Los puntos sobre las íes

La expresión “poner los puntos sobre las íes” con la que titulo esta entrada me viene como anillo al dedo para calificar el contenido del artículo “EL ELEFANTE EN LA HABITACIÓN DE LA ESCUELA. LO QUE LA PANDEMIA OCULTA”, publicado en la sección OPINIÓN de El Diario Montañés, el pasado martes, 6 de octubre.

En una primera lectura tuve la sensación de encontrar la horma de mi zapato, dada mi total sintonía con los postulados que plantean los profesionales que firman “EL ELEFANTE EN LA HABITACIÓN DE LA ESCUELA. LO QUE LA PANDEMIA OCULTA”, Roberto González González, Jesús Gutiérrez Barriuso, Juan A. Sánchez Saiz y Yolanda Valle Mediavilla, todos ellos miembros del Foro de Educación Cantabria. Se trata de un texto que pone el dedo en la llaga en un tema que requiere acciones claras y concretas para progresar adecuadamente en la puesta al día del sistema educativo español y de Cantabria con una respuesta transformadora a las exigentes expectativas de las personas y a las necesidades de un mercado de trabajo globalizado, tecnológicamente desarrollado y altamente competitivo.

El Foro de Educación Cantabria es una asociación presidida por el exconsejero de Educación, Cultura y Deporte, Ramón Ruiz Ruiz. Entre sus numerosos miembros figuran personalidades de reconocido prestigio del ámbito de la educación y de la cultura, como es el caso de los autores de este extraordinario trabajo. Esta organización está ganando muchos enteros gracias a su presencia en foros diversos y en los medios de comunicación. Su relevancia no pasa desapercibida por la ciudadanía, particularmente por los profesionales docentes en activo y, ojalá, también, por la Administración, sus dirigentes y cuantas personas participan en los órganos consultivos del Gobierno en representación de los agentes económicos y sociales.

Este trabajo complementa, en mi opinión, otros dos escritos de Jesús Gutiérrez Barriuso y de Ramón Ruiz Ruiz, que yo tuve el honor de difundir a través de esta bitácora www.rincondeldirector.com en sendas entradas: UNA CUALIFICADA REFLEXIÓN DE RAMÓN RUIZ Y JESÚS G. BARRIUSO, de 15 de diciembre de 2019 (al final de la introducción incorporo el artículo “La Educación de Cantabria más allá de PISA”, de Ramón Ruiz Ruiz y Jesús Gutiérrez Barriuso) y PRESENTACIÓN DE NEXO2 EN EL PARLAMENTO DE CANTABRIA, de 20 de junio de 2019 (Incluye el artículo “PACTO EDUCATIVO; LOS CIMIENTOS PARA CAMBIAR LA EDUCACIÓN. El acuerdo por la educación en Cantabria”, escrito por Jesús Gutiérrez Barriuso.

Concluyo esta introducción a “EL ELEFANTE EN LA HABITACIÓN DE LA ESCUELA. LO QUE LA PANDEMIA OCULTA” anticipando alguna de las reflexiones que podéis leer en este inspirador trabajo de Roberto González González, Jesús Gutiérrez Barriuso, Juan A. Sánchez Saiz y Yolanda Valle Mediavilla:

“Tenemos la obligación de construir una nueva normalidad;… necesitamos hacerlo de manera responsable y reflexiva, comunitaria y paulatinamente, para mejorar y transformar los sistemas del estado del bienestar…”

“Repensar el futuro de la educación es tanto o más importante tras la pandemia de la covid-19, que ha exacerbado y puesto de relieve las desigualdades”, subrayan los autores esta advertencia de la UNESCO recogida en la última edición de su Informe de seguimiento de la educación en el mundo.

“La Educación necesita, ante todo, más medios y recursos, humanos y materiales; sin ellos, nada es posible”, recuerdan González, Barriuso, Sánchez y Valle, apuntando al Acuerdo por la Educación en Cantabria y a la obligación y responsabilidad política de quienes gobiernan de cumplir las medidas pactadas por unanimidad de todos los agentes sociales de la comunidad educativa en el Consejo Escolar de Cantabria y de toda la clase política con representación parlamentaria en un pleno del Parlamento de Cantabria.

“La escuela necesita que se la escuche…; echa de menos sentir el apoyo emocional y afectivo que le falta.”

