El perfume de la maestra

Hace unos días me saltó en Facebook un texto compartido hace dos años que evocó mi niñez, mi etapa en la escuela unitaria de mi pueblo, Mompía, y el recuerdo emocionado de una mujer extraordinaria: Doña María Torner, mi maestra.

Se trata de “El perfume de la maestra”, uno de los 51 artículos publicados en el libro “Educar valores y el valor de educar: Parábolas” del profesor y escritor Antonio Pérez Esclarín. Es curioso. Este libro guarda una cierta similitud con el mío “Más allá de la formación. Experiencias de educación transversal en Decroly 2019”, presentado el pasado 2 de febrero en la Biblioteca Central de Cantabria. Ambos ejemplares describen experiencias educativas de uno u otro tenor: 51, el volumen de Pérez Esclarín; 53, el que yo he publicado.

El “Perfume de la maestraes uno de los 51 relatos breves incluidos en “Educar valores y el valor de educar: Parábolas”. El texto de este artículo recoge una “parábola” que bien podría referirse a un hecho real producido en un aula de Primaria, u otra etapa educativa, de cualquier centro educativo de uno u otro país.

Al referirme a esa emocionante fábula, para compartirla posteriormente en Facebook, escribí estas líneas:

“Una impresionante historia que a muchos maestros y profesores inspirará recuerdos imborrables de otros alumnos de perfil y circunstancias similares.

Solamente a partir de un sólido vínculo emocional alumno-profesor pueden darse situaciones y resultados como los que señala “El perfume de la maestra”.

En la medida que los profesionales docentes seamos capaces de crear un clima escolar en el que se desarrollen las múltiples inteligencias de los escolares, de los niños, adolescentes y jóvenes que pueblan las aulas de los centros educativos -particularmente la inteligencia emocional- su alegría, actitud positiva, compromiso y felicidad aumentará sensiblemente. Si además añadimos el ingrediente de una suerte de cariño profesional de los maestros y profesores hacia todos y cada uno de ellos -particularmente depositado en aquellos más necesitados- el éxito personal y académico de TODOS, sin excepción alguna, estará garantizado.

En suma, estaremos facilitando una educación inclusiva y de calidad que contribuya a desarrollar el talento de nuestros discentes para ayudarles a encontrar la ruta de su propio destino.”

EL PERFUME DE LA MAESTRA

El primer día de clase, la maestra doña Tomasa les dijo a sus alumnos de quinto grado, que ella siempre trataba a todos por igual, que no tenía preferencias ni tampoco maltrataba ni despreciaba a nadie.

Muy pronto comprendió lo difícil que le iba a resultar cumplir sus palabras. Había tenido alumnos difíciles, pero nadie como Pedrito. Llegaba al colegio sucio, no hacía las tareas, pasaba todo el tiempo molestando o dormitando, era un verdadero dolor de cabeza. Un día no aguantó ya más y se dirigió a la dirección.

Yo no soy maestra para soportar la impertinencia de un niño malcriado. Me niego a aceptarlo por más tiempo en mi clase. Ya casi son las vacaciones de Navidad, espero no verlo cuando volvamos en enero.

La directora la escuchó con atención, y sin decirle nada, revisó los archivos y puso en las manos de doña Tomasa el libro de vida de Pedrito. La profesora lo comenzó a leer por deber, sin convicción. Sin embargo, la lectura le fue arrugando el corazón:

La maestra de primer grado había escrito: “Pedrito es un niño muy brillante y amigable. Siempre tiene una sonrisa en los labios y todos le quieren mucho. Entrega sus trabajos a tiempo, es muy inteligente y aplicado. Es un placer tenerlo en mi clase”.

La maestra de segundo grado: “Pedrito es un alumno ejemplar con sus compañeros. Pero últimamente se encuentra triste porque su mamá padece una enfermedad incurable”

La maestra de tercero: “La muerte de su mamá ha sido un golpe insoportable. Ha perdido el interés en todo y se pasa el tiempo llorando. Su papá no se esfuerza en ayudarlo y parece muy violento. Creo que lo golpea.”

La maestra de cuarto: “Pedrito no demuestra interés alguno en clase. Vive cohibido y cuando intento ayudarle y preguntarle qué le pasa, se encierra en un mutismo desesperanzador. No tiene amigos y está cada vez más aislado y triste”

Por ser el último día de clase antes de las Navidades, todos los alumnos le llevaron a Doña Tomasa unos hermosos regalos envueltos en fino y coloridos papeles. También Pedrito le llevó el suyo envuelto en una bolsa de papel. Doña Tomasa fue abriendo los regalos de sus alumnos y cuando mostró el de Pedrito, todos los compañeros se echaron a reír al ver su contenido: un viejo brazalete al que le faltaban algunas piedras y un frasco de perfume casi vacío. Para cortar por lo sano con la risa de los alumnos, Doña Tomasa se puso con gusto el brazalete y se echó unas gotas de perfume en cada una de las muñecas. Ese día, Pedrito se quedó el último al salir de clase y le dijo a su maestra: “Doña Tomasa, hoy usted huele como mi mamá”

Esa tarde, sola en su casa, Doña Tomasa lloró un largo rato. Y decidió que en adelante, no solo iba a enseñar a sus alumnos lectura, escritura, matemáticas… sino sobre todo, que los iba a querer y les iba a educar el corazón. Cuando se reincorporaron a clase en enero, Doña Tomasa llegó con el brazalete de la mamá de Pedrito y con unas gotas de perfume. La sonrisa de Pedrito fue toda una declaración de cariñoso agradecimiento. La siembra de atención y cariño de Doña Tomasa fue fructificando en una cosecha creciente de aplicación y cambio de conducta de Pedrito. Poco a poco, fue volviendo a ser aquel niño aplicado y trabajador de sus primeros años de la escuela. Al final del curso, a Doña Tomasa le costaba cumplir sus palabras de que, para ella, todos los alumnos eran iguales, pues sentía una evidente predilección por Pedrito.

Pasaron los años, Pedrito se fue a continuar sus estudios en la universidad y doña Tomasa perdió contacto con él. Un día recibió una carta del doctor Pedro Altamira, en la que le comunicaba que había terminado con éxito sus estudios de medicina y que estaba a punto de casarse con una muchacha que había conocido en la universidad. En la carta le invitaba a la boda y le rogaba que fuera su madrina de boda.

El día de la boda, Doña Tomasa volvió a ponerse el brazalete sin piedras y el perfume de la mamá de Pedrito. Cuando se encontraron, se abrazaron muy fuerte y el Doctor Altamira le dijo al oído: “Todo se lo debo a usted, Doña Tomasa”. Ella, con lágrimas en los ojos, le respondió: “No, Pedrito, la cosa sucedió al revés, fuiste tú quien me salvaste a mí y me enseñaste la lección más importante de la vida, que ningún profesor había sido capaz de enseñarme en la universidad: me enseñaste a ser maestra”.

Otros enlaces de interés:

– I Plan Estratégico de Formación Profesional del Sistema Educativo
– Plan de Modernización de la Formación Profesional
– Agenda 2030
– 17 Objetivos de Desarrollo Sostenible
– Plan de Acción de Educación Digital (2021-2027)
– Plan España Digital 2025

– Enlaces a ceremonias, celebraciones y otros eventos de interés
– Enlaces a documentos institucionales de referencia en la Educación
– Enlaces a organismos, programas e instituciones europeas y españolas

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