Este verso de La barca, una canción escrita por el compositor mejicano Roberto Antonio Cantoral, popularizada entre otros artistas de prestigio internacional por el trío Los Panchos, me ha inspirado esta entrada en la que voy a poner en valor sentimientos, vivencias y emociones profundamente arraigados en mi alma y corazón que comparto con mi hijo Kelly y con mis nietos Matthew Oliver, Ethan Derek, Claudia y Valeria pesar de los miles de kilómetros que nos separan.
Esta Semana Santa ha estado marcada por un incidente sanitario en la persona de mi nieto Matthew Oliver que me ha tenido inquieto y preocupado durante unos días. Todo empezó el pasado miércoles, 31 de marzo. Recibí un wasap de mi hijo Kelly diciéndome que Matthew estaba con fiebre y lo había llevado a urgencias del Siloam Hospitals Denpasar Bali, en Sunset Road, Bali.
Realizada la pertinente analítica, Matthew quedó ingresado. Permaneció unas cuantas horas en un box hasta que, finalmente, fue conducido a una habitación individual en planta. Afortunadamente, a medida que pasan los días, los médicos van descartando posibles diagnósticos que, en estos momentos de pandemia, tanto nos preocupan a los ciudadanos de cualquier parte del mundo. Hoy, mientras comienzo a escribir estas notas, hablo con Kelly y me comenta que la pediatra quiere seguir observando a Matthew y hacerle más pruebas. También he mantenido una videoconferencia con Matthew y le he notado tranquilo, sereno y con una gran entereza. Debe permanecer en el hospital al menos unos días más. ¡A esperar acontecimientos toca!
Estos últimos días han sido conmovedores. Por un lado, la incertidumbre producida por el episodio sanitario de Matthew ha mantenido a toda la familia en vilo, pero en permanente contacto. Por otro lado, ha emergido un cúmulo de sensaciones que, no por reconocidas, tienen menos valor en estas imprevistas circunstancias. La conmoción producida por este episodio de Matthew nos ha permitido revitalizar a Kelly y a mí los sentimientos más profundos que siempre nos han unido.
Una gran experiencia educativa
Mi hijo Kelly vive en Bali desde hace año y medio con cuatro de sus cinco hijos: Matthew Oliver, Ethan Derek, Claudia y Valeria. Habitualmente, Kelly, sus hijos y yo nos comunicamos por distintos medios, sea por servicios de mensajería (wasap) o por videoconferencia. A pesar de la distancia geográfica mantenemos un contacto permanente. Hablamos de nuestras cosas. Kelly y los niños me comentan entusiasmados el ambiente educativo, cultural y social en el que viven. El trecho que nos separa no es óbice para reforzar cada día la proximidad emocional que nos une. La distancia no favorece el olvido; más bien, por el contrario, en nuestro caso genera un acercamiento sentimental intenso jamás experimentado.
Particularmente interesantes son las referencias al colegio Sekolah Lentera Kasih (SLK) Bali en el que cursan sus estudios Matthew Oliver, Ethan Derek, Claudia y Valeria. Igual que sucediera en Cantabria el curso pasado, mis nietos han estado mucho tiempo confinados. Sin embargo, la acción tutorial del profesorado para velar por su salud mental y bienestar emocional y social ha sido sobresaliente. La atención académica se me antoja, igualmente, más que satisfactoria.
La formación online ha sido, a juicio de Kelly y de los niños, muy loable. Han recibido formación personalizada y en pequeños grupos (3-4 escolares) para dar respuesta a las necesidades individuales de cada uno de ellos. Han podido asistir al colegio puntualmente, de uno en uno, para estar con sus profesores. Kelly les ha proporcionado, también, apoyo educativo con docentes particulares en casa para ayudarles a superar sus estudios con evaluación sobresaliente. Y lo más sorprendente, algunos educadores del colegio han mantenido contacto en vivo y en directo con Matthew, Eathan, Claudia y Valeria y para facilitarles una atención exclusiva. Yo no daba crédito al trato educativo que están recibiendo. Chapeau!
