaluar para garantizar la cultura de la calidad en Decroly, en los centros educativos en general, para favorecer un aprendizaje más coherente con la presente realidad de un mercado de trabajo globalizado y las exigentes demandas y necesidades de la sociedad actual y futura; quien debe intervenir en la evaluación; en suma, tenemos que replantear los aspectos estrictamente formales de la educación y formación para modernizar los sistemas de calidad que favorezcan la mejora del rendimiento de los centros de formación profesional.
En Decroly seguiremos impulsando y fomentando el intercambio de experiencias, de materiales creativos e innovadores, de buenas prácticas pedagógicas y de aprendizaje; la equidad, la atención a la diversidad “por abajo y por arriba”, la igualdad de oportunidades; la participación de todos los estamentos de la comunidad educativa, sí todos, también el colectivo de estudiantes, en la toma de decisiones, otorgándoles protagonismo en la evaluación de todas las personas, recursos, actividades, programas, comportamientos, decisiones que se adopten en el centro, ¿por qué no?
¿Cómo, cuando, por qué evaluar? Ese reto lo debe determinar el conjunto de profesionales docentes de Decroly, en nuestro caso, con la parte alícuota de participación cooperativa reservada al conjunto del alumnado.
DECROLY PONE EL FOCO EN EL APRENDIZAJE DE SU ALUMNADO
23 de agosto de 2018
La resistencia al cambio forma parte del ADN de aquellas personas que les va bien permanecer en la zona de confort en que se encuentran instaladas; no sucede así en quienes trabajamos en Decroly, un centro de Formación Profesional que apuesta por el cambio, la mejora continua, la creatividad e innovación en el actual contexto social transformador; esta propuesta educativa de Decroly conlleva la implantación de un modelo educativo que promueve la excelencia, la integración y la inclusión de TODAS las personas para que, posteriormente, participen activamente en la sociedad del aprendizaje
Al final de mi discurso de jueves 28 de junio pasado ante el auditorio de titulados, familiares y amigos presentes en la Ceremonia de Graduación de la XXXIX Promoción de Alumnos de Decroly hice alusión a la posición de Decroly en la hoy denominada sociedad del aprendizaje. En concreto afirmé que “en esta sociedad del aprendizaje permanente todos nosotros debemos aprender mucho, rápido y a lo largo de toda nuestra vida por que los conocimientos y competencias personales, sociales y profesionales adquiridas hoy se quedarán obsoletos mañana”.
En ese entorno vital, en el primer cuarto de este milenio, los ciudadanos estamos asistiendo a cambios de todo signo y color. En el ámbito de la educación, esas metamorfosis sociales influyen notablemente en la forma de aprender de los estudiantes y en la manera de enseñar de los profesores. Esta realidad se constata mediante el impacto mundial experimentado por las personas como consecuencia de la eclosión de la sociedad de la información y del conocimiento en la segunda mitad del pasado siglo XX. Es en 1969 cuando Peter Drucker (1909-20105), reconocido gurú austríaco-americano a quien se le atribuye la autoría de la expresión “sociedad del conocimiento” (Knowledge Society), incorpora el concepto “aprender a aprender”.
El rol de los profesionales docentes ha evolucionado sustancialmente en esta primera parte del siglo XXI. De hecho, ha dejado de ser una mera transmisión de contenidos. Ahora, el profesor integrado en la sociedad del aprendizaje ha abandonado los viejos estereotipos pedagógicos y metodológicos vigentes en el siglo XIX y en las primeras tres cuartas partes del siglo XX para liderar la creación y la coordinación de los contextos de aprendizaje de su alumnado. Pero, ¿qué entendemos por liderar? En este momento me viene a la mente una frase célebre del escritor y conferenciante holandés Victor Küppers (1970-2XXX) que aporta valor a esa pregunta: “la función de un líder no es decir a la gente lo que tiene que hacer y verificar que está hecho. La esencia para ser buen líder es tener pasión por ayudar”.
La misión del profesor actual será más relevante tanto en cuanto más despierte el talento y las múltiples inteligencias de sus discípulos y les involucre en actividades de todo tipo que respondan a sus intereses y capacidades. De esta manera, los discentes son invitados a elaborar y construir sus propios materiales de estudio y a trabajar colaborativamente con sus compañeros, en equipo, de forma responsable, descubriendo su talento, desarrollando su creatividad, facilitando la aparición de su espíritu crítico y de su responsabilidad para superar con éxito las distintas etapas de su proceso de aprendizaje.
