Durante once de años, desde 2008, he colgado en Rincón del Director innumerables entradas relacionadas con el mundo de la educación, en general, y con las noticias, actividades y eventos de singular importancia acaecidos en Decroly, además de otras con reflexiones y opiniones que afectan al sector, particularmente en el ámbito de la Formación Profesional
La reposición ordenada de esos posts es una iniciativa que surge con el ánimo de agrupar los contenidos publicados en distintas épocas y proponer una relectura serena sobre todos aquellos asuntos que forman parte e inciden en la vida académica y profesional de los distintos componentes de la comunidad educativa decroliana: alumnado, profesionales docentes y familias, principalmente.
Podremos comprobar que muchos de los temas tratados en el pasado siguen vigentes en la actualidad. Tal vez, el hecho de que nuestro Carácter Propio está impregnado de una sólida concepción vitalista de la educación y de la formación ayude a entender cómo su incidencia en el Proyecto Educativo, el Proyecto Curricular, la Programación General Anual y la Programación Didáctica de cada módulo formativo refleja un espíritu firme y determinante de trabajar por el desarrollo personal, emocional, social y científico-profesional de los alumnos acorde con los tiempos que les toca vivir en las distintas épocas de nuestra ya larga trayectoria profesional durante cuatro décadas.
En el argot educativo hablamos, a menudo, del “misalito”, por ejemplo, cuando hacemos alusión al documento que cada año publica la Consejería de Educación, Cultura y Deporte para aglutinar toda la oferta educativa de Cantabria en las enseñanzas no universitarias. Quizá no sea el símil más apropiado para el proyecto que hoy os presento, pero puede tener alguna semejanza, temática aparte.
Mi objetivo con este trabajo consiste en agrupar las entradas más relevantes desde el punto de vista pedagógico para que sirvan de orientación, reflexión y referencia al profesorado de Decroly y, en la medida que las circunstancias lo aconsejen, integrar esas premisas en la práctica docente cotidiana. Para lograrlo, voy colgar una selección de más menos CINCO entradas en cada uno de los bloques de esta sección de Apuntes de Educación. Si cuando inicies la lectura del primer post consigo atraer tu atención seguramente te “engancharás” y continuarás con el resto. Si no fuera así, me gustaría recibir tu feedback para reorientar este ilusionante proyecto de comunicación interna.
Ahora sí, sin más preámbulos, adjunto la entrega 2011 (III).
Diez competencias digitales básicas… ¡del profesor!
18 de agosto de 2011
En la sociedad que nos corresponde vivir, en pleno siglo XXI, parece redundante insistir en “algunas” competencias digitales básicas del profesorado
Sin embargo, yo no pierdo la ocasión de reflexionar sobre la incorporación de la competencia digital al bagaje personal, cultural y profesional de los profesionales docentes. Estoy firmemente convencido de la necesidad de mostrar al alumnado nuestra pericia digital en la práctica, interactuando con ellos, integrándola en la práctica docente y de aprendizaje cotidiana. Los profesionales docentes de Decroly hemos dejado de ser inmigrantes digitales –apelativo que asignó al colectivo docente, por vez primera, Marc Prensky- para sentirnos ciudadanos de hoy, en una materia que nos ha cogido, yo soy un buen ejemplo, con el paso cambiado.
En Decroly, tanto la Administración educativa como la entidad titular han realizado esfuerzos sustanciales para dotar a la institución con los recursos físicos y los equipamientos acordes con las exigencias de un modelo educativo moderno. También, desde la consejería de Educación, Cultura y Deporte y el equipo directivo de esta empresa hemos impulsado y facilitado acciones de formación continua para adquirir estas competencias digitales que nos coloquen en un escenario vanguardista dentro del contexto educativo de Cantabria. El profesorado, ¿Cómo no? se ha esforzado en alcanzar un estatus de solvencia profesional, por otro lado imprescindible, para afrontar los retos y desafíos de la formación de la década 2010-2020.
La adecuación tecnológica progresiva de las instalaciones de Decroly, dotándolas de aulas digitales y de otros equipamientos apropiados para alumnos y docentes, simultaneada con la formación continua de todos los profesionales, ha favorecido un sentimiento de “comodidad” de los alumnos. Así, en Decroly, los estudiantes encuentran los mismos medios que ya usan en su vida cotidiana como el ordenador, internet, redes sociales, que permiten una interactuación, de los profesores con sus alumnos y familiares, en su caso, más cercana a la realidad de una sociedad altamente dependiente de las tecnologías de la información y de las comunicaciones.
Por eso, los profesionales docentes de Decroly, entre sus competencias profesionales innovadores, son capaces de:
-1. Suscribirse a un servicio RSS para sindicar los contenidos interesantes de las páginas web que visiten
-2. Gestionar correctamente los marcadores y etiquetas de las páginas web
-3. Crear y usar un blog
-4. Crear y usar una wiki
-5. Crear hipervínculos (en correos electrónicos, blogs, webs y wikis)
-6. Crear archivos PDF con herramientas gratuitas
-7. Capturar, mezclar y subir fotos a la red (libres de restricciones de copyright)
-8. Capturar, mezclar y subir audio/vídeo a la red
-9. Usar Google Docs u otra herramienta colaborativa
-10 Participar en redes sociales educativas
Sin embargo, mi ingenuidad no llega hasta el punto de considerar que la tecnología es la respuesta absoluta para afrontar los retos y desafíos de la educación y formación en 2011. La clave se encuentra, en mi opinión, en determinar las actuaciones apropiadas durante el proceso de aprendizaje, con las herramientas digitales adecuadas orientadas al objetivo último de alcanzar los resultados pretendidos.