El jueves pasado, 1 de abril, superado el shock inicial por el ingreso hospitalario de Matthew, Kelly y yo pusimos una nota de humor recordando la lluvia de ideas que generamos durante los primeros días de esta semana para dar nombre al grupo musical que han formado los cuatro hermanos: Claudia, cantante; Valeria, percusión; Ethan, guitarra y Matthew, piano. Después de las pertinentes votaciones, en las que me dieron voz y voto, acordamos denominar al grupo The Hokey Pokey Band. ¡Qué recuerdos me trae el Hokey Pokey! Lo solía cantar y bailar con mis alumnos de inglés en el colegio de Numancia -Escuela Aneja (niños)-, en los años 70´.
Atención médica excelente
Entre col y col Kelly me habla del hospital. Sus comentarios me sorprenden. Matthew está en una habitación individual de unos 40 m2. Recibe todo tipo de atenciones, además de las estrictamente sanitarias. En concreto, cada día le traen una carta para que elija el menú que más le apetezca. Impresionante. ¡Más bien parece que se encuentra en un hotel de cinco estrellas! Kelly permanece día y noche con su hijo y dispone de una cama en la habitación de Matthew para pernoctar y acompañarle.
En uno de mis comentarios anecdóticos me referí al encuentro telemático de directivos del Real Madrid –Enrique Pérez, hermano del presidente Florentino Pérez; José Luis Sánchez, director general del área social y Manuel Gómez, director general de peñas- con compromisarios de la Peña Madridista Mortera Blanca. No en vano somos socios del club todos mis hijos y nietos, igual que lo son mi hermano Juan Carlos y sus hijas y nietos. Nos han invitado a visitar las obras del estadio una vez lo permita la situación sanitaria producida por la Covid-19.
Matthew quería leer un libro y Kelly le compró Adventure Stories, de Miles Kelly. Igualmente, me comentó Kelly, Matthew le pidió una baraja española para jugar con él a la Brisca. También le apetece practicar el Tute y que su padre le enseñe a jugar al Mus. Es curioso, Kelly ha comentado a sus hijos cómo aprendió a jugar al Mus en un viaje que hicimos la familia a Jamaica cuando él era un adolescente. También les menciona las partidas de Tute mano a mano con su abuelo Rosendo y con la abuela Marina. Ahora Matthew desea practicar para jugar conmigo. Además, Kelly juega en la habitación del hospital a la Ajedrez con Matthew. “Es muy bueno”, y quiere jugar conmigo, me dice Kelly,… ¡para ganarme!
Estos días en Siloam Hospitals Denpasar Bali dan para mucho. Kelly habla con Matthew de lo divino y de lo humano y le cuenta historias y anécdotas de su niñez. Algunas me han emocionado porque yo las he vivido en primera persona con mis hijos mayores y con mis padres, abuelos y bisabuelos. Me sugiere Kelly que tengo que contar a Matthew y a sus hermanos “lo de Roque… el chulo Pilín… Claudio… y esas cosas”.
Recuerdos familiares
“Lo de Roque” se refiere a las miles de historietas que yo le narraba a Kelly y Tracy de mi abuelo materno; “el chulo Pilín” alude a las aventuras del abuelo Roque con su inseparable perro que, por cierto, en una ocasión le salvó la vida; “Claudio”, mi bisabuelo paterno, nos encandilaba a todos los bisnietos el día de Reyes cuando le visitábamos para recoger los aguinaldos, ¡un crack!; “y esas cosas”, indica Kelly, hacen referencia a la multitud de anécdotas que yo le relataba a él y a Tracy cuando eran niños y que le han dejado una huella imborrable que Kelly trata de mostrar a sus hijos.
Kelly ha tenido tiempo de hablar con Matthew sobre mis galopadas al lomo del caballo “Moro” desde Mompía a Soto de la Marina para comprar tabaco a mi padre, Rosendo. También, acerca de mis viajes a Santander en una carreta tirada por el “Palomo”, un caballo blanco, propiedad de mis padres antes del “Moro”, acompañando a mi madre, Marina, a hacer las compras en los almacenes Fermín Madrazo y Bodegas López Alonso, entre otros establecimientos.