En este escenario, el profesorado de la sociedad del aprendizaje centra el foco en las metodologías y en los objetivos de aprendizaje. Además, este colectivo innovador de profesionales docentes posiciona su práctica educativa en el desarrollo de competencias que favorezcan la determinación y la ilusión del alumnado por “aprender a aprender”.
En la sociedad del aprendizaje en la que vivimos, el saber se encuentra en todas partes. Por esa razón el currículo de los estudios reglados ha de ser flexible; las TIC deben estar integradas en el aula; la teoría y la práctica formarán un todo estrechamente relacionado; profesores y alumnos apostarán por un aprendizaje no exclusivo de conocimientos para dedicar la mayor parte de su tiempo al desarrollo de habilidades y capacidades transversales. Además, hoy nadie lo cuestiona, también es necesario “aprender a aprender” porque esa competencia es de las pocas que carecen de fecha de caducidad.
Los establecimientos educativos nos situamos ahora en ese nuevo escenario surgido con la llegada de la sociedad del aprendizaje. Así sucede en Decroly. Los estudiantes aprenden en el aula, si, con los contenidos que les transmite el profesorado, pero también abundan, de forma generalizada, nuevos ambientes y espacios de aprendizaje.
Ahora el papel del profesor experimenta una transformación sin precedente alguno. Ya no es un mero transmisor de conocimientos sino más bien, por el contrario, un facilitador que acompaña a sus alumnos en su diario progreso de aprendizaje. En esa tarea, su misión fundamental consiste en proporcionarles herramientas que faciliten el aprendizaje mediante la adquisición de competencias útiles para toda la vida y que les permitan adaptarse a los galopantes cambios que se producen a diario y a otros que se avecinan a velocidad de vértigo. Esta filosofía es aplicable a todas las etapas y niveles educativos.
Revisemos sucintamente la historia de la “sociedad del aprendizaje”. El término lo utilizó por ver primera Robert M. Hutchins (1899-1977), filósofo americano que fue rector de la universidad de Chicago y, previamente, decano de la Facultad de Derecho de la Universidad de Yale, en 1970. Su difusión, a nivel mundial, se produce gracias a la incorporación de este concepto en la filosofía educativa de la OCDE y de la UNESCO.
Considera Hutchins el aprendizaje como motor del desarrollo económico de una nación. Sostiene, además, que la educación debe ir más allá del aprendizaje formal en escuelas, colegios y universidades y encaminarse hacia centros de aprendizaje informales para apoyar una economía del conocimiento. Esa posición del profesor Hutchins, referida a la sociedad del aprendizaje ha cobrado un importante protagonismo y arraigo en los últimos años. Defiende el ilustre profesor americano que el aprendizaje es una actividad, no un lugar, que se produce, en gran medida también, fuera de los establecimientos educativos convencionales. Esa actividad se encuentra, por tanto, descentralizada y desregulada, erigiéndose así uno de los principios básicos de la teoría de la globalización.
El concepto de “Sociedad de Aprendizaje” es futurista, cooperativo y reflexivo. En el pasado, aprender era considerado como una actividad competitiva, represiva y paternalista, pero ahora se entiende como un proceso cooperativo, cosmopolita y universal. Por esa razón ya no va a existir un único lugar para aprender. Por el contrario, vamos a vivir paulatinamente en un “espacio abierto de aprendizaje”.
La tradicional distinción entre educación formal (sistemas educativos), educación no formal (por ejemplo, la familia) y educación informal (la que se hace sin intención educativa, por mera presión ambiental) va a verse ampliada por la aparición de la educación virtual, un nuevo tipo en el que cada persona tendrá la posibilidad de seleccionar su propio programa de aprendizaje -Massive Open Online Courses (MOOCs) (Cursos Online Gratis y Masivos), “Universidades Abiertas”).
Para finalizar quiero trasladar un mensaje publicado en la revista “Forbes”, relacionado con un informe elaborado por CISCO. Las grandes compañías han dado muestra de su interés y preocupación por la educación. Alguna de las más prestigiosas y relevantes a nivel internacional así lo acreditan. Es el caso de la precitada CISCO que publicó en 2010 –ya ha llovido- el estudio Sociedad del aprendizaje, dirigido por John Thomas Chambers (1949-2—), Presidente y CEO de esa compañía, que me ha llamado extraordinariamente la atención.
