Celebración descafeinada del Día Internacional del trabajo

Hoy, sábado 01 de mayo, he celebrado el Día Internacional del Trabajo en un contexto privado, acompañado de los familiares más próximos que conforman mi unidad familiar actual –mi esposa Marharyta y mi hijo Nikita- y he aprovechado esta semi reclusión que la realidad sanitaria producida por el SARS-CoV-2 nos impone para conectar con mis hijos y nietos, con algunos amigos especiales y para escribir en redes sociales y en mi blog reflexiones como la que ahora me ocupa.

Cierto es que, como tengo por costumbre cada sábado, he desayunado con mi amigo José Sererols. Hemos disfrutado del pantagruélico menú habitual en Bambara Tavern, preparado por Lines, una cocinera inigualable, y servido con desparpajo y elegancia profesional por Marián. Además, hemos pasado revista a la actualidad sanitaria en nuestro entorno, en Cantabria, en España y allende sus fronteras. También, hemos puesto el foco en la realidad socioeconómica y en el incomprensible debate político con el que nos “golpean” intelectualmente hablando, todos los días, los candidatos a la presidencia de la Comunidad de Madrid.

A primera hora de la mañana, antes de acudir a la cita habitual con José para desayunar y “arreglar el mundo”, estuve “enredando” en Facebook y en Wasap, chateando con mis amistades. Entre comentario y comentario me encontré con un recuerdo que publiqué en esa red social el viernes, 1 de mayo de 2020, coincidiendo, como hoy, con el Día Internacional del Trabajo.

Su lectura me inspiró una nueva cita que compartí con todos mis amigos virtuales. Mis palabras de hoy y la reflexión de año pasado me han servido para meditar sobre la triste realidad sanitaria y socioeconómica que ha cambiado nuestras vidas.

Antes de reeditar las reflexiones mencionadas, quiero expresar mi tristeza y decepción por las limitaciones que, por segundo año consecutivo, la pandemia nos ha causado. Ha sido, como indico en el título de esta entrada una celebración descafeinada. La todavía difícil realidad sanitaria ha impedido a los ciudadanos festejar la efeméride centenaria que representa la celebración del Día Internacional del Trabajo. Ello no ha sido óbice para rememorar los acontecimientos que inspiraron esta celebración que hoy festejamos los ciudadanos de la inmensa mayoría países de los cinco continentes.

Una vez leído el texto que subí a Facebook el año pasado, que transcribo al final de esta entrada, su contenido me inspiró la siguiente reflexión que publiqué, a continuación:

“Prevención, vacunas y respuesta global son instrumentos imprescindibles para la protección de la salud y del bienestar emocional de las personas, la minimización del desolador impacto social y económico sufrido y la consecución del ansiado objetivo final que no es otro si no vencer al virus que está causando la mayor tragedia humanitaria del último siglo.

Invoco a los poderes públicos de todo el mundo y a la ciudadanía global, sin distinción o exclusión alguna, a unir todos los esfuerzos y recursos humanos y materiales posibles para frenar, primero, y derrotar, a continuación, a la Covid-19. Es la prioridad principal a la que debemos dar una respuesta contundente, con determinación y sin limitación alguna para erradicar, finalmente, esta pandemia.

Persistamos en el intento sin flaquear. Evitemos caer en el conformismo porque… “revolcarse en el fango no es la mejor manera de limpiarse”.

¡Feliz Día Internacional del Trabajo!”

Día Internacional del Trabajo 2020
Viernes, 1 de mayo 2020

La festividad del Día Internacional del Trabajo se celebra este año en España, y en otros lugares del mundo, en un contexto diferente jamás conocido. Esta efeméride, centenaria, muestra hoy su lado más oscuro en un escenario desolador producido por la pandemia ocasionada por el Covid-19 que, en los dos últimos meses, ha causado más de 200.000 víctimas mortales a nivel global y «se perderán 195 millones de empleos en solo 3 meses» abril, mayo y junio, según estima en un informe reciente la Organización Internacional del Trabajo (OIT).

Nos encontramos en un momento histórico en el que debemos disponer de todo nuestro potencial al servicio del bien común para frenar la crisis sanitaria que nos invade, asegurar la salud y bienestar emocional de las personas y dar respuesta eficaz a las nefastas consecuencias derivadas de la destrucción masiva del empleo facilitando los recursos necesarios para retornar, cuando menos, a la situación socioeconómica previa al estallido de la pandemia.

Apelo a la resiliencia históricamente demostrada por los españoles y al espíritu solidario de toda la ciudadanía de la Unión Europea expresado en su lema: unida en la diversidad.

No perdamos la esperanza. Pongamos en valor y en positividad la cita del poeta y ensayista libanés Khalil Gibran: “Por muy larga que sea la tormenta, el sol siempre vuelve a brillar entre las nubes”.

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