Existen múltiples tratados, estudios y trabajos de investigación relacionados con la evaluación educativa; sin duda, la experiencia acumulada de los profesionales docentes ayuda, también, a completar las diversas visiones que contribuyen a dar luz a uno de los elementos esenciales del proceso de enseñanza-aprendizaje
En Evaluación del proceso enseñanza – aprendizaje (I), publicado el 17 de enero pasado, centré mi presentación en el tratamiento que la Ley Orgánica 8/2013, de 9 de diciembre, para la mejora de la calidad educativa (LOMCE) otorga a la evaluación en las diferentes etapas del sistema educativo no universitario. Con respecto a la Formación Profesional, etapa que más nos interesa a todos cuantos componemos la comunidad educativa de Decroly, la LOMCE se limita a determinar, en ¡ocho líneas de texto! una afirmación genérica sobre la evaluación por módulos o, en su caso, materias o bloques del aprendizaje del alumnado en los nuevos ciclos de Formación Profesional Básica y en los existentes de Grado Medio y Grado Superior.
En aquella entrada, apoyándome en una definición y un análisis del concepto de evaluación atribuido a los profesores Jesús M Jornet y Yolanda Edith Leyva, traté de acercar al lector a su significado apoyado en sus reflexiones y teorías. Afirmaba entonces que ello representa un reto permanente para los profesionales docentes, en general, y de Decroly en particular. Dejé constancia, también, de que la evaluación educativa debe contemplarse desde múltiples puntos de vista que se aproximen a tantas y tantas dimensiones troncales y transversales que inciden en el proceso de enseñanza-aprendizaje. Eso sí, el conjunto del profesorado asume que el concepto de evaluación ha experimentado sustanciales transformaciones a lo largo de la reciente historia de la educación en España.
En Decroly, desde su creación en 1978, hemos sido actores principales de esa evolución conceptual de la evaluación. Hoy, nadie lo duda, la evaluación se encuentra entroncada en el proceso mismo de enseñanza – aprendizaje como un elemento clave que guía el desarrollo cotidiano de la acción educativa. Esta temática, como he reiterado en repetidas ocasiones, debe ser tratada desde un considerable número de criterios para, posteriormente, acotarla por los departamentos didácticos a la realidad del centro contemplada desde los ángulos más diversos.
En Decroly, un centro de Formación Profesional Inicial y para el Empleo, la casuística desborda cualquier tipo de previsión inicial. Dentro de los ámbitos en los que se circunscribe la acción educativa contemplamos prioritariamente la evaluación de las personas: alumnos, profesores, Personal de Administración y Servicios (PAS), equipo directivo; también consideramos a aquellas otras personas que influyen en nuestro quehacer cotidiano, como las pertenecientes al Servicio de Inspección, de centros u otras unidades de la Consejería de Educación, Cultura y Deporte y de la Consejería de Economía, Hacienda y Empleo. Además, por supuesto, otorgamos un enorme valor a la evaluación inicial o de diagnóstico; a la evaluación formativa, presente a diario en cada actuación pedagógica y metodológica de todos los implicados en el proceso de enseñanza – aprendizaje; a la evaluación sumativa, aplicada para certificar los logros al final del proceso en el tiempo –trimestral o final- y a la evaluación tipológica, contemplando procesos de autoevaluación, coevaluación y/o heteroevaluación.
Valoramos, igualmente, la etapa educativa –ciclos formativos, cursos ocupaciones para desempleados, acciones formativas para ocupados-, reflexionando sobre los programas de los respectivos planes y programas de estudio; la edad de los alumnos –adolescentes, jóvenes, adultos-; procedencia –españoles o extranjeros-; el nivel educativo inicial –condicionado considerablemente por la flexibilidad de los requisitos de acceso a unos u otros ciclos, cursos y acciones formativas- y la realidad socioeconómica del alumnado; el formato educativo elegido –modalidad completa, parcial, modular, unidades formativas y régimen presencial o a distancia-;…
Muchos afamados pedagogos han escrito, y yo lo comparto plenamente, que el concepto moderno de evaluación debe considerar un elemento sustancial de mejora continua de los programas educativos, de la organización del trabajo en el aula y fuera del recinto escolar, en su caso y de la utilización más idónea y eficiente de los recursos metodológicos por parte del profesorado. Se trata, por tanto, de considerar la evaluación como una parte estratégica del proceso educativo dinámico, continuo y sistemático que debe imperar en los centros, orientada a verificar el necesario cambio que ha de producirse en la actitud y rendimiento del alumnado. No se trata de evaluar por evaluar, sino de medir y comprobar la eficacia del proceso de enseñanza – aprendizaje. En su consecuencia, la evaluación debe entenderse, también, como un elemento clave que facilite el perfeccionamiento docente.