En concreto menciona, de forma destacada en ese informe, nueve principios que caracterizan a la Sociedad del Aprendizaje. A saber:
- engendra una cultura del aprendizaje a lo largo de la vida,
- busca desarrollar alumnos motivados, comprometidos, que están preparados para conquistar los desafíos no previstos del mañana, tanto como los del hoy
- coloca el aprendizaje bajo la órbita del que aprende, concibiéndolo como una actividad, no un lugar,
- considera que el aprendizaje es algo para todos, que nadie debería ser excluido
- reconoce que la gente aprende de maneras diferentes, y persigue satisfacer esas necesidades,
- cultiva y abraza nuevos proveedores de aprendizaje, de los sectores público, privado y tercer sector,
- desarrolla nuevas relaciones y nuevas redes entre alumnos, proveedores (nuevos y antiguos), financiadores e innovadores,
- proporciona la infraestructura universal necesaria para el éxito-todavía física, pero progresivamente virtual,
- apoya sistemas de innovación continua y de feedback para desarrollar conocimientos que funcionen en diferentes circunstancias.
Quien me conoce sabe que soy una persona que me fascinan los aforismos (refranes, proverbios, dichos,…) porque expresan con muy pocas palabras –muchas veces de forma ingeniosa- verdades como puños. Hoy, para concluir esta entrada quiero mencionar dos que me cautivan especialmente: “excelente maestro es aquel que, enseñando poco, hace nacer en el alumno un deseo grande de aprender”, del escritor y poeta italiano Arturo Graf; “el trabajo del maestro no consiste tanto en enseñar todo lo aprendible, como en producir en el alumno amor y estima por el conocimiento”, del filósofo inglés John Locke.
ARRANCA EL CURSO ESCOLAR 2018-2019 EN DECROLY
27 de setiembre de 2018
Alumnos, profesores y equipo directivo de Decroly se dieron cita en el salón de actos del centro para participar en el primer acto académico de este curso escolar 2018-2019, una vez finalizadas las vacaciones estivales
Tal y como es costumbre en este centro de Formación Profesional las presentaciones se sucedieron en diez sesiones, celebradas en cinco días intensos, en los que los alumnos de FP Básica, Grado Medio y Grado Superior mantuvieron un primer encuentro con este director, el equipo directivo, tutores y profesores de los veintidós ciclos formativos que operan este curso en Decroly.
La reunión estuvo presidida por un ambiente distendido y cordial, especialmente con los alumnos de segundo, absolutamente integrados en la cultura corporativa de Decroly. Ellos han vivido el curso pasado en un entorno educativo en el que prima un clima escolar y social que favorece la empatía, la asertividad y unas relaciones interpersonales abiertas, sinceras, espontáneas, que facilitan contextos colaborativos y participativos eficaces. Los alumnos de nuevo ingreso, matriculados en primer curso la inmensa mayoría, tuvieron la oportunidad de percibir, asimismo, algunas de las peculiaridades que definen el carácter propio de Decroly, como las anteriormente descritas.
En todos y cada uno de los actos celebrados aprecié, particularmente entre los estudiantes de segundo curso, una actitud muy positiva con el equipo directivo, profesorado y sus propios compañeros, tal vez porque unos y otros nos hemos echado de menos durante el período vacacional de julio y agosto.
“La cara es el espejo del alma y los ojos son sus intérpretes”, decía Cicerón. En ese espejo y en esos ojos yo aprecié un halo de alegría y de felicidad motivado, estoy seguro, por el reencuentro de compañeros y, muchos de ellos, sin embargo, amigos. Con los alumnos de primer curso, según mis primeras sensaciones, aprecié en sus rostros una cierta actitud expectante, a medida que transcurría el acto informativo e interactivo a su vez. Me di cuenta que su semblante se transformaba, tal vez, por darse cuenta que habían elegido el centro adecuado a sus intereses y expectativas.
Durante mi presentación, después de los protocolarios saludos y palabras de bienvenida, pasé revista con los alumnos de segundo curso, a sus actuaciones, las de los profesores y del personal de administración y servicios. Recordábamos el escenario en que transcurrió su vida académica y social el curso pasado. Puse un énfasis especial evocando el entorno cooperativo de aprendizaje construido entre alumnos y profesores para favorecer su bienestar en Decroly, facilitar el logro de todos los objetivos inherentes a los estudios realizados, descubrir y desarrollar su talento innato y contribuir al impulso de sus múltiples inteligencias. Esta foto finish se la trasladé, también, a los alumnos de primero para que la tuvieran presente y la juzgaran el próximo año por estas fechas.
