La reciente conmemoración del 40 Aniversario de Decroly, el pasado miércoles 16 de mayo, me ha inspirado una reflexión sobre su carácter propio, su cultura corporativa y su permanente determinación por adaptarse –si no anticiparse- a las permanentes transformaciones sociales que a lo largo de su historia se han producido y que apuntan a cambios impredecibles en los próximos años
La visita de nuestro inspector de referencia, Fco. Javier Videchea, el viernes pasado y la productiva conversación que mantuvimos con él Pedro Cuesta y este director me ha animado a recopilar alguna de las entradas que he colgado en mi blog en los últimos años. Esos posts tenían y tienen carácter divulgativo, con la intención de facilitar una reflexión a los profesionales docentes de este centro de Formación Profesional. Ello no es óbice, sin embargo, para que deban ser contemplados todos aquellos planteamientos pedagógicos señalados que sostienen y refuerzan el Carácter Propio –Ideario- y el Proyecto Educativo de Decroly, previa o posteriormente aprobados por los distintos órganos colegiados de participación y/o los unipersonales de dirección, en su caso.
¡Somos un equipo! Por esa razón, el trabajo colaborativo es una de las importantes señas de identidad de Decroly. El consenso en la práctica docente y en los más elementales procesos de enseñanza y de aprendizaje constituye el núcleo más valorado de nuestra propuesta educativa transformadora que nos hace ser diferentes y nos distingue de otras de corte más convencional, operativa en otros centros educativos, sean de titularidad de la Administración o de iniciativa social.
La Consejería de Educación, Cultura y Deporte, responsable de la gestión y dirección del sistema educativo de Cantabria, guía nuestras actuaciones profesionales mediante textos legales e instrucciones, en todo caso, que facilitan y orientan las actividades educativas y formativas de todos los centros de esta Comunidad Autónoma. Decroly, siempre respetuoso con la normativa legal en vigor, colabora permanentemente con las direcciones generales de referencia, como son la de Innovación y Centros Educativos y la de Formación Profesional y Educación Permanente, principalmente. En el organigrama de la primera se encuentra el Servicio de Inspección Educativa con el que existe un permanente feedback orientado a la mejora cualitativa permanente y a la defensa de los intereses académicos y profesionales de quienes integran los sectores que conforman la comunidad educativa decroliana.
La reflexión a la que me refería al comienzo de esta entrada podría ser expuesta en “media docena” de bullet points. Sin embargo, he preferido recuperar algunas de las entradas publicadas en mi blog con un marcado carácter pedagógico. Invito al claustro de profesores a releerlas y a reflexionar, asimismo, sobre su contenido. Tal vez, el jefe de estudios considere oportuno dedicar algunos momentos concretos de nuestras actividades no lectivas a tal fin para evitar dispersión en los tiempos dedicados a realizar este cometido, posibilitar su lectura y plantear, en su caso, el feed back pertinente. También, será bien recibida cualquier propuesta pedagógica encaminada a fortalecer y mejorar nuestro sistema de aseguramiento de la calidad en la provisión educativa personalizada para cada alumno. En esa tarea, es imprescindible satisfacer las variopintas necesidades de una población escolar diversa, social y culturalmente hablando, que progresa a su particular e individual ritmo de aprendizaje.
Dadas las recientes valoraciones realizadas en la reciente reunión de Fco. Javier Videchea con Pedro Cuesta y conmigo para tratar asuntos relacionados con la evaluación del alumnado, cuyas conclusiones serán das a conocer en los próximos días, me permito transcribir dos posts sobre el particular Evaluación del proceso enseñanza – aprendizaje (I), de 17 de enero de 2014 y Evaluación del proceso enseñanza – aprendizaje (II), 11 de febrero de 2014, así como incorporar los enlaces a otras entradas de interés a las que aludía al principio de este escrito.
Evaluación del proceso enseñanza – aprendizaje (I)
Jueves, 17 de enero de 2014
Por Francisco Javier Muñiz Bárcena
La evaluación educativa del proceso enseñanza aprendizaje exige una reflexión profunda de todo lo que rodea a esa responsabilidad que, por supuesto, abarca multitud de aspectos aparte de la mera evaluación sumativa –rendición de cuentas- del alumnado, actor principal en el proceso de aprendizaje, pero no el único, que padece las limitaciones del sistema entre las que figuran los recursos humanos y materiales de calidad suficiente para abordar esa tarea con posibilidades de éxito
La evaluación forma parte del proceso formativo de enseñanza – aprendizaje y debe contemplarse desde una óptica global. No es de recibo que esa práctica se centralice en exclusiva en la persona el alumno, muchas veces con el único fin de medir el logro de un objetivo, sin tener en cuenta las múltiples circunstancias que influyen en los resultados finales de aprendizaje y con un propósito fiscalizador más que formativo.