Y qué decir de las aventuras del Renault 4L que tenía mi madre y que servía de taxi para llevar a Kelly y Tracy al colegio de Numancia donde estudiaron la EGB. Esas historias del 4L las ha contado Kelly a sus cuatro hijos; les ha enseñado fotos de ese coche y, entre todas las eventuras, destaca cómo y dónde le dejé yo conducir por primera vez cuando tenía 13 años. ¡Loco estaba yo! Según me comenta Kelly, le escucharon embelesados, deslumbrados por la increíble experiencia conmigo.
Recordaba Kelly a sus “cuatro joyas de la corona” cómo manejaba el volante del 4L, la palanca de cambios o el detalle de los cojines para sentarse y alcanzar los pedales del coche. Un comportamiento inconsciente por mi parte, por cierto, que Kelly les comenta a sus hijos y ellos muestran su perplejidad ante tamaño dislate. Locuras, decía su granny, Doris Ryan. Mis nietos saben que su padre me imita a mí, que su madre no aprueba aquella temeridad, que saben que es una locura… ¡pero de su padre! Matthew Oliver, Ethan Derek, Claudia y Valeria son niños muy responsables que distinguen bien entre prudencia y riesgo, dice Kelly, porque los tiempos cambian…
Una buena costumbre
En otro orden de cosas Kelly me dice que almuerzan y cenan todos juntos. Que hablan de lo divino y de lo humano; que la vida no es solo Santander; que esa tradición de estar juntos a la hora de las comidas lo van a mantener “hasta que se casen, incluso después”; que es una costumbre antigua pero que es necesaria a pesar de que las nuevas generaciones justifican esa pérdida; no hay excusa que valga; es importante, les dice Kelly, sentarse a comer juntos sin móviles y contarse todas las novedades del día…
En los próximos días les voy a enviar un ordenador portátil para que se organicen mejor los cuatro hermanos con la formación online que reciben y con otras actividades más lúdicas que realizan. Me indica Kelly que les adjunte una o dos barajas españolas y otros juegos de mesa con dedicatoria. Casualmente, hablando con mi sobrina Elizabeth, me informó que guarda algunos ejemplares de aquellos naipes con los que jugaban mis padres, Rosendo y Marina. Me los va a regalar y se los enviaré dedicados a mi “troupe balinesa”.
Antes de concluir esta entrada extensa, plagada de anécdotas y recuerdos relatados por Kelly a Matthew, Eathan, Claudia y Valeria, voy a resumir sucintamente tres hechos que han vivido esta semana en primera persona Ethan, Claudia y Valeria –Matthew, lógicamente, se ha perdido las experiencias al estar hospitalizado-. Dos de ellos, su visita al orfanato Ginantri Foundation, uno, y la venta de pulseras, colgantes y tobilleras en el mercadillo del barrio, otro, me las han relatado narrado Valeria e Ethan en unos mails que me enviaron ayer. El tercero, un ensayo de The Hokey Pokey Band me lo envió Kelly para que viera el progreso del grupo interpretando Blowin´ in the Wind de Bob Dylan (la ausencia de Matthew al piano fue sustituida por un amigo balinés de Kelly).
Solidarios
La visita al orfanato Ginantri Foundation se enmarca dentro de las actividades de voluntariado que con frecuencia realizan Matthew, Eathan, Claudia y Valeria, animados por su padre. Valeria me describe la experiencia vivida de la siguiente manera:
“Hoy, día 3.04.2021, fuimos mi hermano Ethan, mi hermana Claudia y yo a un orfanato llamado “Ginantri Foundation”, situado en Sanur, Bali. Mi hermano Matthew no vino porque estaba enfermo, ingresado en un hospital. Cuando vi a los niños no me puse tan triste ya que vivían bien solo que eran muy humildes, así que jugué con ellos. Los niños tenían de 13 años para abajo. Había aproximadamente 20-25 niños. Hice una amiga llamada Febri y un niño llamado Angga. Angga tenía 10 años y Febri 13 años.