De forma escueta, sucinta, como si de bullet points se tratara, planteé alguno de los asuntos que a todos nos ocupan y preocupan. Señalé aquellos aspectos fundamentales de los perfiles de cada título y de las ocupaciones a las que conducen; presenté argumentos justificativos referidos a la formación y aprendizaje a lo largo de toda la vida, con relevancia para la cambiante empleabilidad que se avecina; animé a considerar las ventajas que aporta una estrategia colaborativa de aprendizaje activo y participativo, con intervenciones directas de alumnos y profesores;… recordé un conocido proverbio chino muy apropiado para esta ocasión que dice más o menos así: “los maestros pueden abrir la puerta pero solo tú, aprendiz, puedes entrar”.
En otro orden de cosas, fomenté un coloquio sobre la Formación en Centros de Trabajo (FCT) en empresas de Cantabria o en otras de la Unión Europea para aquellos alumnos que soliciten y sean beneficiarios de una beca de movilidad Erasmus. Hablamos de plurilingüismo y estuvimos todos de acuerdo sobre la importancia de conocer lenguas extranjeras, particularmente, inglés. Anuncié al alumnado la posibilidad de asistir a clases de refuerzo gratuitas durante los períodos no lectivos establecidos en el calendario escolar 2018-2019. A saber, de lunes 29 de octubre a viernes dos de noviembre de 2018 y de 28 de febrero a 4 de marzo de 2019.
Otro bloque informativo y de debate lo centré en la adquisición y en el desarrollo de competencias profesionales, emocionales y sociales imprescindibles en el ámbito profesional y empresarial, además de en otros contextos cotidianos; aludí y expliqué el impacto en esta primera parte del siglo XXI de la denominada sociedad del aprendizaje y describí las características que la determinan como son, por ejemplo, aprender a aprender; aprender a ser; aprender a lo largo de toda la vida; mencioné, someramente, algunos aspectos del proyecto curricular y de las programaciones didácticas, en los que hemos incrustado de forma destacada la participación activa en jornadas, certámenes, concursos, celebraciones, proyectos, actividades complementarias y extraescolares,…
La última parte de mi intervención centré el foco en asuntos que tratamos con especial sensibilidad en Decroly como son los derechos y deberes de todos cuantos conformamos la comunidad educativa de este centro, las normas de convivencia, la disciplina positiva, el precitado clima escolar; el aprendizaje cooperativo mediante proyectos; las relaciones interpersonales; la comunicación, como eficaz instrumento de buenas prácticas en el ámbito educativo y social; el Certamen Decroly Digital;…
Finalmente puse en valor nuestra apuesta, sin paliativo alguno, por la educación inclusiva, la equidad, la atención a la diversidad, la igualdad de oportunidades, el respeto y no discriminación por cualesquiera causas, sean de nacionalidad, religión, orientación sexual, etc. Con todos estos ingredientes perseguimos un objetivo muy especial: estar alegres, venir contentos al centro, contribuir al interés general, en suma, ¡ser felices en Decroly!
Antes de despedirme les dejé un par de citas para su reflexión que encierran un mensaje muy profundo. Una, atribuida al escritor español Francisco de Quevedo “Lo que en la juventud se aprende, toda la vida dura”. La otra, acuñada por el político estadounidense Thomas Jefferson “Me gustan más los sueños del futuro que la historia del pasado”.
Concluida mi presentación y el subsiguiente coloquio, el jefe de estudios, Pedro Cuesta, procedió a informar a los estudiantes sobre asuntos operativos a tener en cuenta en el comienzo de curso. Posteriormente, cada grupo se reunió con su tutor y miembros del equipo docente para recibir los horarios provisionales y las primeras orientaciones e indicaciones de carácter general en estas fechas.
Si quieres conocer cómo se desarrollaron los actos de presentación de los cursos escolares de los últimos años pincha en los siguientes enlaces:
–PISTOLETAZO DE SALIDA DEL CURSO 2017-2018 EN DECROLY (I), de 19 de septiembre de 2017
–Se me quedó en el tintero, de 30 septiembre de 2016
-Arranca la XXXIX Promoción de alumnos de FP en Decroly, de 23 septiembre de 2016
–PRESENTACIÓN DEL CURSO 2015-2016, de 29 de septiembre de 2015
–Inauguración del curso 2014-2015 en Decroly, de 19 de septiembre, 2014
–PRESENTACIÓN DEL CURSO 2012-2013, de 18 de septiembre de 2012
CAMBIO PERMANENTE EN LA FP: SIN PRISA PERO SIN PAUSA
20 de diciembre de 2018
El sistema educativo, en general, y la Formación Profesional, en particular, viven momentos de cambio y de incertidumbre, como los vive el conjunto de la sociedad, fruto de innumerables causas que tienen su origen en el desarrollo imparable de las tecnologías de la información y las comunicaciones, la robótica, la digitalización, la eclosión de las redes sociales y en otros fenómenos socioeconómicos y políticos que están modificando ya los tradicionales comportamientos de la ciudadanía.