Poco se habla de la evaluación del proceso enseñanza – aprendizaje en los diferentes niveles educativos no universitarios en la Ley Orgánica 8/2013, de 9 de diciembre, para la mejora de la calidad educativa (LOMCE) que acaba de entrar en vigor. Sin embargo, en aquellos ámbitos a los que alude, marca unas pautas que debemos contemplar los agentes que intervenimos en la educación y formación.
El apartado VIII del preámbulo se refiere a las evaluaciones externas (de ámbito nacional) e indica, entre otras cosas, que “estas pruebas tendrán un carácter formativo y de diagnóstico”. Además, y me parece importante resaltarlo, en línea con las que realiza la OCDE en el ámbito internacional, “se centran en el nivel de adquisición de las competencias”; estarán orientadas a “medir los resultados del proceso de aprendizaje” y “deberán excluir la posibilidad de cualquier tipo de adiestramiento para su superación.”
La LOMCE trata el tema de la evaluación, también, al referirse a las distintas etapas del sistema educativo. Así, el artículo 20 se centra en la Educación Primaria (EP) con afirmaciones como “la evaluación de los procesos de aprendizaje del alumnado será continua y global…”; “…se comprobará el grado de dominio de las destrezas, capacidades y habilidades en expresión y comprensión oral y escrita, cálculo y resolución de problemas….”; “se prestará especial atención durante la etapa a la atención personalizada de los alumnos y alumnas, la realización de diagnósticos precoces y el establecimiento de mecanismos de refuerzo para lograr el éxito escolar.”
Los artículos 28 y 29 los dedica la LOMCE a la evaluación de la Educación Secundaria Obligatoria (ESO) y destaco de ambos dos aseveraciones: “la evaluación del proceso de aprendizaje del alumnado de la Educación Secundaria Obligatoria será continua, formativa e integradora”; y “con la finalidad de facilitar que todos los alumnos y alumnas logren los objetivos y alcancen el adecuado grado de adquisición de las competencias correspondientes, las Administraciones educativas establecerán medidas de refuerzo educativo, con especial atención a las necesidades específicas de apoyo educativo.”
Al referirse al Bachillerato, la LOMCE dedica el artículo 36 a la evaluación y promoción de los estudiantes. De nuevo, igual que en EP y en ESO no entra al detalle en los procesos, recursos o actores del sistema –alumnos y profesores, principalmente- con lo cual me limito a destacar la primera frase del punto 1 que dice: “la evaluación del aprendizaje del alumnado será continua y diferenciada según las distintas materias.”
En el caso de la Formación Profesional, la LOMCE dedica OCHO LÍNEAS a la evaluación, en el artículo 43. El apartado 1 dice: “la evaluación del aprendizaje del alumnado en los ciclos de Formación Profesional Básica y en los ciclos formativos de grado medio y superior se realizará por módulos profesionales y, en su caso, por materias o bloques, de acuerdo con las condiciones que el Gobierno determine reglamentariamente.” En el punto 2 concluye: “la superación de los ciclos de Formación Profesional Básica, de los ciclos formativos de grado medio y de los de grado superior requerirá la evaluación positiva en todos los módulos y en su caso materias y bloques que los componen.”
La evaluación en el proceso de enseñanza – aprendizaje aparece por vez primera en la Ley 14/1970, de 4 de agosto, General de Educación y Financiamiento de la Reforma Educativa, derogada en su totalidad por Ley Orgánica 2/2006, de 3 de mayo, de Educación (LOE). Hasta entonces, el sistema educativo carecía de una tradición en materia de evaluación educativa y de una cultura asentada en los actores principales del proceso educativo, bien directivos, profesores y alumnos. Evaluación era un término ligado a los resultados obtenidos por el alumnado (evaluación sumativa).
A lo largo de estos últimos cuarenta y tres años el concepto de evaluación ha cambiado de forma sustancial y cualitativa. De hecho, hoy en día la evaluación se ha convertido en un elemento clave y esencial de todo el proceso de enseñanza – aprendizaje.
Pero, ¿Qué entendemos por evaluación? Existen innumerables definiciones que tratan de aproximarse, desde ángulos muy diversos, a un concepto actual en el que inciden multitud de variables. Permítaseme apuntar una del profesor de la Universidad de Valencia, Jesús M. Jornet Meliá, publicada en 2009. Se entiende por Evaluación…”un proceso sistemático de indagación y comprensión de la realidad educativa que pretende la emisión de un juicio de valor sobre la misma, orientado a la toma de decisiones y la mejora.”