Ello no es óbice para que los profesionales docentes de Decroly contemplen y apliquen aquellos principios y normas, hoy en día consideradas básicos, que caracterizan al profesor facilitador.
No hay opción alternativa
26 julio, 2011
Aquellos que siguen Decroly Digital habrán observado la existencia de un importante número de posts que informan, reflexionan y orientan sobre las demandas de la sociedad al sistema educativo; la relación formación profesional y el empleo; la evolución de la pedagogía desde el pasado siglo XX, hasta hoy mismo; el perfil del estudiante actual; la puesta al día de los profesionales docentes; los cambios pedagógicos y tecnológicos; el nuevo papel del profesor en el aula, en base a los contenidos temáticos expuestos en esos posts;…
También, hemos podido leer, en distintos escritos de miembros del equipo directivo y de profesionales docentes de Decroly, que no todo es color de rosas. La modificación de la cultura corporativa y empresarial en esta entidad requiere una progresiva adaptación a ese cambio inexorable e inaplazable que ponga en línea a los profesores con sus alumnos. ¡Todos juntos, en armonía! De esa manera, ambos, docentes y discentes responderán mejor a sus propias demandas y a las de una sociedad cuya economía globalizada exige profesionales con habilidades y capacidades muy específicas. ¡Cuántas veces habremos reflexionado sobre estos temas!
Es una evidencia incuestionable el impacto de las tecnologías de la información y de las comunicaciones (TIC), de internet y de las redes sociales en la vida de las personas, en las empresas y en las instituciones públicas. Esa huella tecnológica, particularmente impulsada desde el 1 de enero de 2001, no tiene parangón en la historia de la humanidad. ¿En qué se parece un joven de 16-18 años hoy a otro de la misma edad hace 10 años? Mi respuesta es: en casi nada. En el año 2000 no existía Facebook, Tuenti, Twitter, LinkedIn, Hi5 u otras muchas redes sociales de uso masivo y generalizado en la actualidad.
Y, ¿qué decir del uso del móvil y la información que recibimos a través de él? Un teléfono móvil, además de usarse para llamar y enviar SMS ofrece, cada día, más funcionalidades, como la posibilidad de aprender desde el momento y lugar que queramos. En mi opinión, a través del teléfono móvil se está propiciando una total revolución de los más innovadores sistemas de aprendizaje. ¿Alguien duda de la aceptación y utilización de estas posibilidades por los escolares y estudiantes de hoy? ¿Nos podemos aventurar a predecir las demandas profesionales de la sociedad en 2020, por ejemplo?
En Decroly la apuesta por la innovación ha formado parte de su cultura corporativa desde su fundación en 1978. Un avance muy significativo se produjo en 2009, coincidiendo con el Año Europeo de la Creatividad y de la Innovación. Desde la titularidad y el equipo directivo del centro se impulsaron multitud de actuaciones que incidieron en muchos ámbitos de trabajo cotidiano. Se generó un sentimiento colectivo de cambio, de actualización de metodologías docentes basadas en el aprendizaje del estudiante, apoyado en un incuestionable impacto tecnológico y digital generalizado, particularmente, entre la población más joven. La formación permanente del profesorado y las dotaciones tecnológicas suministradas por la entidad aportan valor añadido para alcanzar los fines que se pretenden. En ese sentido, el esfuerzo en Decroly ha sido más que considerable.
Yo, particularmente, me he repetido en infinidad de ocasiones sobre estos temas. He dibujado, también, el perfil del estudiante de hoy y del profesorado en este siglo. No hay marcha atrás. Más bien, al contrario. Decroly debe realizar todos los esfuerzos razonables, humana y profesionalmente hablando, para dar respuesta a las demandas educativas y formativas de hoy, con proyección en el mañana.
Es hora de concentrar todas nuestras energías en un proyecto educativo ilusionante y con futuro. No caben dudas ni resistencias infructuosas que menoscaben la hoja de ruta trazada por la dirección para instalarnos en la modernidad, en el cambio permanente que impulsa medidas innovadoras que den respuestas a nuestros alumnos (clientes), ciudadanos del siglo XXI.
Ahora le toca el turno a los departamentos y equipos docentes y, por supuesto, a cada uno de los profesionales que imparten docencia en Decroly. Ellos darán lo mejor de sí mismos para vestir el proceso pedagógico cotidiano con las actuales corrientes pedagógicas, centradas en la figura del alumno y de su aprendizaje, en los resultados exigibles a cada uno de ellos, en el tratamiento individualizado y personalizado a los discentes, con todos los medios tecnológicos disponibles integrados en la práctica docente cotidiana. Decroly ha definido su carácter propio, su marca, su proyecto educativo, su plan de actuación y su hoja de ruta. A todos los que prestan sus servicios profesionales en esta empresa les corresponde su leal y eficaz contribución a esa tarea, mediante la pertinente ejecución de su labor profesional, en el ámbito de sus respectivas competencias.
