Educación y formación en competencias

Desde la atalaya de mi posición profesional me dispongo a escribir unas líneas sobre la implementación en Decroly del concepto educación y formación en competencias orientada al desempeño profesional en esta sociedad multicultural, plurilingüista y globalizada mediatizada por la conectividad y el acceso instantáneo a la información y al conocimiento

El perfil humano y profesional que demanda la sociedad de la era digital en la que nos hemos adentrado con la aparición de internet y el impacto sin precedentes de las1 fjm nuevas tecnologías de la información y de las comunicaciones han puesto patas arriba los tradicionales sistemas de enseñanza. Atrás han quedado los hoy obsoletos modelos educativos en los que primaba, prioritariamente, la transmisión de la información; la adquisición del conocimiento, concentrado en los libros de texto y en la cabeza de los docentes y el aprendizaje formal, ajeno al inmenso valor que aportan otro informal y no formal. ¡Cuánto ha llovido desde aquellos primeros contactos míos con la profesión docente en 1968, cuando comencé mi carrera de Magisterio!

He vivido todas las reformas educativas acaecidas en la España contemporánea, iniciadas con la Ley 14/1970, de 4 de agosto, General de Educación y Financiamiento de la Reforma Educativa, derogada en su totalidad por la Ley Orgánica 2/2006, de 3 de mayo, de Educación (LOE), que reformó la Ley de Instrucción Pública de 9 de setiembre de 1857. Tras el gran pacto y consenso alcanzado en la Constitución Española de 27 de diciembre de 1978, llegaron otras, impulsadas por los sucesivos Gobiernos constitucionales que, lamentablemente, quebraron el incipiente consenso logrado en aquella España que miraba ilusionada a Europa y al mundo más desarrollado del que había estado desconectada, si no aislada.

 2 Leyes Reguladoras del Sistema Educativo Español

Así, legislatura tras legislatura, fueron apareciendo en este país otros enfoques fruto de la entrada en vigor de los programas educativos de los distintos partidos políticos que sustentaron a los sucesivos Gobiernos de España. Es el caso de la Ley Orgánica 8/1985, de 3 de julio, Reguladora del Derecho a la Educación (LODE); la Ley Orgánica 1/1990, de 3 de octubre, de Ordenación General del Sistema Educativo (LOGSE); la Ley Orgánica 9/1995, de 20 de noviembre, de la Participación, la Evaluación y el Gobierno de los Centros Docentes (LOPEG); la Ley Orgánica 5/2002, de 19 de junio, de las Cualificaciones y de la Formación Profesional (LOCFP); la Ley Orgánica 2/2006, de 3 de mayo, de Educación (LOE); la Ley Orgánica 8/2013, de 9 de diciembre, para la mejora de la calidad educativa (LOMCE) y los desarrollos normativos de unas y otras, ampliados por la producción legislativa de Cantabria, a partir de la asunción de las competencia en Educación

El disenso, la algarabía y el empleo de la educación como arma arrojadiza de las d3 loe-lomceisputas partidistas cotidianas nos han conducido a la tormentosa situación de hoy. La atmósfera reinante en el sector de la educación se me antoja infumable y las expectativas de cambio de paradigma a corto plazo parecen poco halagüeñas. Muchas leyes, tal vez demasiadas, para una comunidad educativa que ha estado sometida a vaivenes y desencuentros permanentes auspiciados por unos gobernantes con escasa altura política demostrada.

Hoy, los españoles estamos viviendo una etapa crítica de nuestra historia política. Nos encontramos en un momento en el que parecían vislumbrarse signos de recuperación y progreso económico y social augurando el final de una crisis sin precedentes que ha diezmado las expectativas de los ciudadanos, particularmente de los más jóvenes. La incertidumbre se apodera de nuestras almas y otea en un horizonte azotado por el radicalismo, las actitudes secesionistas de una parte de los gobernantes y la insolidaridad manifiesta de aquella parte de españoles que pretende imponer sus egoístas aspiraciones al conjunto de sus compatriotas.

Pero yo inicié esta entrada con la intención de escribir unas reflexiones sobre procesos de aprendizaje y sobre educación y formación en competencias útiles para la vida, como diría el siempre recordado Ovide Decroly, impulsados desde este centro de Formación Profesional que me honro en dirigir. Sí, de educación y formación en competencias; de fortalecer e implementar un modelo educativo que coadyuve a la formación de una ciudadanía capaz de incorporarse a la sociedad del siglo XXI con garantía de éxito; de cambio y de mejora continua al servicio de esos fines.

Este domingo, el presidente de CECE-CEPYME de Cantabria, Lorenzo Vidal de la Peña, en una columna de opinión el Diario Montañés escribía: “hoy en día hay dos tipos de organizaciones: las que cambian, evolucionan y se adaptan a los tiempos y las que desaparecen”. Decroly se enmarca en el grupo de las primeras, desde su creación en 1978. Además, a diferencia de quienes deberías ser un ejemplo para los ciudadanos –partidos políticos radicales y gobiernos autonómicos sustentados por ellos-, respetamos las leyes y las cumplimos. También, ¿cómo no? esta comunidad educativa se abstrae de los conflictos externos y se centra en su trabajo cotidiano.