Por otro lado, la psicóloga mejicana, doctora en investigación educativa, Yolanda Edith Leyva Barajas aporta, también, en un trabajo sobre Evaluación del Aprendizaje, publicado en marzo de 2010, un análisis de esta definición y subraya las siguientes particularidades:
1. “Se trata de un proceso sistemático, es decir, la evaluación debe ser un proceso racionalmente planificado como parte del desarrollo de la enseñanza, de forma que no debe entenderse como algo aislado, ni improvisado, ni desconectado del diseño y desarrollo de la docencia;
2. de indagación y comprensión de la realidad educativa, en este sentido, el elemento fundamental radica en el acercamiento a la realidad para conocerla adecuadamente y comprenderla, de forma que no puede darse una evaluación de calidad si no se sustenta sobre un grado de comprensión suficiente de la situación educativa de lo evaluado;
3. que pretende la emisión de un juicio de valor sobre la misma, basado en criterios objetivos u objetivables, se entiende que un elemento de objetivación imprescindible en el contexto de la evaluación educativa es el consenso intersubjetivo que pueden manifestar expertos en educación acerca de la calidad de los fenómenos educativos evaluados;
4. orientado a la toma de decisiones, es la base necesaria para poder tomar decisiones –de cualquier tipo, sean de mejora (evaluación formativa) o de rendición de cuentas (evaluación sumativa)‐;
5. y la mejora sólo puede entenderse que una evaluación es de calidad si permite identificar no sólo los elementos que requieren mejora, sino el cómo dinamizar el proceso de mejora o innovación, es decir, el carácter formativo se identifica como un componente fundamental para cualquier evaluación.”
A todo lo anterior debemos añadir otras dimensiones transversales citadas por los expertos Jornet y Leyva antes citados. Algunas se concretan en el grado o nivel educativo, la edad de los estudiantes (adultos, adolescentes o niños); la modalidad ‐presencial, a distancia, teleformación, mixta‐;…
En fin, ¿Qué se evalúa o pretende evaluar? Las unidades identificables como referencia de los diversos procesos son:
1. «Las personas. En este epígrafe se pueden diferenciar evaluaciones referidas a alumnos o estudiantes –de cualquier nivel educativo‐, profesorado y figuras o agentes de la educación (directores escolares, coordinadores académicos, orientadores educativos, supervisores…).
2. Las organizaciones educativas. Las cuales se pueden clasificar como formales (sistemas educativos, niveles y/o modalidades educativas, instituciones escolares –de educación básica, media superior o superior- y no formales (programas sociopolíticos de actuación formativa laboral, social, económica, empresarial), instituciones de formación para la empresa, entre otras.
3. Los elementos materiales de la intervención educativa. Se incluyen aquí todos los elementos en que se materializa la organización educativa, tales como los proyectos educativos, los currícula o planes de estudio, programas de intervención educativa a cualquier nivel tanto del ámbito educativo como empresarial o social; y materiales educativos (libros de texto, fichas didácticas, material multimedia…).”
En una próxima entrada completaré este escrito con algunos aspectos relevantes de carácter general, como los concernientes a los ámbitos de la evaluación educativa –referidos a personas: alumnos, profesores, equipo directivo,…-; las finalidades de la evaluación –inicial o de diagnóstico; formativa, para la mejora e innovación de los programas educativos, de los procesos de aprendizaje y de las prácticas docentes; sumativa, para certificar el logro de objetivos o competencias- o la tipología de la evaluación del aprendizaje – autoevaluación, coevaluación, heteroevaluación-.
Ello, combinado con una reflexión más particular sobre la evaluación del proceso de enseñanza – aprendizaje en Decroly, generará un fluido debate, estoy seguro, en la comunidad educativa decroliana, que contribuirá a mejorar en su conjunto el servicio educativo que proporcionamos a nuestro alumnado.
Evaluación del proceso enseñanza – aprendizaje (II)
Lunes, 11 de febrero de 2014
Por Francisco Javier Muñiz Bárcena
Existen múltiples tratados, estudios y trabajos de investigación relacionados con la evaluación educativa; sin duda, la experiencia acumulada de los profesionales docentes ayuda, también, a completar las diversas visiones que contribuyen a dar luz a uno de los elementos esenciales del proceso de enseñanza-aprendizaje
En Evaluación del proceso enseñanza – aprendizaje (I), publicado el 17 de enero pasado, centré mi presentación en el tratamiento que la Ley Orgánica 8/2013, de 9 de diciembre, para la mejora de la calidad educativa (LOMCE) otorga a la evaluación en las diferentes etapas del sistema educativo no universitario. Con respecto a la Formación Profesional, etapa que más nos interesa a todos cuantos componemos la comunidad educativa de Decroly, la LOMCE se limita a determinar, en ¡ocho líneas de texto! una afirmación genérica sobre la evaluación por módulos o, en su caso, materias o bloques del aprendizaje del alumnado en los nuevos ciclos de Formación Profesional Básica y en los existentes de Grado Medio y Grado Superior.