Finalmente, me permito reiterar alguno de los escritos que he publicado con la intención de impulsar un estado de ánimo colectivo positivo e integrador.
Inteligencia emocional
25 julio, 2011
El ser humano además de poseer un coeficiente intelectual, que es su base para desarrollar aprendizajes en mayor o menor medida, también puede llegar a potenciar la inteligencia emocional que le ayudará ante las situaciones sociales y personales que normalmente tiene que enfrentar en el día a día
Tres investigadores que han estudiado a fondo esta especialidad son Peter Salovey, John Mayer y Daniel Goleman. Peter Salovey y John Mayer (1990) definen la inteligencia emocional como la capacidad para percibir, expresar, entender y regular las emociones y aseguran que las personas emocionalmente inteligentes son conscientes de sí mismas. También pueden manejar sus emociones sin verse invadidos por una depresión, ansiedad o enfado incontrolables. Para Daniel Goleman (1995) la inteligencia emocional es la capacidad de reconocer nuestros propios sentimientos, los sentimientos de los demás, motivarnos y manejar adecuadamente las relaciones que sostenemos con los demás y con nosotros mismos.
¿De dónde viene el concepto de inteligencia emocional?
Basado en reflexiones como las anteriores, el psicólogo, escritor y profesor de la Universidad de Harvard, Daniel Goleman, tras más de una década de estudios en la que reunió investigaciones de diversas universidades norteamericanas, dio a conocer –en su exitoso libro Inteligencia Emocional- un concepto más audaz sobre lo que debe entenderse por inteligencia.
Él se dio a la tarea de señalar claramente la importancia que tiene en la vida de las personas el desarrollo de habilidades, tales como: ser capaz de motivarse a sí mismo; perseverar a pesar de las decepciones; controlar los impulsos y demorar la “gratificación” frente a las emociones, es decir, no dar rienda suelta al deseo inmediato de actuar y ser capaz de esperar para recibir la compensación emocional; mostrar empatía hacia los demás; comprender sus sentimientos y preocupaciones; tener esperanzas…
Diferencias de evaluación entre la inteligencia tradicional y la emocional
A partir de 1905, se empezó a medir la inteligencia mediante diferentes pruebas. En estas pruebas se medía, y aún se mide la capacidad verbal y no verbal, la memoria, el vocabulario, la solución de problemas, el razonamiento abstracto, el procesamiento de la información y las capacidades visuales y motoras. El resultado que se obtiene es lo que conocemos como Cociente de Inteligencia (CI) y es a lo que nos referimos cuando hablamos de la “inteligencia tradicional”.
Contrario a la tradicional, la inteligencia emocional es un talento difícil de probar y es mucho menos tangible. Comprende capacidades como el control de los sentimientos y de las emociones propias; el reconocimiento de ese mismo control en los demás; la utilización de toda esa información para guiar nuestro propio pensamiento y acciones; tiene, también, relación con la espontaneidad, la creatividad, el manejo de las esperanzas, de la perseverancia y de la habilidades sociales.
Hay que conocer y entender qué impulsa a los demás, y a nosotros mismos, a obrar. Tenemos que aprender a interpretar muy bien el lenguaje de las emociones, que es el que mueve montañas. A veces, los profesionales más cotizados en su materia, lo único que perciben de las emociones es que son fuerzas arrolladoras que se ocultan en el interior del propio ser pero no saben cómo manejarlas.
¿Cómo se maneja la inteligencia tradicional y la emocional?
La inteligencia tradicional no es determinante para ser una persona de éxito mientras la inteligencia emocional sí lo es. Del presidente norteamericano más famoso y querido por sus compatriotas, Franklin Delano Roosevelt, por ejemplo, se decía lo siguiente: “tiene un intelecto de segundo orden, pero un temperamento de primerísima calidad”
Estudios sobre el tema aseguran que el Cociente de Inteligencia (CI) puede contribuir, en el mejor de los casos, con el 20% a los factores que determinan el éxito en la vida, quedando el 80% restante para otras variables, en las que puede considerarse desde la clase social, hasta la suerte, incluyendo un valor amplio para la inteligencia emocional.
Sin duda, el punto más importante que diferencia la inteligencia tradicional de la inteligencia emocional tiene que ver con que la primera medida. El CI es prácticamente inmodificable después de los primeros seis años de vida, mientras que la segunda medida, el CE permite un crecimiento progresivo mediante una acción permanente en la niñez, por parte de los padres y educadores y, luego, a través de la vida, mediante el desarrollo personal.
Las cinco habilidades de la Inteligencia Emocional
Lo que hasta ahora se ha podido establecer, en relación con el tema, es que existen cinco esferas básicas en las que se concentran las cualidades emocionales. Los individuos que saben… conocer las propias emociones y nombrarlas; manejarlas; automotivarse; ponerse en el lugar de los demás y tener éxito en las relaciones interpersonales, poseen ventajas que les ayudan a lograr el éxito en sus vidas.
