Siembra semillas de optimismo…

La realidad supera a cualquier ficción, inimaginable hace solo cuatro semanas. La eclosión de Covid-19 en la vida de los españoles ha perturbado su cotidianidad como si de las aguas turbulentas descontroladas de un río desbordado se tratara, vistas desde la frágil estructura de un puente ideado para cruzar los peatones de una orilla a otra. Aun así, yo no voy a arrojar la toalla emocional de mi optimismo que se supera ante la adversidad del drama que nos asola a todos españoles.

La angustiosa foto finish del destrozo causado en España por la pandemia producida por Covid-19 muestra una realidad sanitaria y socioeconómica absolutamente demoledora. Ese escenario debe hacernos reflexionar sobre la gran pregunta que nos hacemos todos los españoles. ¿Adoptó España las necesarias  medidas de prevención después de que los organismos internacionales competentes dispararan sus alarmas, advirtiendo sobre la aparición y efectos mortíferos del coronavirus desde que hiciera su aparición en diciembre de 2019?

¿Cómo es posible que España, uno de los diez países más desarrollados del mundo, hiciera caso omiso a las advertencias de organismos como la Organización Mundial de la Salud (OMS) y, en escasamente cuatro semanas, esté sufriendo la mayor tragedia humanitaria de su historia con más de 12.000 muertos, 125.000 infectados y un millón de nuevos parados en un mes? ¿Quién es el responsable de esta incalificable tragedia? ¿Cómo es posible que después de tanto tiempo sigamos sin disponer de recursos suficientes para detener este holocausto y que nadie se responsabilice del desaguisado?

Relatados los hechos sucintamente, a mi manera, sin acritud ni ánimo de ofender a nadie, quiero transmitir un mensaje de serenidad y de esperanza. Se lo comentaba a un alumno mío de finales de los años 70’, Kiko Marquina, para felicitarle ayer por su cumpleaños. De hecho, elegí una frase muy conocida de Miguel de Cervantes en su mítica novela  “El ingenioso hidalgo don Quijote de la Mancha”, puesta en boca de Don Quijote en un momento de flaqueza de su escudero Sancho. “Sábete, Sancho…todas estas borrascas que nos suceden son señales de que presto ha de serenar el tiempo y han de sucedernos bien las cosas; porque no es posible que el mal ni el bien sean durables, y de aquí se sigue que, habiendo durado mucho el mal, el bien está ya cerca”.

En ese contexto de felicitación a Kiko, una persona que atesora unos valores encomiables, vitalista de pro, optimista, que en todas sus manifestaciones sobre la pandemia reivindica la unidad, solidaridad, disciplina individual y colectiva recordé una entrada que publiqué en este blog hace ya unos cuantos años. Eran, también, unos momentos especialmente dolorosos fruto de la crisis que padecimos los españoles por aquel entonces. Nada comparable, eso sí, a la dramática situación sanitaria, socioeconómica y emocional que hoy encoge los corazones de hombres y mujeres de todo el mundo. ¡Ojalá os inspire un sentimiento de fortaleza y determinación para contribuir a su mejorar vuestro estado de ánimo!

FRENTE A LA CRISIS UNA ACTITUD OPTIMISTA
Francisco Javier Muñiz Bárcena
Lunes, 9 de febrero de 2009

 “Siembra semillas de optimismo a tu alrededor, para recoger mañana frutos de nuevas oportunidades y grandes negocios”. Con esta bonita frase me dedicaba Raquel Cortés, de la empresa Sage, el libro del psiquiatra Luis Rojas Marcos, La Fuerza del Optimismo.

Un acertado regalo. Un libro muy recomendable que me ha incentivado a leer y reflexionar sobre como encarar esta época de crisis que nos ha tocado vivir. De las muchas citas que incluye Rojas en su obra, una, de Helen Keller, “Ningún pesimista ha descubierto los secretos de las estrellas, ni ha navegado por mares desconocidos, ni ha abierto una nueva puerta al espíritu humano”, sintetiza muy bien, creo yo, por contraposición, cómo afrontar los retos a los que la sociedad nos enfrenta día a día.