En aquella entrada, apoyándome en una definición y un análisis del concepto de evaluación atribuido a los profesores Jesús M Jornet y Yolanda Edith Leyva, traté de acercar al lector a su significado apoyado en sus reflexiones y teorías. Afirmaba entonces que ello representa un reto permanente para los profesionales docentes, en general, y de Decroly en particular. Dejé constancia, también, de que la evaluación educativa debe contemplarse desde múltiples puntos de vista que se aproximen a tantas y tantas dimensiones troncales y transversales que inciden en el proceso de enseñanza-aprendizaje. Eso sí, el conjunto del profesorado asume que el concepto de evaluación ha experimentado sustanciales transformaciones a lo largo de la reciente historia de la educación en España.
En Decroly, desde su creación en 1978, hemos sido actores principales de esa evolución conceptual de la evaluación. Hoy, nadie lo duda, la evaluación se encuentra entroncada en el proceso mismo de enseñanza – aprendizaje como un elemento clave que guía el desarrollo cotidiano de la acción educativa. Esta temática, como he reiterado en repetidas ocasiones, debe ser tratada desde un considerable número de criterios para, posteriormente, acotarla por los departamentos didácticos a la realidad del centro contemplada desde los ángulos más diversos.
En Decroly, un centro de Formación Profesional Inicial y para el Empleo, la casuística desborda cualquier tipo de previsión inicial. Dentro de los ámbitos en los que se circunscribe la acción educativa contemplamos prioritariamente la evaluación de las personas: alumnos, profesores, personal de administración y servicios (PAS), equipo directivo; también aquellas otras personas que influyen en nuestro quehacer cotidiano, como las pertenecientes al servicio de inspección, de centros u otras unidades de la Consejería de Educación, Cultura y Deporte y de la Consejería de Economía, Hacienda y Empleo. Además, por supuesto, otorgamos un valor muy considerable a la evaluación inicial o de diagnóstico; la evaluación formativa, presente a diario en cada actuación pedagógica y metodológica de todos los implicados en el proceso de enseñanza – aprendizaje; la evaluación sumativa, aplicada para certificar los logros al final del proceso en el tiempo –trimestral o final-; la evaluación tipológica, contemplando procesos de autoevaluación, coevaluación y/o heteroevaluación.
Consideraos, igualmente, la etapa educativa –ciclos formativos, cursos ocupaciones para desempleados, acciones formativas para ocupados-, reflexionando sobre los programas de los respectivos planes y programas de estudio; la edad de los alumnos –adolescentes, jóvenes, adultos-; procedencia –españoles o extranjeros-; el nivel educativo inicial –afectado considerablemente por la flexibilidad de los requisitos de acceso a unos u otros ciclos, cursos y acciones formativas- y la realidad socioeconómica del alumnado; el formato educativo elegido –modalidad completa, parcial, modular, unidades formativas y régimen presencial o a distancia-;…
Muchos afamados pedagogos han escrito, y yo lo comparto plenamente, que el concepto moderno de evaluación debe considerar un elemento sustancial de mejora continua de los programas educativos; de la organización del trabajo en el aula y fuera del recinto escolar, en su caso; y de la utilización más idónea y eficiente de los recursos metodológicos por parte del profesorado. Se trata, por tanto, de considerar la evaluación como una parte estratégica del proceso educativo dinámico, continuo y sistemático que debe imperar en los centros, orientada a verificar el necesario cambio que ha de producirse en la actitud y rendimiento del alumnado. No se trata de evaluar por evaluar, sino de medir y comprobar la eficacia del proceso de enseñanza – aprendizaje. En su consecuencia, la evaluación debe entenderse, también, como un elemento clave que facilite el perfeccionamiento docente.
El objetivo principal de los programas educativos ha dejado de ser la simple transmisión de información y de conocimientos. En Decroly, alineados con los organismos internaciones, nacionales y locales más representativos del ámbito socioeconómico y educativo, se impulsan actuaciones orientadas a estimular capacidades que faciliten el autoaprendizaje (aprender a aprender, aprender a hacer, aprender a emprender); a potenciar el desarrollo personal, a través de la adquisición de competencias clave, transversales, personales y sociales; a decantarnos por el cambio que facilite el logro de los resultados de aprendizaje previamente establecidos;… En Replantear la Educación, una entrada que publiqué en Decroly Digital el 27 noviembre de 2012, aludía en estas reflexiones.