Automotivarse, una pauta básica
Una persona con buen nivel de inteligencia emocional, no sólo debe alcanzar el talento necesario para realizar las cosas, sino que estará en capacidad para soportar las circunstancias desalentadoras y las derrotas y tratará de desarrollar habilidades como las siguientes:
Aun cuando las cosas parezcan ir mal, conservar la esperanza
Si se cree que se está ante una derrota, formular un nuevo plan de acción
Considerar los contratiempos como algo que tiene remedio
Ser capaz de aceptar un rechazo o un fracaso con elegancia, sin derrumbarse
No abandonar una tarea, aunque parezca frustrante
Sentirse con suficiente habilidad para salir adelante, inclusive ante los más serios tropiezos
Ser lo bastante sensible como para encontrar diversas maneras de alcanzar sus metas
Tener la seguridad de que si pautamos grandes expectativas acerca de las cosas, éstas saldrán bien en la vida, a pesar de las frustraciones y los fracasos
Creer firmemente que se tiene la voluntad y los medios necesarios para alcanzar los objetivos, sean éstos los que sean
Personalización del aprendizaje
21 de julio de 2011
El análisis de la literatura educativa, que recoge las opiniones, experiencias y resultados publicados en medios diversos, fruto de talleres, congresos y conferencias que se ocupan y preocupan por el presente y futuro de la educación, me aporta una lluvia de ideas que merecen su divulgación entre todos aquellos a los que interesa la actualidad en la educación
La afirmación de que el modelo educativo español se encuentra en crisis es una obviedad asumida por expertos de todo signo y color ideológico. El aprendizaje hoy ha adquirido connotaciones de dimensión poliédrica por el impacto de una evolución social y tecnológica sin precedentes, que implica y exige su urgente personalización. Los intermediarios desaparecen en la medida en que se desarrollan las inteligencias múltiples de cada alumno, según la teoría del recientemente galardonado Premio Príncipe de Asturias de las Letras, Howard Gardner.
Hay que escuchar al cliente-alumno porque sabe perfectamente lo que le interesa y cómo, qué y con quién lo quiere aprender. “El mundo ahora aprende de una nueva forma y son inevitables los cambios profundos”, afirma Curtis W. Johnson. De la misma manera que cada consumidor personaliza su producto, el alumno de hoy demanda, más que nunca, una atención personalizada.
“El mundo entero ha cambiado radicalmente, pero la enseñanza sigue siendo la misma”, dice Eduardo Punset. Es hora de que el aprendizaje social y emocional encuentre su espacio en el sistema educativo. Además, la realidad impone que la autoestima debe emerger como uno de los pilares de la enseñanza. Es preciso conciliar el aprendizaje y el entretenimiento, gestionando adecuadamente la inteligencia emocional del discente para alcanzar el éxito personal y profesional deseado. Por otro lado, el sistema educativo debe impulsar la adquisición de capacidades y habilidades que posibiliten asumir posiciones de liderazgo, de resolución de casos, problemas y conflictos, así como de dirección y gestión de equipos de trabajo.
Los jóvenes de hoy, utilizan internet y las tecnologías para generar y compartir contenidos y conocimientos. Nuestros alumnos viven en las redes sociales. Por ello, los profesionales docentes debemos integrarnos en ese mundo compartiendo una intercomunicación, a su nivel. ¡Ese es el reto!
Marc Prensky, a quien se le atribuye el término nativos digitales, al referirse a la educación, alude al término pasión como elemento fundamental del modelo del Siglo XXI. La escuela ha de preparar a los jóvenes para enfrentarse a una sociedad futura, cuyo común denominador es la incertidumbre. Por esa razón, el sistema educativo necesita verdaderos profesionales docentes vocacionales, capaces de adaptarse a las exigencias que demanda esta sociedad, aportando una verdadera pasión por su misión de enseñar e inculcando esa misma dimensión al alumnado por aprender. Motivación y orientación, dos palabras mágicas en la práctica docente cotidiana, para incentivar la asunción de responsabilidad en el propio aprendizaje de escolares y estudiantes. Marc Prensky afirma que la pedagogía es una asociación colaborativa de profesores y alumnos en la que es preciso reinventar el proceso de aprendizaje conjugando creatividad y diversión.
Nos encontramos ante un reto sin precedentes. El alumno de hoy debe pasar de recibir información a interactuar, de ser reactivo a ser proactivo. Además, la sociedad exige ciudadanos capaces de tomar decisiones y de emprender. Por ello, la escuela del siglo XXI ha de reivindicar la importancia de fomentar el talento de cada uno de los alumnos utilizando como apoyo las posibilidades que nos ofrecen las tecnologías de la información y de las comunicaciones (TIC).
En los profesionales docentes se encuentran las claves de la transformación educativa hacia modelos que den respuesta a las demandas de los ciudadanos y de la sociedad de este siglo. Así, en El profesor facilitador: qué debe hacer y evitar describo algunas situaciones sobre el papel del profesor hoy, que nada tiene que ver con el del siglo pasado. Los profesionales docentes nos enfrentamos al reto de vencer el miedo a perder el control y hegemonía de la clase. Nuestra misión no es tanto informar como contestar y orientar para que el alumno aprenda a aprender y a pensar en lo que aprende. Para ello, aceptémoslo, no hay marcha atrás, los profesionales docentes hemos de integrar la tecnología y las redes sociales en el proceso de enseñanza aprendizaje. No se trata de un instrumento más. Es una exigencia irrenunciable de la realidad social que nos toca vivir. Fuera de ahí se encuentra la obsolescencia y el primitivismo.