Estas líneas que escribo en una mañana de frío y lluvia no son un canto al optimismo. Si son una propuesta de reflexión ante los contratiempos que nos produce la vida en todo tipo de ámbitos, además del laboral y empresarial. La triple crisis que nos azota, aparecida tan súbitamente y con pocos márgenes de reacción no debe sumirnos en la desesperación. Es en estos momentos, en las situaciones difíciles, en los tiempos de crisis, es cuando se engrandece la figura y el talento del ser humano, eso sí, con determinación, esfuerzo y sacrificio compartido.

Recuerdo unas imágenes durísimas en televisión, no hace muchas fechas, en las que se veía a una madre con su hija de, probablemente, no más de diez años. La señora era un llanto de desesperación ante el hecho de haber perdido su casa y todas sus pertenencias por los efectos de un tornado en Sudamérica. La niña miraba dulcemente a su madre y la consolaba diciendo: ¡mamá, por Dios, no llores! ¡ESTAMOS VIVAS!

Con la reciente aparición de la psicología positiva, a finales de 1990, inspirada por Martin Seligman, profesor de Psicología en la Universidad de Pensilvania desde 2005, fecha en la abandona la presidencia de la Asociación Americana de Psicología que ocupara desde 1.996, la humanidad ha encontrado un nuevo punto de vista sobre las cualidades y emociones positivas de las personas y sus actitudes frente a los hechos cotidianos. Uno de los tópicos que más ha interesado a los estudiosos de esa ciencia ha sido el optimismo.

La actitud de la madre y su hija ante una misma situación, expresada anteriormente, nos debe hacer reflexionar seriamente sobre las verdaderas cosas importantes de la vida: la salud, la paz, la tolerancia, la solidaridad. Por supuesto, también, sobre el empleo, el bienestar social, la justicia, en definitiva, sobre nuestras preocupaciones en tiempo de crisis. Rojas lo plasma brillantemente en su libro.

Una persona optimista tiende a confiar en que las cosas mejoren en el futuro. Quien es optimista se enfrenta a las dificultades con ánimo y perseverancia, buscando lo positivo de las cosas y las personas. Una persona optimista confía en su capacidad para solucionar los problemas con la ayuda de los demás. El optimista dedica su esfuerzo y determinación a encontrar soluciones, ventajas y posibilidades. Un pesimista, sin embargo, se empeña en enfatizar las dificultades e inconvenientes de las cosas.

El profesor Martin Seligman lidera, en estos momentos, un movimiento revolucionario en el ámbito de la Psicología, hasta hace muy pocos años centrada en los traumas, trastornos y patologías de la mente. Seligman ha fundado  el movimiento de la psicología positiva, basada en el estudio de las emociones placenteras, el desarrollo de las virtudes y búsqueda de la felicidad. Aspectos diversos del ser humano en el ámbito de las emociones positivas como la felicidad, la alegría o el amor y fortalezas como el optimismo, la creatividad, la sabiduría o la gratitud son objeto de estudio por esta emergente especialidad de la Psicología.

“The time has arrived for a positive psychology, our message is to remind our field that psychology is not just the study of pathology, weakness and damage; it is also the study of strength and virtue. Treatment is not just fixing what is broken, it is nurturing what is best”. Martin E.P.Seligman. -Ha llegado la hora de la psicología positiva, nuestro mensaje consiste en recordar que nuestro campo no es solamente el estudio de la patología, debilidad y daño; Es también el estudio de la fuerza y virtud. El tratamiento no es solamente arreglar lo que está roto, es alimentar lo que es mejor-.

Las personas optimistas tienen mejor humor, incluso mejor estado de salud, dicen los positivistas. Se puede leer en relatos científicos sobre el particular que aquellos que tienen un alto nivel de optimismo y esperanza, suelen salir fortalecidos y beneficiados en situaciones de crisis, estresantes y traumáticas.

Para quienes disfruten de las citas históricas, incluso clásicas, de personajes ilustres a lo largo de la historia de la humanidad, me permito incorporar aquellas que me han parecido más representativas para definir el optimismo. ¡A mal tiempo, buena cara!