“La escuela no ha sentido reconocida ni comprendida la titánica labor que está realizando”.

“Urge abordar cambios relevantes en lo que la escuela enseña y en la forma de hacerlo; se requiere proyectar una nueva mirada sobre el currículo y la evaluación”. A estos efectos los autores señalan una reciente afirmación de Álvaro Marchesi, Catedrático de Psicología Evolutiva y de la Educación y Exsecretario de Estado de Educación: “Primero, hay que cambiar la forma de enseñar y aprender, la manera de entender la enseñanza. Dar una enorme importancia a la dimensión socioemocional en el centro. Poner en primer plano la educación en valores, comprendidos, sentidos y llevados a la acción”.

EL ELEFANTE EN LA HABITACIÓN DE LA ESCUELA. LO QUE LA PANDEMIA OCULTA” y los dos artículos de opinión anteriores, incluidos en los posts precitados “La Educación de Cantabria más allá de PISA” y “PACTO EDUCATIVO; LOS CIMIENTOS PARA CAMBIAR LA EDUCACIÓN. El acuerdo por la educación en Cantabria”, bien podrían considerarse una “trilogía de renovación pedagógica”. Es hora de tener muy en cuenta sus proposiciones ante los retos y desafíos educativos y formativos a los que nos enfrentamos los ciudadanos del siglo XXI en la sociedad del aprendizaje permanente que demanda la era digital en la que hoy nos vemos inmersos.

EL ELEFANTE EN LA HABITACIÓN DE LA ESCUELA. LO QUE LA PANDEMIA OCULTA
Roberto González González, Jesús Gutiérrez Barriuso,

Juan A. Sánchez Saiz y Yolanda Valle Mediavilla.
Miembros del Foro de Educación Cantabria

La educación necesita más medios y recursos; sin ellos, nada es posible

La vuelta a la normalidad es un ansia colectiva que se nos resiste, inmersos como estamos en una pandemia, que nos tiene como rehenes y a veces parece que juega con nosotros ¿Pero a qué normalidad? ¿Al mismo tipo de vida que llevábamos? ¿A idéntico funcionamiento, por ejemplo, de los sistemas del estado del bienestar?

Las fuertes crisis y los desastres suelen actuar de intensificadores de los problemas y retos en que las sociedades están inmersas. Lo que antes era ya difícil de aguantar se convierte en insoportable; lo que era deseable cambiar son ahora transformaciones imprescindibles y urgentes.

Por eso, tenemos la obligación de construir una nueva normalidad; pero necesitamos hacerlo de manera responsable y reflexiva, comunitaria y paulatinamente, para mejorar y transformar los sistemas del estado del bienestar respecto de cómo se encontraban antes de que esta pandemia diera la vuelta a nuestras vidas.

Por lo que al sistema educativo se refiere, tras la experiencia vivida a lo largo de estos interminables meses, el regreso a las aulas con un indispensable grado de seguridad para la salud, que los responsables políticos deben garantizar como un derecho fundamental, no arreglará sin más las debilidades que el sistema educativo tiene y los problemas que la enorme crisis global, producida por la pandemia, ha acentuado y dejado más al descubierto. “Repensar el futuro de la educación es tanto o más importante tras la pandemia de la covid-19, que ha exacerbado y puesto de relieve las desigualdades”, advierte la UNESCO en la última edición de su Informe de seguimiento de la educación en el mundo. 

La Educación necesita, ante todo, más medios y recursos, humanos y materiales; sin ellos, nada es posible. Los gobiernos, central y autonómico, deben de tomar conciencia de ello y ser consecuentes. Cantabria tiene firmado, por unanimidad, un pacto social y político con el compromiso de llevar a cabo una mayor inversión económica en educación, así como una serie de importantes medidas que mejorarían enormemente la educación de nuestra región. Así pues, es una responsabilidad política de quienes gobiernan, y una obligación, dar cumplimiento a todo lo que el Acuerdo por la Educación en Cantabria encierra.