Los docentes somos los verdaderos diseñadores del aprendizaje de sus alumnos. Muchos expertos están de acuerdo en que el profesor debe enseñar menos y aprender más, dedicando una parte significativa de su tiempo, además, a orientar al alumno en el desarrollo de su capacidad de autoayuda. Los alumnos deben transformarse en los verdaderos protagonistas de su aprendizaje, convirtiéndose, en no pocas ocasiones, en maestros de sus profesores. Alumnos y profesores debemos asumir que aquellos serán los verdaderos protagonistas del cambio en la sociedad del próximo futuro. Reflexionemos sobre el perfil de nuestros estudiantes. Los centros educativos tenemos que suprimir los viejos estereotipos de una formación igualitaria, estandarizada, de ¡café para todos! Ahora toca afrontar las peculiaridades individuales de cada alumno, en una sociedad no previsible, para que cada uno afronte mejor los desafíos que la vida le depare. Ello exige un aprendizaje personalizado en el que las TIC se convierten en una herramienta de singular aportación.
En esa misión, la educación y las TIC deben confluir en un punto de encuentro que les permita caminar en la misma dirección y sentido. ¡No a las dos velocidades en que conducen actualmente, la mayor parte de las veces! Como he leído, no sé bien donde, “los pasillos de los colegios se han convertido en túneles del tiempo que los niños atraviesan para pasar de un siglo a otro. A la entrada, dejan el siglo en el que viven para llegar hasta un tipo de educación que se asemeja a la que recibieron sus padres y, en algunos casos, sus abuelos. El principal problema de la enseñanza es que los que tienen la autoridad son los más resistentes al cambio. Pero ahora, el líder lo decide la sociedad. Ya no hay una autoridad establecida. Y los hechos mandan, son los que mueven al cambio. Los niños, actualmente, se forman más fuera de las aulas que dentro de ellas. Esa realidad debe conducir al cambio, un cambio radical”.
El profesor facilitador: qué debe hacer y evitar
15 de febrero de 2011
A raíz de la proclamación del 2009 como Año Europeo de la Creatividad y la Innovación, Decroly ha intensificado la generalización del papel facilitador de sus profesionales docentes. Con ello, la entidad contribuye a la ampliación de las funciones pedagógicas de su profesorado para proporcionar un servicio educativo a los ciudadanos basado en un contrato no escrito que regula el compromiso colaborativo entre docentes y discentes.
Muchos de nosotros hemos realizado esfuerzos significativos en la producción y difusión de materiales creativos e innovadores, de utilidad colectiva en el proceso de enseñanza aprendizaje. Otra faceta que nos define se relaciona con el impulso habitual que otorgamos al desarrollo de una carrera profesional competitiva para afrontar los retos y desafíos de la sociedad del conocimiento.
También, desde el equipo directivo, la comisión de coordinación pedagógica y el propio claustro de profesores hemos concretado, en no pocas ocasiones, planteamientos orientados a desarrollar criterios metodológicos para perfilar un papel de los profesionales docentes más facilitador que informador. Estas actuaciones han sido posibles gracias a un compromiso generalizado, sin fisuras, del profesorado en materia de formación y desarrollo profesional permanentes.
En cualquier caso, en mi opinión, un eclecticismo pedagógico puede ser siempre muy recomendable, para evitar posturas monolíticas poco recomendables. “No todo en la vida es de un color o de otro, miren sino el arco iris”, decía Paulo Coelho. A título de ejemplo, y entre muchos otros posibles defendidos por innumerables e insignes pedagogos, me permito citar un aspecto que defendía el ruso Lev Vigotsky, en su teoría basada en el aprendizaje sociocultural. Me refiero al papel que debe asumir todo docente como líder y director del proceso de aprendizaje de sus alumnos teniendo en cuenta el contexto familiar y social de cada uno de ellos.
Hoy, sin embargo, voy a prestar atención a doce principios o normas considerados básicos para el ejercicio de la actividad docente que caracterizan al denominado profesor facilitador.
- Centra su actividad en el alumno y en el aprendizaje
- Trabaja en equipo con los demás docentes
- Actúa como mediador, coordinador, guía
- Atiende a la diversidad y fomenta el aprendizaje cooperativo
- Asume la realidad de sus alumnos y genera una empatía para la construcción del conocimiento
- Busca el porqué de las cosas
- Genera un dinamismo que progresa hacia la consecución de las competencias
- Integra las tecnologías de la comunicación y de la comunicación (TIC) en la práctica docente diaria
- Fomenta la cultura activa y participativa en la construcción y evaluación de su aprendizaje
- Muestra una actitud de aprendizaje permanente
- Predica y facilita el aprendizaje con el ejemplo
- Autoevalúa y documenta su práctica docente
Introducción
La elaboración de artículos y documentos varios de información y orientación educativa ha ocupado periódicamente, también, a muchos de los profesionales docentes de Decroly, guiados por el ánimo de comentar y divulgar experiencias sobre realidades pedagógicas creativas e innovadoras en el contexto de su cotidiana actividad profesional.