  • Un optimista ve una oportunidad en toda calamidad, un pesimista ve una calamidad en toda oportunidad. Winston Churchill
  • Un optimista es quien cree que todo tiene arreglo. Un pesimista es el que piensa lo mismo, pero sabe que nadie va a intentarlo. Benjamin Franklin
  • El optimista dice: ‘Puede ser muy difícil pero es posible’. El pesimista dice: ‘Puede ser posible, pero es muy difícil. Autor desconocido
  • El optimista encuentra una respuesta para cada problema. El pesimista ve un problema en cada respuesta. Autor desconocido
  • El optimista es una parte de la respuesta. El pesimista es siempre una parte del problema. Autor desconocido
  • El optimista se equivoca con tanta frecuencia como el pesimista, pero es incomparablemente más feliz. Napoleón Hill
  • El optimista siempre tiene un proyecto. El pesimista siempre tiene una excusa. Autor desconocido
  • El optimista ve siempre luz en la oscuridad. El pesimista siempre ve oscuridad en medio de la luz. Autor desconocido
  • La condición esencialísima para ser optimista es tener una absoluta confianza en uno mismo. Wallace Stevens
  • Lo bueno de ser optimistas es que, cuando las cosas no salen bien, uno está seguro de que mejorarán. Edward James Hughes
  • Los optimistas aceptan a los demás como son, y no malgastan energías queriendo cambiarlos, sólo influyen en ellos con paciencia y tolerancia. Marta Tonetti
  • No soy pesimista. Soy un optimista bien informado. Antonio Gala (1930-?) Dramaturgo, poeta y novelista español
  • El pesimismo conduce a la debilidad; el optimismo al poder. William James (1842-1910) Psicólogo y filósofo estadounidense
  • Optimista es el que os mira a los ojos. Pesimista, el que os mira a los pies. Gilbert Keith Chesterton.
  • El pesimista se queja del viento; el optimista espera que cambie; el realista ajusta las velas. William George Ward (1812-1882) Escritor y teólogo inglés.

Algunas cualidades de las personas optimistas tienen que ver con el entusiasmo, dinamismo y espíritu emprendedor. Pero no siempre el éxito es consecuencia del optimismo por mucho empeño y sacrificio que pongamos. El optimista no es ingenuo. No es más optimista aquel que menos ha fracasado sino quien encuentra en la adversidad un estímulo para superarse y fortalecer su voluntad y empeño.

Escribía al principio de esta reflexión que no debemos desesperar ante la crisis. Una actitud pesimista, no nos sacará de este largo túnel. Más bien retrasaría la salida. Es cierto que individualmente disponemos de pocos recursos para plantarla cara. Pero, ¡no miremos hacia atrás, hacia el otro lado! Veamos lo que podemos hacer individualmente cada ciudadano, a parte de lo que la sociedad en su conjunto pueda aportar a través de las diferentes administraciones públicas, en el contexto mundial, nacional, autonómico y local; los agentes económicos y sociales, en todos sus estamentos y áreas de influencia; las organizaciones humanitarias; etc.

Escuchaba en una emisora de radio de ámbito nacional hace unos días al Presidente del Consejo Superior de las Cámaras de Comercio de España Javier Gómez Navarro, en una entrevista con el periodista Carlos Herrera, unas reflexiones muy acertadas sobre el diagnóstico y la terapia a esta crisis que nos invade virulentamente a nivel mundial. La realidad es tozuda y contundente. El análisis lo han realizado expertos de todas las latitudes y han aportado algunas soluciones que podemos compartir más o menos. Pero ahora, no es el momento de la pelea política,  de poner “palos a la rueda” desde unos u otros foros sean políticos, empresariales o sindicales. Ahora, decía Gómez Navarro, y yo lo suscribo plenamente, es el momento en el que los políticos tienen que demostrarnos su capacidad para determinar los puntos de encuentro que permitan que los esfuerzos vayan en una única dirección. Aparquen ustedes sus diferencias políticas e intereses electorales y pongan lo mejor de sí mismos al servicio de la sociedad a la que representan. Toda la sociedad en su conjunto es responsable de sus aciertos y errores. No toca echarnos en cara quien es más o menos esto o lo otro. Toca dar soluciones.

