Obras son amores y no buenas razones

¡Cuánta sabiduría encierra el refranero español! Mi reflexión hoy bien puede ser sintetizada en esta frase que tanto expresa con tan pocos vocablos

Las buenas palabras suenan bien pero queda mejor dar respuesta con hechos a las justas propuestas y reivindicaciones formuladas por los usuarios a quienes tienen la capacidad de decidir. Eso ocurre, con frecuencia, en entornos educativos. Decroly, un centro concertado de FP, puede ser un ejemplo representativo de cómo la Consejería de Educación, Cultura y Deporte incumple reiteradamente sus promesas de solucionar agravios comparativos que sufre la comunidad educativa de la Concertada; realidades sólidamente avaladas con argumentos propiciados por la fuerza de una razón que no admite discusión alguna.

Es el caso de la concesión de becas de la Consejería para las movilidades Erasmus de los alumnos de Formación Profesional (FP) de la Concertada, tal y como asigna a sus homólogos que estudian en centros públicos o la financiación de los costes de las visitas de los profesores a sus alumnos de Formación en Centros de Trabajo (FCT), sea en Cantabria o en países de la Unión Europea.

En suma, desde la Concertada reivindicamos para los alumnos, familias y para el conjunto de su comunidad educativa los mismos recursos y servicios que aquellos que la Consejería de Educación, Cultura y Deporte proporciona a sus centros de titularidad pública. Alguna de esas demandas, como las citadas anteriormente, referidas al ámbito de la FP, han sido verbalmente aceptadas por el consejero de Educación, Ramón Ruiz, pero… Los alumnos ya han regresado, las visitas de los tutores de FCT se han realizado y la discriminación, a día de hoy, continúa. Esta vez, señor consejero, responda usted con hechos, fiel al adagio que titula este post: obras son amores y no buenas razones.

Tal vez, estos comportamientos se encuentren fuertemente arraigados en nuestra cultura popular. ¿Quién no se ha planteado hacer cosas distintas o modificar hábitos en su día a día pero, por unas u otras razones, todas sus buenas intenciones se quedaron en agua de borrajas, relegadas para otra mejor ocasión?

No es preciso alargar la mirada para comprobar esa cruda realidad. Yo soy un buen ejemplo, a nivel personal, de cuanto afirmo. Me propongo hacer una dieta saludable, evitar el consumo de dulces, realizar algún ejercicio físico a diario,… pero ¡siempre existe algún motivo o excusa que interfiere en esas buenas intenciones! Mañana empiezo, me prometo; no, mejor el lunes, así comienzo bien la semana. El caso es que el incumplimiento se repite una y otra vez, sin encontrar una explicación mínimamente plausible, autojustificándome con disculpas poco sostenibles. Resultado: ¡a la vista está!

Podría parecer con estas consideraciones sobre la debilidad humana que trato de justificar comportamientos indeseables. ¡No, y mil veces no! En todo caso, las promesas y mentiras en un entorno personal no deben justificar actuaciones institucionales que afecten a colectivos y que deriven en flagrantes discriminaciones e injusticias que atenten contra principios firmemente consolidados en las sociedades modernas y por ende en las de España y Cantabria.

La equidad, igualdad de oportunidades, justicia distributiva son valores irrenunciables que deben ser respetados e impulsados desde cualquier estamento social, particularmente desde el sistema educativo. La no discriminación por razones de edad, género, creencias religiosas, orientación sexual, lugar de nacimiento, etnia, entorno socioeconómico,… debe presidir las actuaciones de las administraciones públicas; también, naturalmente, de la educativa. Esta última, además, debe aplicar el cuento, respetando a la ciudadanía a la hora de decidir la opción educativa que más le convenga, de elegir en libertad el centro educativo para ese propósito.

Mi reflexión de hoy, no obstante, quería trasladaros un contraste que me inspira el popular refrán que me sirve para titular esta entrada. Obras son amores, sí señor. Por eso, no puedo dejar el tintero una afirmación tajante de positivo reconocimiento a las bondades del Sistema de Formación Profesional Inicial en Cantabria, liderado por la Consejería de Educación, Cultura y Deporte que, en esta legislatura, dirige Ramón Ruiz. Para reafirmarme en esta posición, modifico el texto de la célebre frase cambiando dos palabras –“no buenas”- por una, “también”. Y lo convertiría en; obras son amores y también buenas razones.

Las debilidades del Sistema de Formación Profesional Inicial en Cantabria, particularmente en el sector de la Concertada, contrastan con sus fortalezas fraguadas día a día en cada centro educativo. No existe ley educativa, ni normativa que la desarrolle, capaz de frenar la pasión de un profesorado motivado y comprometido con el desarrollo personal, social y profesional de sus alumnos. De hecho, muchas actuaciones profesionales de gran calado son consecuencia de esa determinación por facilitar una educación y formación de calidad acorde con las expectativas de la ciudadanía y las exigencias de un empresariado que opera en la aldea global enfrentándose a retos y desafíos hasta hace pocos años inexistentes.

En Decroly lo tenemos claro. Toda la comunidad educativa: alumnos, profesores, personal de administración y de servicios, padres-tutores, representantes de las empresas e instituciones colaboradoras, sean españolas o bien extranjeras, son actores principales de una historia de superación permanente. Desde 1978, fecha en la que se creó esté centro de FP, hemos sido un referente en Cantabria por el compromiso demostrado con la creatividad, innovación y renovación pedagógica permanentes. Ahora, además, nos encontramos inmersos en actuaciones de desarrollo competencial polivalente y ponderable para afrontar la incertidumbre que se vislumbra en un escenario temporal inmediato.

Nuestra apuesta por la internacionalización de Decroly, por ejemplo, ha impregnado a esta institución un sello de calidad absolutamente admirable. El impulso del plurilingüismo a través del aprendizaje integrado de contenidos en lengua inglesa y de la activa participación de alumnos, profesores y personal de administración, en su caso, en programas de movilidad y en asociaciones estratégicas al amparo del programa Erasmus + 2014-20120 y de sus predecesores, no tiene parangón en el escenario de la formación profesional en Cantabria. Esa decisión fortalece e incrementa la posibilidad de acceder al mercado laboral global, tal y como sostiene en unas recientes declaraciones el comisario de Educación de la Comisión Europea, Tibor Navracsics.

La participación activa y sostenida en el tiempo de Decroly en todos aquellos planes, programas, concursos, proyectos auspiciados por la Consejería de Educación, Cultura y Deporte y por otras entidades de reconocido prestigio a nivel local, nacional e internacional como son la Fundación Botín, la Alianza para la Formación Profesional Dual o el Servicio Español para la Internacionalización de la Educación (SEPIE), entre otras, ha contribuido, también, a consolidar el carácter propio de este centro y a impregnarlo de una cultura corporativa que centra el foco en el bienestar personal, académico y profesional de todo su alumnado, sin excepción alguna.

En fin, tal y como sostengo en tantas y tantas intervenciones públicas y privadas, esa idiosincrasia de nuestro centro contribuye a que sea LA FP EN DECROLY, UNA OPCIÓN EDUCATIVA DE CALIDAD PARA EL EMPLEO, como detallo en ese entrada del pasado 01 de junio de 2017.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

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