Este impulso de nuestra cultura corporativa diferenciadora, singular, productiva, estimulante, que potencia la autoestima y espíritu de mejora continua de los decrolianos, germina día a día, suscitando propuestas de participación y cooperación que nos ayudan a concretar actuaciones. Así, recientemente, a mi sugerencia de constituir el embrión de lo que podríamos denominar un departamento – comisión- de innovación, varios profesores han reaccionado positivamente, dando un paso al frente y presentándome iniciativas puntuales, muy valiosas.
A las conversaciones iniciales mantenidas con Pedro cuesta, Maite Muñiz, Antonio Medrano, Sergio Ibáñez y Rodrigo González han seguido debates telemáticos, primero, y aportaciones concretas después. Destaco sendas sugerencias de Sergio Ibáñez y Rodrigo González de establecer metas concretas, claras y posibles en materia de innovación, por un lado, y de elaborar un repertorio de “buenas prácticas docentes”, que recoja las experiencias educativas que hayamos vivido cada uno de nosotros, con resultado favorable contrastado, por otro.
Además, la visualización de la página web de HETEL –Asociación de Centros de FP del País Vasco– y, más concretamente, su apartado proyectos, me ha facilitado la elaboración del trabajo que hoy os presento, por otro lado, basado esencialmente en otro publicado por HETEL en 2007, con el título de Guía de Actuación en el Aula.
Deseo que la extensión de este documento no sea obstáculo para que su lectura genere en todos vosotros una reflexión constructiva y dinámica que aporte valor e ideas susceptibles de ser aplicadas en el aula. Por otro lado, aspiro a que este trabajo enriquezca a toda la comunidad educativa decroliana con vuestros comentarios.
El profesor facilitador es aquel cuya tarea fundamental consiste en guiar y ayudar a sus alumnos a conseguir sus objetivos y a alcanzar aquellos resultados de aprendizaje, previamente determinados, en forma de competencias básicas, personales, sociales y profesionales.
Ser profesor facilitador o profesor guía es más difícil que ser un profesor tradicional. Añadir ese rasgo diferenciador al papel estándar del profesional docente exige más tiempo, dedicación y compromiso con su alumnado. Asimismo, ser alumno en este contexto entraña, igualmente, una mayor dificultad. Es preciso que el alumno aporte, asimismo, responsabilidad, iniciativa, autodisciplina, esfuerzo y trabajo colaborativo para aprender, prescindiendo de la tradicional actitud, muchas veces pasiva, de mero receptor de contenidos.
Con un planteamiento de este tipo, la diferencia fundamental para el estudiante y para el profesor es que el proceso de enseñanza aprendizaje resulta más entretenido, interesante, atrayente, beneficioso y eficaz. Los alumnos trabajan en pequeños grupos en actividades que ellos mismos han ayudado a escoger y diseñar. El profesor facilitador reconoce necesidades de los estudiantes, tales como sentirse seguros en el grupo, apreciar sus intereses o valorar su trabajo colaborativo colectivo. En definitiva, el estudiante participa activamente en la toma de decisiones relativas al proceso de enseñanza aprendizaje que le afecta.
Veamos, a continuación, los doce principios básicos del profesor facilitador:
- Centra su actividad en el alumno yen el aprendizaje
El profesor – facilitador utiliza una metodología en la que el alumno es el protagonista de su propio aprendizaje. Evita, por tanto, las clases magistrales en las que las explicaciones ocupan la mayor parte del tiempo, hablando el profesor y escuchando los alumnos, pasivamente.
Para ello:
– Diagnostica las ideas y conocimientos previos o el estado de base en el ámbito de una materia o módulo. Si es necesario, adapta las unidades didácticas iniciales
– Desarrolla cuestionarios de evaluación y actividades de inicio motivadoras (realiza fichas de autoevaluación que permitan al alumno darse cuenta de su punto de partida)
– Sabe distinguir los elementos clave y los contenidos mínimos en los objetivos de aprendizaje
– Realiza seguimiento individual y grupal por medio de fichas de consecución de resultados
– Utiliza a unos alumnos como tutores de otros
– Elabora estrategias de Webquest y de e-learning, de dificultad progresiva, que los alumnos sean capaces de realizar en cada momento
- Trabaja en equipo con los demás docentes
El profesor – facilitador participa cooperativamente con el equipo docente asumiendo una función coeducadora. Evita, por tanto, trabajar aislado, preocupado y ocupado exclusivamente en su materia o módulo. Sí, a la colaboración coeducadora con el equipo docente; no, a la tradicional actuación individualista basada en el principio, hoy obsoleto, de “cada maestrillo con su librillo”.