El pasado mes de enero ha sido muy duro en términos de pérdida de empleo. En las tertulias entre amigos en sus casas, bares y cafeterías se aprecia una gran preocupación. Los partidos políticos siguen sin ver un punto de encuentro y gastan gran parte de sus esfuerzos en torpedearse unos a otros. Esa es la realidad, tozuda, persistente y preocupante.

En Cantabria no nos libramos de la crisis. Mas bien lo contrario. Nos azota especialmente. Además, en nuestra Comunidad Autónoma se desprecia la aportación que puede proporcionar a la Administración pública y a la sociedad en general un importante colectivo de organizaciones empresariales sectoriales agrupadas en torno a CECAN –Confederación de Organizaciones y de Empresarios de Cantabria- constituida en 2.008. No se puede impedir la participación en la Concertación Social a los representantes de los sectores productivos mayoritarios de esta Comunidad Autónoma como son la Federación de Comercio –COERCAN-; la Federación de Empresarios del Metal -PYMETAL Cantabria-; La Asociación de Promotores y Constructores; La Asociación de Empresarios del Transporte –ASEMTRASAN-; la Asociación de Jóvenes Empresarios –AJE-; CECE Cantabria, Asociación Regional de Centros de Enseñanza Privada y otras. El Gobierno Regional debe dar un  paso al frente y reconocer a esta Confederación su representatividad para que participe en la Concertación Social y contribuya con el resto de los agentes económicos y sociales a la búsqueda de soluciones. No hacerlo será una torpeza del Gobierno que contribuirá a traer más crisis y más convulsión social.

Aún así, con “todo lo que llueve” yo me afilio al optimismo. El pesimismo conduce a la desesperación y la desesperación, al caos. Prefiero no pensar en ello. Prefiero confiar en nuestras posibilidades individuales y colectivas, en nuestro afán de superación, por que como escribiera Aldous Huxley en su obra maestra Brave new world -Un mundo Feliz- revolcarse en el fango no es la mejor manera de limpiarse.

Quiero finalizar con la primera parte de la cita de Winston Churchill: Un optimista ve una oportunidad en toda calamidad. El optimismo es el camino más corto hacia la felicidad. Con la solución a esta profunda crisis resurgirá un mundo mejor. Contribuyamos todos a ese objetivo con determinación y sin fisuras.

Otras entradas y enlaces de interés:

  1. COVID-19: TRES SEMANAS EDUCANDO EN CUARENTENA, de 3 de abril de 2020
  2. RECONOCIMIENTO AL PROFESORADO Y ALUMNADO DE DECROLY EN EL DÍA MUNDIAL DE LA EDUCACIÓN, de 1 de abril de 2020
  3. RECOMENDACIÓN DE BUENAS PRÁCTICAS SOBRE PRIVACIDAD, de 31 de marzo de 2020
  4. DESPUÉS DE LA TEMPESTAD, VIENE LA CALMA, de 28 de marzo 28 de 2020
  5. INFORME SOBRE EL ESTADO DE SITUACIÓN DE ALUMNOS Y FAMILIARES ANTE EL NUEVO ESCENARIO EDUCATIVO Y SANITARIO PROVOCADO POR EL COVID-19, 26 de marzo de 2020
  6. REUNIÓN TELEMÁTICA DE DIRECTORES DE LA CONCERTADA CON LA CONSEJERA DE EDUCACIÓN, de 20 de marzo de 2020
  7. CONFIANZA, RESPETO, COLABORACIÓN Y DISCIPLINA ELEMENTOS CLAVE PARA VENCER AL CORONAVIRUS, de 17 de marzo de 2020
  8. PINTAN BASTOS “GRACIAS” AL COVID-19, de 14 de marzo de 2020
  9. INFORMACIÓN SOBRE EL CORONAVIRUS COVID-19, de 3 de marzo de 2020

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