Una tendencia admitida por la inmensa mayoría de los expertos nos indica que la educación ha dejado de ser un asunto circunscrito al entorno social y geográfico en el que se ubica un centro educativo o un colectivo de personas. Más bien, por el contrario, la transformación en el ámbito de la educación y de la Formación Profesional está siendo orientada hacia la adquisición de habilidades, capacidades y competencias en clave internacional. Esta realidad ha sido intensamente influenciada por la eclosión de las tecnologías precitadas que afectan a todos los órdenes de la vida de los ciudadanos del siglo XXI, en un mundo globalizado y totalmente interconectado.
A día de hoy, muchas personas nos sentimos desbordadas por el impacto que nos causa un acceso a la información casi ilimitado, sin precedente alguno. Esta realidad debe hacer reflexionar a la clase política, en su conjunto; a las autoridades educativas; a los agentes económicos y sociales y, cómo no, a los profesionales docentes sobre el papel de cada cual para afrontar el reto de preparar a nuestros escolares, una inmensa mayoría nacidos en este siglo XXI, para vivir en la incertidumbre del presente y del inmediato futuro en esta singular sociedad en la que nadie se atreve a aventurar que nos deparará en los próximos años.
¿Qué perfiles profesionales serán necesarios en el año 2030, por ejemplo? Si damos por válido el mensaje de la frase del poeta, dramaturgo y periodista uruguayo Mario Benedetti “Cuando nos hemos aprendido las respuestas nos han cambiado las preguntas” parece que estamos abocados a reformular constantemente una educación y Formación Profesional que puede quedarse obsoleta de un día para otro si contemplamos las perentorias necesidades del mercado laboral y de aquellas personas nacidas con el tercer milenio, particularmente.
Ahora bien, no perdamos el foco. Nadie cuestiona el papel fundamental de la escuela respecto a la preparación del alumnado para integrarse en una sociedad futura desconocida. Pero, también, desde el sistema educativo, desde los centros de Formación Profesional y universitarios, principalmente, hemos de dar respuesta a las apremiantes exigencias del mercado laboral de hoy. Ello no es óbice, sin embargo, para consolidar y fortalecer conceptos esenciales de la hoy denominada sociedad del aprendizaje, como es la competencia de “aprender a aprender” porque es una de las pocas que carecen de fecha de caducidad. Una información adicional sobre este asunto puedes encontrarla en mi entrada DECROLY PONE EL FOCO EN EL APRENDIZAJE DE SU ALUMNADO, de 23 de agosto de 2018.
En Decroly, y estoy seguro que en la mayoría de los centros de Formación Profesional, el cambio –entendido como mejora continua- forma parte de su idiosincrasia, de los valores que definen su carácter propio y que se reflejan en el proyecto educativo del centro, en la programación general anual, en el proyecto curricular y en cada una de las programaciones didácticas de cada módulo formativo.
Decroly ha vivido y respetado con lealtad institucional todas las propuestas de cambio establecidas en todas y cada una de las leyes educativas y en la normativa estatal y autonómica que las desarrollan. Además, el cambio y la transformación educativa y pedagógica forman parte del quehacer cotidiano del profesorado en complicidad con el conjunto de los estudiantes de Formación Profesional Básica (FP Básica) Grado Medio (GM) y Grado Superior (GS). La educación, la Formación Profesional, lo decía el ilustre pedagogo brasileño Pablo Freire, no cambia el mundo, cambia a las personas que van a cambiar el mundo.
A lo largo de los 40 años de existencia de este centro concertado de Formación Profesional hemos tenido en cuenta dos elementos esenciales: la formación integral del alumno y la empleabilidad de todos nuestros estudiantes.