Para ello:
– Elabora unidades didácticas mixtas en las que participen dos o más profesores
– Realiza proyectos comunes de más de una asignatura o módulo
– Promueve reuniones interdepartamentales
– Favorece proyectos interdisciplinares
– Confecciona fichas de evaluación de logros comunes a varias asignaturas por objetivos
– Propicia la recogida de datos entre varios profesores y la toma de decisiones conjuntas
– Controla las técnicas de estudio para su aplicación en varias materias o módulos (prácticas comunes de técnicas de síntesis, por ejemplo)
– Incorpora a la práctica docente técnicas de caso (aplicado en varias asignaturas para distintos enfoques interdisciplinares)
- Actúa como mediador, coordinador, guía
El profesor – facilitador se convierte en mediador entre la información y el conocimiento (facilitador). Evita, por tanto, ser mero transmisor de conocimiento.
Para ello:
– Utiliza una gran cantidad de tiempo en apoyar a los alumnos para que se organicen en la recopilación, análisis e interpretación de la información, por medio de metodologías como la investigación documental, Webquest, etc.
– Promueve la búsqueda de información en los medios de comunicación (incluida Internet)
– Facilita listas de recursos y guiones de trabajo en grupo
– Impulsa la elaboración por los alumnos de mapas conceptuales que puedan integrarse en otros mayores y que cada grupo elabore una parte hasta llegar al total (trabajo desde los grupos, mapa gigante, sopas de conocimientos, paneles de información que se realizan en clase…)
- Atiende a la diversidad y fomenta el aprendizaje cooperativo
El profesor – facilitador fomenta el trabajo en equipo atendiendo a los distintos estilos y ritmos de aprendizaje de sus alumnos. Trabaja con el alumnado en grupos, respetando la individualidad y el contexto sociocultural de los estudiantes. Asimismo, considera colaborativo el hecho de aprender, es decir, potencia estrategias que permitan a los alumnos acceder al conocimiento y construirlo junto con sus compañeros. Evita, por tanto, permitir el reparto de tareas entre los distintos componentes del equipo, que se resuelva con un “collage” final de las diversas partes desarrolladas de forma individual y romper los grupos cuando vea que el primer trabajo no está funcionando, sin dar la oportunidad a los alumnos de que reconduzcan la situación en base a los resultados y planes de mejora. Evita, además, rechazar el trabajo en grupo porque sólo aprenden los alumnos más aventajados y potenciar tareas que se realicen individualmente, aunque el aprendizaje sea un hecho individual.
Para ello:
– Crea y dinamiza grupos de trabajo como en el marco de la metodología PBL – ABP (Problem Based Learning o Aprendizaje Basado en Problemas), teniendo en cuenta, al crearlos, los estilos de aprendizaje o, en general, la utilización de técnicas didácticas que potencien el trabajo colaborativo (organizarse en grupos de trabajo, dinámica de grupos, evaluación teniendo en cuenta la opinión de los demás componentes del grupo,…)
– Favorece la elaboración de un “contrato de grupo” (reglas para la autorregulación del trabajo y comportamiento de los componentes del grupo)
– Adquiere recursos para ayudar a los grupos de trabajo a superar sus dificultades y a avanzar cuando llegan a “cuellos de botella” en su aprendizaje o en sus relaciones
– Potencia la utilización de técnicas de tipo creativo (lluvia de ideas, manejo de documentación,…)
– Realiza actividades programadas a distintos niveles de conocimiento
- Asume la realidad de sus alumnos y generauna empatía para la construcción del conocimiento
El profesor – facilitador parte de situaciones reales o cercanas al alumno que puedan motivarle a hacer del aprendizaje una necesidad. El aprendizaje relevante, permanece. Evita, por tanto, saturar la materia de contenidos suponiendo que al alumnado le podrán ser útiles algún día en su vida profesional. Lo que se aprende sin interés se olvida fácilmente.
Para ello:
– Promueve e impulsa la investigación
– Utiliza la metodología PBL – ABP (Problem Based Learning o Aprendizaje Basado en Problemas), a partir de problemas de la vida real, proyectos, investigación documental…
– Fomenta la utilización de Internet y las tecnologías de la información y de la comunicación (TIC)
- Busca el porqué de las cosas
El profesor – facilitador desarrolla situaciones de aprendizaje que desafíen las habilidades del pensamiento crítico de su alumnado. Evita, por tanto, considerar al alumnado como un mero receptor pasivo de conocimientos.
Para ello:
– Estimula la aparición de dudas mediante el uso de preguntas frecuentes, el planteamiento de hipótesis y estrategias de pensamiento paradójico
– Fomenta la participación activa, mediante la búsqueda de comentarios
– Incita a dar opiniones, a la toma de decisiones y de acuerdos consensuados, a la realización de encuestas de opinión y autoevaluaciones de grupo, etc.
– Facilita distintos foros de debate y grupos de discusión
- Genera un dinamismo que progresa hacia la consecución de las competencias
El profesor – facilitador utiliza distintas técnicas didácticas que permitan evaluar los conceptos, actitudes y procedimientos. Valora el proceso de trabajo en su evolución y que el alumno aprenda tanto de los errores cometidos como de los resultados que obtiene. Evita, por tanto, realizar una evaluación centrada en la memorización de conceptos y convertir el examen en un punto crítico que pondrá a cada uno en su lugar.
Para ello:
– Presenta de forma clara y sistemática, al inicio de cada unidad didáctica, los objetivos a conseguir y el sistema de evaluación que se va a utilizar
– Plantea la asignatura o módulo de forma que el alumno pueda conseguir puntos adicionales con actividades extras, actitudes positivas, etc.