El objetivo principal de los programas educativos ha dejado de ser la simple transmisión de información y de conocimientos. En Decroly, alineados con los organismos internaciones, nacionales y locales más representativos del ámbito socioeconómico y educativo, se impulsan actuaciones orientadas a estimular capacidades que faciliten el autoaprendizaje (aprender a aprender, aprender a hacer, aprender a emprender); a potenciar el desarrollo personal, a través de la adquisición de competencias clave, transversales, personales y sociales; a decantarnos por el cambio que facilite el logro de los resultados de aprendizaje previamente establecidos;… En Replantear la Educación, una entrada que publiqué en Decroly Digital el 27 noviembre de 2012, aludía a estas reflexiones.
Es preciso fortalecer el carácter propio decroliano, reforzando nuestro ideario pedagógico a la vez que personalizando y diferenciando el trabajo profesional, creativo, innovador y facilitador de los profesionales docentes. Hoy nadie discute que cada estudiante es una persona singular, con sus particularidades y circunstancias personales, familiares y sociales específicas, distintas de las que atesoran sus compañeros. A diferencia del modelo tradicional de evaluación, centrado en los resultados, el sistema educativo actual exige, además, una atención esmerada al alumno y a los procesos.
La evaluación no debe reducirse a una mera técnica o cuestión metodológica; más bien, por el contrario, tiene que orientar su foco hacia un conjunto de aspectos relacionados entre sí como son los objetivos, los métodos, el modelo pedagógico, los alumnos, la sociedad y el docente. La evaluación se convierte así en un instrumento que regula y controla la acción educativa; la relación de los alumnos con el conocimiento, de los profesores con los alumnos, de los alumnos entre sí, de los docentes y la familia;… el desarrollo e implementación de un modelo cooperativo del aprendizaje.
Si revisamos Evaluación del proceso enseñanza – aprendizaje (I) comprobaremos algunos aspectos de carácter general que contempla la recientemente aprobada Ley Orgánica 8/2013, de 9 de diciembre, para la mejora de la calidad educativa (LOMCE). Abordaba en aquella entrada, también, algunas cuestiones como ¿qué entendemos por evaluación? y ¿qué se evalúa o pretende evaluar? Hoy he descrito algunos aspectos a Evaluar relacionados con los ámbitos y las finalidades de la valoración educativa:
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la evaluación como herramienta estratégica.
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evaluar para medir, para mejorar, para atender el talento individual y diverso de cada estudiante.
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Evaluar para garantizar la cultura de la calidad en Decroly, en los centros educativos en general, para favorecer un aprendizaje más coherente con la presente realidad de un mercado de trabajo globalizado y las exigentes demandas y necesidades de la sociedad actual y futura.
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Quién debe intervenir en la evaluación
En suma, tenemos que replantear los aspectos estrictamente formales de la educación y formación para modernizar los sistemas de calidad que favorezcan la mejora del rendimiento de los centros de formación profesional.
En Decroly seguiremos impulsando y fomentando el intercambio de experiencias, de materiales creativos e innovadores, de buenas prácticas pedagógicas y de aprendizaje; la equidad, la atención a la diversidad “por abajo y por arriba”, la igualdad de oportunidades; la participación de todos los estamentos de la comunidad educativa, sí de todos, incluido el colectivo de estudiantes, en la toma de decisiones, otorgándoles protagonismo en la evaluación de todas las personas, recursos, actividades, programas, comportamientos y decisiones que se adopten en el centro, ¿por qué no?
finalmente, el reto de cómo, cuando y por qué evaluar lo debe determinar el conjunto de profesionales docentes de Decroly, en nuestro caso, con la parte alícuota de participación cooperativa reservada al conjunto del alumnado.
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