Pero, con ser imprescindibles, medios y recursos no es lo único que se requiere. La escuela necesita que se la escuche, así como un mayor esfuerzo de comprensión y aprecio de su tarea y funciones por parte de sus responsables políticos, de las administraciones, de las instituciones, de la sociedad; echa de menos sentir el apoyo emocional y afectivo que le falta. La realidad es que, más allá de frías declaraciones o interesados comentarios, nadie se lo ha expresado; ni institucional ni socialmente. A lo largo de todos estos meses que llevamos vividos bajo el dominio de la pandemia, la escuela no ha sentido reconocida ni comprendida la titánica labor que está realizando. Peor aún, siente que hay desconfianza hacia lo que hace, y ha escuchado infundados reproches por parte de responsables de algunos gobiernos y administraciones; incluso se le proponen condiciones de funcionamiento que sanitariamente no se consideran válidas para otros ámbitos sociales. Todo ello pone de manifiesto escasa o nula empatía con la escuela.

A todo lo anterior, es necesario añadir que el sistema educativo, en su conjunto, necesita cambios y transformaciones en aspectos nucleares de la educación que se ofrece a las niñas, niños y adolescentes de nuestro país. Urge abordar cambios relevantes en lo que la escuela enseña y en la forma de hacerlo; se requiere proyectar una nueva mirada sobre el currículo y la evaluación. Álvaro Marchesi, en un artículo reciente, decía: “Primero, hay que cambiar la forma de enseñar y aprender, la manera de entender la enseñanza. Dar una enorme importancia a la dimensión socioemocional en el centro. Poner en primer plano la educación en valores, comprendidos, sentidos y llevados a la acción”.

Es ampliamente compartido que la escuela adolece de una gran debilidad; su currículum. Tal como está planteado, es un gran talón de Aquiles de nuestro sistema educativo. Es de una naturaleza incoherente y contradictoria pues, aunque en lo esencial persigue el desarrollo de una serie de competencias clave en las personas, en la práctica sigue aferrado a la tradición de impartir inabarcables listados de contenidos.

Tenemos un currículum oficial sobredimensionado y enciclopédico, que fomenta aprendizajes excesivamente parcelados o compartimentados y dejan muy poco margen para la elaboración, comprensión y tratamiento de la información por parte del alumnado. Los estándares de aprendizaje, por ejemplo, atomizan los contenidos y el conocimiento; desvirtúan y deshilachan el aprendizaje. En consecuencia, su contribución al desarrollo de las competencias clave en el alumnado es estéril.

En general, el currículum existente prima un aprendizaje bastante superficial y de escasa relevancia, en el que predominan los conceptos frente a otro tipo de contenidos más procedimentales y actitudinales. Unos aprendizajes notablemente desconectados de las necesidades reales de ese mismo alumnado, de la vida de las personas, de sus problemas y de los de la sociedad de nuestro tiempo, de los problemas relevantes del mundo en que vivimos. 

Así pues, es necesario proponer cambios estructurales. El currículum en particular necesita, entre otras características, tener frescura y flexibilidad, así como un carácter abierto y diversificado.

Conscientes de todo ello, una parte del profesorado hace ya tiempo que trabaja tratando de paliar los problemas enunciados, bien mediante enfoques integrales y metodologías adecuadas a ellos, bien a través de otras formas más globales de organizar y desarrollar el currículum. Pero tanto la sociedad como los responsables políticos deben de tomar conciencia de que la educación de nuestro país sufre problemas de fondo, que es urgente resolver poniéndose de acuerdo en la manera más adecuada de hacerlo; no de cualquier manera.

Llevar a cabo La tarea de cambiar y mejorar la educación es responsabilidad de todos; los cambios que se necesitan deben partir de la propia escuela, tener sus raíces en la sociedad. Resulta vital esforzarse por buscar con ahínco un consenso social y político.

Se han comentado algunas de las deudas que los responsables políticos, las administraciones públicas y la sociedad en su conjunto tienen con la escuela; aunque existen otros problemas relevantes, que será necesario seguir abordando y analizando.

La escuela espera que el conjunto de la clase política y de la sociedad proyecte una mirada más profunda sobre ella; un mayor esfuerzo de comprensión y aprecio de su tarea y funciones; que se pongan a su servicio los medios y recursos que la educación del siglo XXI exige; y un acuerdo sincero, responsable y valiente sobre los problemas de fondo que lastran el futuro de la misma.

Otras entradas relacionadas:

Enlaces de interés:

ACUERDO POR LA EDUCACIÓN EN CANTABRIA, de 19 de mayo de 2017.

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