– Realiza simulaciones de exámenes a modo de ejercicios, donde los alumnos se autocorrigen y aprenden de los errores (evaluación formativa)
- Integra las tecnologías de la comunicación y de la comunicación (TIC) en la práctica docente diaria
El profesor – facilitador posee una actitud positiva ante la integración de nuevos medios tecnológicos en la innovación del proceso de enseñanza-aprendizaje, buscando una mejora de la práctica educativa. Evita, por tanto, rechazar los medios tecnológicos como un elemento más del diseño curricular o convertirlo en un fin absoluto.
Para ello:
– Selecciona y utiliza recursos educativos disponibles en la Red
– Aprovecha los muchos recursos comunicativos de Internet (web 2.0.), que tienen como objetivo la construcción de conocimiento (wiki, blog…)
– Utiliza herramientas de autor como por ejemplo Hot Potatoes,…
– Integra la pizarra digital, el ordenador, la videoconferencia… en el proceso de aprendizaje
– Intercala métodos, usando las TIC con otros más tradicionales (Webquest, caza del tesoro, etc.)
- Fomenta la cultura activa y participativa en la construcción y evaluación de su aprendizaje
El profesor – facilitador permite que el alumnado participe en la planificación del aprendizaje y en su evaluación (autoevaluación, coevaluación). Mantiene un feedback constante con los alumnos sobre los contenidos que trabajan y sobre la manera de trabajarlos, para ir reconduciendo el grupo hacia los objetivos y resultados perseguidos. Evita, por tanto, imponer decisiones en las que el alumnado no ha tenido la oportunidad de participar.
Para ello:
– Presenta de forma clara y sistemática, al inicio de cada unidad didáctica, los objetivos a conseguir y el sistema de evaluación que se va a utilizar
– Define objetivos y metas, compartiéndolos y “negociándolos” con los alumnos
– Promueve procesos de autoevaluación del alumnado
- Muestra una actitud de aprendizaje permanente
El profesor – facilitador reconoce con naturalidad que no sabe o no conoce algunas cosas que los alumnos le plantean y diseña una estrategia para aprender junto con ellos. Evita, por tanto, demostrar en todo momento que sabe mucho más que sus alumnos.
Para ello:
– Conciencia al alumnado sobre la responsabilidad compartida del aprendizaje
– Muestra al alumnado las pautas que se utilizan para aprender sobre lo que no sabemos: cómo buscamos la información (fuentes y pautas de información); cómo identificamos toda la información posible y, en caso de que sea abundante, con aquella que resulta relevante (pautas para concretar lo que nos interesa); cómo relacionamos y situamos el conocimiento adquirido en nuestro fondo cognitivo y cómo autoevaluamos lo aprendido.
- Predica y facilita el aprendizaje con el ejemplo
El profesor – facilitador es consciente de su impacto personal y de las posibilidades de identificación con él del alumnado. Está atento a los valores que transmite en su actuación dentro y fuera del aula (ya que sí es uno de los modelos de conducta para sus alumnos). Evita, por tanto, pensar que su influencia en el alumnado es mínima o nula.
Para ello:
– Da ejemplo y valora la curiosidad y el interés del alumnado por conocer y mejorar
- Autoevalúa y documenta su práctica docente
El profesor – facilitador experimentar, evalúa y reconduce su práctica educativa (ejerce la autocrítica) y documenta lo que hace. Evita, por tanto, pensar que todo lo hace bien, que hay una única forma de hacer las cosas y que a él no le controla nadie.
Para ello:
– Revisa las unidades didácticas y programaciones
– Identifica y aplica áreas de mejora
– Realiza un seguimiento de las unidades didácticas (hoja de seguimiento)
– Participa en reuniones de departamento y de equipo donde se plantean áreas de mejora para cada materia o módulo y para el programa o ciclo
– Analiza resultados académicos, encuestas,…
– Prueba, experimenta y evalúa nuevas metodologías en el aula
– Documenta lo que realiza con sus alumnos
– Acude a empresas para observar y transmitir luego lo aprendido (“profesor sombra” que acompaña a algún profesional de la empresa en su labor diaria, durante su estancia en éstas)
Concluyo con una manifestación expresa de estímulo a todos los profesionales docentes para favorecer prácticas pedagógicas innovadoras acordes con las circunstancias socioculturales de los alumnos que vienen a nuestras aulas. Evitemos excusas de limitación de recursos humanos y materiales. Veamos, con optimismo, el vaso medio lleno, no medio vacío. Demos la batalla definitiva a la obsolescencia pedagógica y al aburrimiento de nuestros alumnos en las aulas.
Para finalizar este escrito he elegido dos frases maravillosas, entre tantas y tantas, que aluden a esta singular profesión. Una, del escritor inglés Clive Staples Lewis (1898-1963) “La tarea del educador moderno no es podar las selvas, sino regar los desiertos”. Otra, de John Dewey (1859-1952), uno de los padres de la pedagogía moderna que más me han influenciado profesionalmente “Si enseñamos a los estudiantes de hoy como enseñamos ayer, les estamos robando el mañana”.