Existen muchas acepciones del término competencia. Una de ellas, por ejemplo, se refiere a la rivalidad o competición que pueda existir en el ámbito del deporte; también, esta palabra se usa para definir la pelea que mantienen dos o más empresas por imponer sus productos en el mercado a la hora de introducir determinados bienes o servicios. Una tercera, se vincula a la capacidad, la habilidad, la destreza o la pericia para ejercer una función específica o gestionar un asunto concreto;…

Si centramos el foco en el ámbito educativo de la expresión competencia, y nos asomamos a multitud de informes y de estudios sobre el particular, pronto4 VidaldelaPena descubriremos que la inmensa mayoría de los expertos coinciden en sostener que la competencia educativa se encuentra íntimamente asociada a aprender a conocer, aprender a hacer, aprender a convivir y aprender a ser, pilares fundamentales de la educación y formación para afrontar los desafíos de este siglo XXI. Decroly ha trabajado y trabaja con ahínco y determinación para que cada uno de sus alumnos descubra su talento innato para desarrollar sus múltiples inteligencias en pos del descubrimiento de su vocación y de su posicionamiento personal y social futuros.

Decroly se anticipó a las competencias educativas básicas establecidas en la Ley Orgánica 2/2006, de 3 de mayo, de Educación (LOE) y posteriormente, una vez publicada la Ley, se reafirmó en ellas, como si de un credo se tratara, para que fueran adquiridas por todos y cada uno de sus alumnos. Tal fue así que las impulsó, integró y consolidó en el currículo de los planes de estudio de los distintos grados de Formación profesional. Simultáneamente, Decroly ha desarrollado una cultura corporativa basada en la equidad; la integración multicultural y multiétnica; la igualdad de oportunidades para todos sus alumnos; el plurilingüismo; atención a la diversidad; dimensión internacional de la educación y formación, entre otros valores esenciales.

Con la entrada en vigor de la Ley Orgánica 8/2013, de 9 de diciembre, para la mejora 5 gloriat02de la calidad educativa (LOMCE) Decroly ha complementado esas competencias básicas con otras recomendadas por el Consejo de Europa, como son: competencia en comunicación lingüística, competencia matemática y competencias básicas en ciencia y tecnología, competencia digital, aprender a aprender, competencias sociales y cívicas, sentido de iniciativa y espíritu emprendedor, conciencia y expresiones culturales.

El equipo docente de Decroly ha dado pasos al frente muy significativos en materia de implementación de sus competencias profesionales y las de sus discentes. En concreto, ha progresado hacia postulados que amplían el concepto de competencia desempeño. Esa idea incluye un amplísimo abanico de competencias emocionales y sociales. Para ello, las competencias cognitivas se mezclan con otra perspectiva de carácter socioconstructiva para enfatizar algunos matices como la tutorización y dialogo permanente alumno profesor; la misión facilitadora de los profesionales docentes o la función multitarea y multidisciplinar a la que deberá enfrentarse el alumno en su vida personal y social.

En este mismo orden de cosas, Decroly integra en su diario quehacer la perspectiva del aprendizaje socioconstructivo poniendo el acento en aquellas competencias que la sociedad demandará a cada uno de sus alumnos para tener un desempeño exitoso. Por ello, el foco cotidiano del proceso de enseñanza aprendizaje se centra en asuntos que impulsen la competencia de aprender a aprender, la cooperación, la solución de problemas, el procesamiento de la información, la gestión de la incertidumbre, la toma de decisiones en función de una información incompleta, la valoración del riesgo y desarrollo de la competencia colaborativa.  

La experiencia se ha fortalecido en estos dos últimos cursos académicos y tiene visos de consolidarse permanentemente en nuestro entorno educativo decroliano. Decroly ha propiciado un ambiente adecuado para desplegar, asimismo, toda suerte de6 dostiposdeorganizaciones competencias transversales cambiantes, personales y profesionales, que podemos agrupar en cuatro categorías, de acuerdo con la clasificación realizada por Pau López Vicente, Profesor titular de la Facultad de Psicología, C. de la Educación y del Deporte de la Universitat Ramon Llull de Barcelona, en su artículo “Educación no formal y educación para la competencia”.  

Competencias físicas: destrezas y habilidades para la vida cotidiana, conocimiento y práctica de la vida saludable relacionada con la nutrición sana y el deporte, etc.  

Competencias cognitivas: conocimiento y valoración del entorno, de la ciudad, de la montaña, del contexto rural; conocimiento de las fases y procesos de la vida en cada contexto; conocimientos, actitudes y habilidades para la planificación y el desarrollo de proyectos, con iniciativa y creatividad.  

Competencias sociales: capacidad de trabajar en equipo, respeto, colaboración y apoyo, solidaridad, liderazgo compartido, conducta democrática y ética, servicio a la comunidad.  

Competencias emocionales: autoestima, capacidad de motivación, ilusión, resiliencia, el sentido del esfuerzo y el esfuerzo con sentido, empatía, creación de buen clima de convivencia, reconocimiento de los estados de ánimo propios y ajenos, entre otras características que Goleman (1997) otorgaba a la inteligencia emocional.  

En suma, Decroly ha elegido la senda del tren del futuro. Por ello, y emulando en esta ocasión al entusiasta nuevo presidente de CEOE-CEPYME de Cantabria, Decroly incorpora a su acervo la frase con la que comienza su columna de Opinión este domingo “hoy en día hay dos tipos de organizaciones: las que cambian, evolucionan y se adaptan a los tiempos y las que desaparecen”. Decroly forma parte activa del grupo citado en primer lugar.

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