Respecto a la formación integral de cada uno de nuestros discentes, los valores han ocupado un lugar preeminente. En este terreno, Decroly ha puesto el foco en innumerables aspectos como la honestidad, respeto, responsabilidad, compañerismo, equidad, igualdad de oportunidades, tolerancia a la presión, creatividad, empatía, proactividad, orientación a resultados, capacidad de trabajar en equipo, capacidad para resolver conflictos y problemas, adaptación al cambio, capacidad de comunicar eficientemente, de tomar decisiones,…
La empleabilidad, por otro lado, siempre ha sido entendida en Decroly como la capacitación de los estudiantes para acceder a distintos puestos de trabajo en circunstancias y situaciones diversas. Para ello, los valores, las virtudes y las competencias transversales, como los señalados anteriormente, han sido y son un elemento clave en el quehacer cotidiano de este centro para, entre otras razones, dar respuesta a las demandas del mercado de trabajo en cada momento.
La cultura del cambio permanente, de la transformación de todos los procesos educativos que lo facilitan, debe sustentarse en una estrategia coherente que nos defina objetivos claros que concreten lo que debe aprender el alumnado, lo que debe enseñar el profesorado y, a partir de estas premisas, lo que realmente aprenden y cómo evaluar los resultados reales de aprendizaje.
Entre los elementos más destacables del aprendizaje del alumnado, atemporales y sin fecha de caducidad como otros del ámbito cognoscitivo, Decroly fija una atención especial en los siguientes aspectos: la implementación y desarrollo de la inteligencia emocional, el espíritu crítico y la creatividad; en la capacidad de asumir críticas y de aceptar el error, como una oportunidad para mejorar; en conceptos como aprender a aprender y a reaprender, en estrategias de educación para que las personas se adapten a los nuevos contextos que el mercado de trabajo demanda cada día.
Para ello, a través de las enseñanzas del profesorado se define un escenario para facilitar permanentemente los logros del alumnado antes descritos. Los profesionales docentes somos un ejemplo para el colectivo estudiantil. Cada curso escolar, en unas y otras circunstancias formativas cotidianas, predicamos con el ejemplo, gestionamos correctamente los cambios, trabajamos colaborativamente en equipo, evaluamos e incorporamos la crítica constructiva reflexionando individual y colectivamente sobre los éxitos y eventuales fracasos que puedan generarse. Alumnos y profesores aplicamos, en suma, aquel principio atribuido a John Dewey, uno de los padres de la Pedagogía moderna: learning by doing, aprender haciendo, por su traducción al castellano.
¿Y qué aprende realmente el alumnado? Deberemos preguntárselo a ellos. Ahora bien, en Decroly, creemos firmemente en los planteamientos arriba reseñados. Lo que si tenemos claro, también, es que los aprendizajes no van dirigidos a superar los exámenes exclusivamente. Tal es así que los modelos de valoración se centran, fundamentalmente, en la denominada evaluación formativa. En ese proceso de evaluación de los resultados de aprendizaje Decroly aplica, en mayor o menor medida, los criterios expuestos en algunas de mis entradas en este blog, como: EVALUACIÓN DEL PROCESO ENSEÑANZA – APRENDIZAJE (I), de 17 de enero de 2014; EVALUACIÓN DEL PROCESO ENSEÑANZA – APRENDIZAJE (II), de 11 de febrero de 2014; LA AUTOEVALUACIÓN Y COEVALUACIÓN DEL ALUMNADO PIDE PASO EN DECROLY, de 11 de octubre de 2016 y EVALUACIÓN DE SEGUIMIENTO CUALITATIVA, de 21 de febrero de 2017.
Concluyo con unas reflexiones del psicopedagogo italiano Francesco Tonucci: el docente del siglo XXI debe reunir como características la creatividad, la emoción, la capacidad reflexiva, la visión de equipo, la visión innovadora, el compromiso y ser capaz de despertar en su alumnado el deseo de aprender.
Otras entradas y enlaces de interés:
–COMPETENCIAS ESENCIALES PARA LA EMPLEABILIDAD DE LOS JÓVENES Y PARA LA RECUALIFICACIÓN DE LA FUERZA LABORAL DE LAS EMPRESAS, de 15 de marzo de 2018
–LAS EMPRESAS VALORAN LAS COMPETENCIAS PROFESIONALES Y TRANSVERSALES POR IGUAL, de 18 de enero de 2018
–TRABAJO POR COMPETENCIAS E IMPULSO DE LA CREACIÓN DE EMPRESAS, de 20 de febrero de 2015
–DIEZ COMPETENCIAS DIGITALES BÁSICAS… ¡DEL PROFESOR!, de 18 de agosto de 2011