El pasado domingo, 23 de agosto, El Diario Montañés (DM) publicó un escrito de Roberto González González, Jesús Gutiérrez Barriuso, Juan A. Sánchez Saiz y Yolanda Valle Mediavilla, todos ellos miembros destacados del Foro de Educación Cantabria.
Igual que ocurriera en otras ocasiones, Jesús Gutiérrez Barriuso me hizo llegar el domingo por la mañana una imagen del texto publicado en la sección LA CUARTA de la edición en papel de ese día en el DM, a través de WhatsApp. Con el fin de contribuir a su difusión solicité a Jesús autorización para colgarlo en mi blog y así facilitar su lectura a toda la comunidad educativa decroliana y a cuantas otras personas leen mis ediciones habitualmente en este entorno virtual que representa www.rincondeldirector.com. La respuesta afirmativa no se hizo esperar y, además, me hizo llegar el texto en formato Word para facilitarme su traslado a mi sitio digital.
De a cualificación y experiencia profesional de los autores de esta publicación no es preciso hacer especiales comentarios. Quienes pertenecemos al sector conocemos muy de cerca su valía y aportación a la profesión y al sistema educativo en su conjunto. Eso sí, voy a describir, sucintamente, su “currículo”.
De Roberto González se puede decir que es profesor de Educación Secundaria de la especialidad de Geografía e Historia. Actualmente es inspector de educación en la Consejería de Educación, Formación Profesional y Turismo del Gobierno de Cantabria. Ha sido jefe de la unidad técnica de Ordenación Académica y jefe de la unidad técnica de Innovación Educativa en esta Consejería de Educación.
En mi entrada UNA CUALIFICADA REFLEXIÓN DE RAMÓN RUIZ Y JESÚS G. BARRIUSO, de 15 de diciembre de 2019 hice una presentación de la trayectoria profesional de Jesús Gutiérrez Barriuso. “Maestro en la Especialidad de Lengua y Literatura, y de Lengua Inglesa por la Universidad de Cantabria ejerció, inicialmente, su carrera profesional como docente y director de Escuela Rural. En 1988 fue nombrado responsable del área de Lengua en el Centro de Profesores de Torrelavega y, posteriormente, en 1991, asesor de Formación Permanente en el Centro de Profesores de Santander. En 1999 ocupó el puesto de profesor de Lengua Inglesa en el IES Villajunco de Santander.
A partir de 2004, y hasta julio de 2007 que fue nombrado director general de Personal, Barriuso se hizo cargo de la jefatura de la Unidad Técnica de Renovación Educativa de la Consejería de Educación responsable, entre otros asuntos, del Plan Lector, Plan de Lenguas Extranjeras, Plan de Apertura de Centros a la Comunidad o Plan de Formación Permanente del Profesorado de Cantabria. En 2015, el entonces recientemente designado consejero de Educación, Cultura y Deporte, Ramón Ruiz, le encomendó la presidencia del Consejo Escolar de Cantabria, hasta su dimisión en 2017”.
Juan A. Sánchez es Orientador del IES Estelas de Cantabria. Ha sido jefe de la Unidad técnica de Ordenación Académica en la Consejería de Educación con Eva Díaz Tezanos y posteriormente con Ramón Ruiz.
Yolanda Valle es maestra de Educación Infantil en el colegio público de Solares y concejala de Educación y Cultura del Ayuntamiento de Solares (Medio Cudeyo). Ha sido asesora de formación permanente del profesorado en el CEP de Santander y Coordinadora de la Unidad técnica de Innovación Educativa de la Consejería de Educación.
Sin más preámbulo paso a trascribir el texto del artículo que recomiendo leer detenidamente y tomar buena nota de sus doctas apreciaciones.
LA ESCUELA RESISTENTE
Roberto González González, Jesús Gutiérrez Barriuso,
Juan A. Sánchez Saiz y Yolanda Valle Mediavilla
Miembros del Foro de Educación Cantabria
El Diario Montañés
Domingo, 23 de agosto de 2020
LA CUARTA
La crisis provocada por la COVID-19, además de tener tintes trágicos, ha dado la vuelta a nuestras vidas. Ha puesto ante nuestra atónita mirada el anverso de una incongruente e insostenible forma de vivir; y vemos, con claridad y casi incredulidad, la delgada línea que nos separa del abismo y del caos.
También ha sido una fuerte sacudida para la escuela que, de la noche a la mañana, se ha encontrado con una dramática realidad, inexperimentada e inimaginable con anterioridad, cargada de incertidumbres e interrogantes.
Hasta ahora, la presencialidad formaba parte esencial de los cimientos de la institución escolar. La escuela se creó para que niños y niñas pudieran aprender y formarse en ella a través de la interacción y comunicación. La mente y el pensamiento se forman socialmente; pensamos porque hablamos. La educación, la formación de las personas, la enseñanza y el aprendizaje se basan en la socialización, en la relación directa, personal y presencial del alumnado con el profesorado, del alumnado entre sí, de las familias con el profesorado…
En resumen, en la educación actual, el contexto del centro educativo, el ecosistema que este representa es fundamental para poder garantizar los fines esenciales que la educación persigue; entre los principales, la justicia social, la equidad e igualdad de oportunidades, la inclusión y el éxito educativo de todos.
Ahora bien, la situación de confinamiento planteada por el COVID-19 y el cierre de los centros educativos, con ser un grave problema, no es una debacle como opinan algunas voces; en resumen, no ha sido un curso perdido; en absoluto.