Después jugamos a un juego organizado por Mila (una monitora adulta). Se trataba de hacer unas palabras que tuvieran las mismas letras, en inglés obviamente. Estuvimos jugando en 5 grupos. El ganador fue el de Claudia. Cuando acabamos de jugar comimos una sopa de judías y luego caramelos por haber jugado bien. El equipo de Claudia consiguió más caramelos. Después estuvimos hablando y sacándonos fotos y, luego, abrimos los regalos que les habíamos traído.
Mi hermano, mi hermana y yo sabíamos que hablaban un poco de inglés así que los regalos que les hicimos eran para aprender inglés y para divertirse de vez en cuando: 6 libros cortos fáciles en inglés, 2 puzles, 8 coches de juguetes, 1 mini robot, ropa, zapatos etc… Luego jugamos un ratito más con los perros y nuestros nuevos amigos. Les dijimos adiós uno por uno y nos fuimos.
Los niños eran agradecidos y majos. Fue fácil hacer amigos. Memoricé algunos de sus nombres y sus edades y, aunque eran pobres, eran estudiantes que piensan que si podrán tener una buena vida. Mila les dice que a pesar de que son de un país pobre (Indonesia), si eres listo, te pueden dar una beca para una universidad famosa y buena. Así que no pueden perder sus esperanzas. Voy a volver algún día a ese orfanato y voy a darles más regalos y a jugar con ellos”.
Emprendedores
Kelly infunde en sus hijos el espíritu emprendedor. Les anima a ser creativos y a generar ideas que les permitan realizarse profesionalmente en el futuro. Ethan describe así esta actividad realizada el sábado:
“Todo empezó con mi padre en una de sus charlas diarias. Se le ocurrió que sería bueno que hiciéramos una empresa en nuestra zona de residencia para vender y empezar a ganar dinero. Mi padre nos hizo un préstamo para comprar abalorios con el fin de hacer pulseras, colgantes y tobilleras. Después de comprar los abalorios nos organizamos de la siguiente manera.
-Yo, Ethan, soy el que vende y ayuda a hacer los productos.
-Matthew es el jefe y ayuda a hacer las pulseras y a chequear.
-Claudia es la que realmente hace las pulseras porque ese es su trabajo. Nosotros ayudamos.
-Valeria vende conmigo pero normalmente hablo yo y ella me ayuda.
Vamos a vender con unas perchas para colgar el producto. Si el producto es muy pequeño, o muy largo, nosotros lo podemos acortar o alargar. También, si de verdad el comprador quiere una pulsera, colgante o tobillera personalizada con el material que tenemos se lo podríamos hacer. Dependiendo de cuanto material tiene cambia el precio.
El dinero que conseguimos lo dividimos siempre entre 4 para que cada uno tenga su parte. Con ese dinero podemos devolver la deuda a mi padre para comprar los abalorios y, cuando ya no le debamos nada, empezaremos a ganar dinero.
Normalmente vendemos en la zona donde vivimos porque así podemos ir en las bicis o andando. Eso nos hace más fácil movernos. Yo pido la mayoría de las veces el whatsapp de las personas por si quieren hacer algún pedido sin nosotros ir hasta su casa y así es más fácil”.
Finalmente, el ensayo de ayer ha sido muy provechoso. The Hokey Pokey Band ha tocado Blowin´in the Wind. Para ser sincero, a mi me ha gustado. En cuanto se incorpore Matthew las cosas irán viento en popa a toda vela, estoy seguro.
Matthew vuelve a casa
Hoy martes, Matthew ha vuelto a casa. Toda la familia estamos felices y contentos. Estará de reposo en compañía de sus hermanos y bajo supervisión médica. Espero y confío que este episodio sea una anécdota más de esta experiencia vital que junto a su padre y hermanos está viviendo en Indonesia.
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