Es preciso fortalecer el carácter propio decroliano, reforzando nuestro ideario pedagógico; personalizando y diferenciando el trabajo profesional, creativo, innovador y facilitador de los profesionales docentes. Hoy nadie discute que cada estudiante es una persona singular, con sus particularidades y circunstancias personales, familiares y sociales específicas, distintas de las que atesoran sus compañeros. A diferencia del modelo tradicional de evaluación, centrado en los resultados, el sistema educativo actual exige, además, una atención esmerada al alumno y a los procesos.
La evaluación no debe reducirse a una mera técnica o cuestión metodológica; más bien, por el contrario, tiene que orientar su foco hacia un conjunto de aspectos relacionados entre sí como son los objetivos, los métodos, el modelo pedagógico, los alumnos, la sociedad, el docente. La evaluación se convierte así en un instrumento que regula y controla la acción educativa; la relación de los alumnos con el conocimiento, de los profesores con los alumnos, de los alumnos entre sí, de los docentes y la familia;… el desarrollo e implementación de un modelo cooperativo del aprendizaje.
Si revisamos Evaluación del proceso enseñanza – aprendizaje (I) comprobaremos algunos aspectos de carácter general que contempla la recientemente aprobada Ley Orgánica 8/2013, de 9 de diciembre, para la mejora de la calidad educativa (LOMCE). Abordaba en aquella entrada, también, algunas cuestiones como ¿qué entendemos por evaluación? y ¿qué se evalúa o pretende evaluar? Hoy he descrito algunos aspectos a evaluar relacionados con los ámbitos y las finalidades de la valoración educativa; la evaluación como herramienta estratégica; evaluar para medir, para mejorar, para atender el talento individual y diverso de cada estudiante; evaluar para garantizar la cultura de la calidad en Decroly, en los centros educativos en general, para favorecer un aprendizaje más coherente con la presente realidad de un mercado de trabajo globalizado y las exigentes demandas y necesidades de la sociedad actual y futura; quien debe intervenir en la evaluación; en suma, tenemos que replantear los aspectos estrictamente formales de la educación y formación para modernizar los sistemas de calidad que favorezcan la mejora del rendimiento de los centros de formación profesional.
En Decroly seguiremos impulsando y fomentando el intercambio de experiencias, de materiales creativos e innovadores, de buenas prácticas pedagógicas y de aprendizaje; la equidad, la atención a la diversidad “por abajo y por arriba”, la igualdad de oportunidades; la participación de todos los estamentos de la comunidad educativa, sí todos, también el colectivo de estudiantes, en la toma de decisiones, otorgándoles protagonismo en la evaluación de todas las personas, recursos, actividades, programas, comportamientos, decisiones que se adopten en el centro, ¿por qué no?
¿Cómo, cuando, por qué evaluar? Ese reto lo debe determinar el conjunto de profesionales docentes de Decroly, en nuestro caso, con la parte alícuota de participación cooperativa reservada al conjunto del alumnado.
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1. Cambiar para mejorar, 16 julio, 2013
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17. Personalización del aprendizaje, 21 julio de 2011
18. El profesor facilitador: qué debe hacer y evitar, 15 febrero de 2011
Otras entradas y enlaces de interés:
–Acuerdo por la Educación en Cantabria
–Presentación Libro Blanco de los Empresarios Españoles “La educación importa”
–Decroly en la revista Actualidad Docente
–Noticias de Decroly publicadas en Educantabria en 2017
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-Vídeo Día de Europa 2017 en Decroly
-Video Día Europeo de las Lenguas en Decroly
-Video Educación Responsable en Decroly
-Micro-video-relato de Decroly en el I Congreso hispano-alemán de cooperación
–Vídeo de Decroly seleccionado en el concurso “Erasmus+ FP”
-Vídeo del Discurso del consejero Fernández Mañanes en la entrega de premios del VI Concurso de proyectos en la Formación Profesional del sistema educativo
-Video del discurso del director en la conmemoración del 40 Aniversario de Decroly
-Video del discurso del consejero de Educación en la conmemoración del 40 Aniversario de Decroly
-Video del discurso de la alcaldesa de Santander en la conmemoración del 40 Aniversario de Decroly
-Video del discurso del presidente del Gobierno de Cantabria en la conmemoración del 40 Aniversario de Decroly
–Decroly English Atmosphere
–Lluvia de ideas educativas