Ante todo, hay que resaltar y poner en valor la rapidísima adaptación que ha llevado a cabo la escuela; sobre todo, si tenemos en cuenta la complejidad, diversidad y enorme tamaño de la institución escolar. Pocas instituciones habrían tenido la rapidez de adaptación que ha puesto de manifiesto la escuela en su conjunto, aun considerando los déficits y los muchos problemas que han quedado patentes y pendientes de resolver.
Durante estos meses, el alumnado en su inmensa mayoría no ha dejado de aprender, aunque no haya podido asistir a los centros educativos. Salvada muy pronto la perplejidad inicial, el alumnado en general ha podido seguir en contacto permanente con el profesorado de su centro educativo e, incluso, con buena parte de los compañeros de clase; ha continuado aprendiendo en situaciones nuevas, imprevisibles, a veces improvisadas, incluso caóticas en algunos casos, pero con toda seguridad aprendiendo. Se aprende mucho más de lo que se enseña. Y, como siempre ocurre, además de los contenidos explícitos, se aprenden también otras muchas cosas valiosas; y de otras maneras, a veces insospechadas.
Todo ello gracias, en primer lugar, al conjunto del profesorado que, desde sus casas, sin ayudas, sin límite de tiempo y empleando sus propios recursos técnicos y materiales, se ha batido el cobre día a día, poniendo de manifiesto su conciencia profesional, su competencia, imaginación y ambición pedagógica para que su alumnado siguiera desarrollando su formación de la manera más adecuada posible.
Junto al trabajo realizado por el profesorado, lo conseguido se debe, en igual medida, al interés y esfuerzo emocionados del alumnado que, con la implicación y ayuda de sus familias, ha hecho frente a diario a la incierta situación que se les planteaba.
Así pues, en medio de la tempestad, afortunadamente hemos visto emerger con vigor las mejores fortalezas de la escuela.
Sin embargo, junto a las fortalezas, no podemos ignorar las muchas e importantes debilidades, déficits y fallos que, en este tiempo, se han agrandado ante nuestra mirada. La equidad e igualdad de oportunidades, la inclusión y el éxito educativo para todos, fines fundamentales del sistema educativo, como ya hemos señalado, se han resentido en mayor medida a raíz de la suspensión de la actividad presencial del alumnado en los centros educativos.
Durante estos meses vividos, entre un 10 y un 15 % del alumnado no ha podido disponer de los mínimos medios digitales y, por tanto, no ha podido apenas mantener comunicación con otras personas; de manera que se han visto privados de apoyo para la realización de tareas, de acceso a la información, a explicaciones y aclaraciones; privados asimismo de la riqueza de las posibles interacciones.
Ni el esfuerzo realizado por las diferentes Administraciones y por los centros educativos han sido suficientes para mitigar el impacto de la brecha digital existente; brecha que afecta al desarrollo personal y social del alumnado, dejando al margen de los procesos educativos al alumnado que más lo necesita, y contribuyendo todo ello a incrementar la desventaja educativa que ya se constataba cuando la actividad era presencial.
Se puede decir, sin miedo a equivocarse, que el sistema educativo ha realizado un esfuerzo casi titánico para que continuase la actividad escolar. Sin embargo, con ser muy loable lo conseguido, dice Tonucci que la escuela “ha replicado su actividad habitual en los hogares casi como si nada hubiera pasado”; y critica que no haya sabido ver que ha cambiado todo y que, “mientras el mundo sufre la tragedia que hemos vivido, la escuela siguiera con los fenicios, sumar, restar y pidiendo deberes”.
Afortunadamente, muchos docentes, con el compromiso de las familias del alumnado, han querido tener en cuenta el contexto real en que el alumnado se encontraba; las dificultades, los miedos y las carencias en que estaban inmersos. Y han llevado a cabo un extraordinario trabajo para aprovechar pedagógicamente las muchas y diversas situaciones de comunicación que se dan habitualmente en el ámbito familiar; para dar valor a la lectura individual y conjunta; para contar, reconstruir y representar pequeñas historias personales y familiares; para desentrañar la Historia que acompaña a las vivencias y experiencias de los abuelos, de los padres, de los propios niños y niñas; para explorar las matemáticas que acompañan nuestra vida, en una compra del supermercado, en la cocina…
El proceso vivido en estos últimos meses ha puesto de manifiesto que, más allá de protocolos higiénico-sanitarios, de la distancia de separación entre alumnos o el planteamiento de las TIC como principal y casi único recurso, es imprescindible afrontar, con serenidad, retos y cambios muy importantes para la educación, que queremos abordar en próximas tribunas. Cambios relevantes en el currículum y evaluación; cambios en la concepción de la profesión docente; cambios en la visión del centro educativo y en la esencia de las relaciones entre los miembros de la comunidad educativa.
Se necesitará algún tiempo, diversidad y profundidad de análisis, mucho contraste y debate, así como la aportación de todos para vislumbrar los seguramente insospechados retos a los que la educación, a partir de ahora, se enfrenta.
Otras entradas relacionadas:
UNA CUALIFICADA REFLEXIÓN DE RAMÓN RUIZ Y JESÚS G. BARRIUSO, de 15 de diciembre de 2019
PRESENTACIÓN DE NEXO2 EN EL PARLAMENTO DE CANTABRIA, de 20 de junio de 2019
ACUERDO POR LA EDUCACIÓN EN CANTABRIA, de 19 de mayo de 2017
JORNADA DEL CONSEJO ESCOLAR DE CANTABRIA EN LA VIDRIERA (I), de 17 de noviembre de 2015