Esa es la calificación que yo doy al apoyo de la Consejería de Educación, Cultura y Deporte a la movilidad de alumnos Erasmus de la concertada: cero patatero
Los alumnos de la Concertada de nuestra Comunidad Autónoma «juegan en otra liga«, en «discriminolandia«, en un país tercermundista al que aún no ha llegado la democracia y donde brillan por su ausencia valores como la justicia, la libertad, la igualdad de oportunidades, la no discriminación por cualesquiera razones,…
O mejor dicho, el club al que pertenecen los de la Concertada, «Sistema Educativo de Cantabria» condena a que una parte de su “plantilla”, no me cabe la menor duda, «juegue en otra liga«. Lo cierto y verdad es que “este club” ofrece a los “futbolistas” de la Pública todo el equipamiento de marca deportiva exclusiva, balones reglamentarios para los entrenamientos, ducha con agua caliente,… Sin embargo, condena a los «jugadores» de la Concertada bien a quedarse en casa, bien a jugar la competición aportando su propio equipamiento, sus botas y balón incluido y… ¡por supuesto!, a ducharse en su domicilio al finalizar cada partido.
Este símil jocoso podría arrancar una sonrisa a mis pacientes lectores… si de dos equipos de la liga Santander se tratara, uno de los que encabeza la clasificación general y otro de los que se encuentran al final de la tabla. Pero, realmente, esta introducción ¿quién sabe si tal vez poco apropiada para el caso que hoy me ocupa?, no deja de ser más que una expresión satírica de una dolorosa realidad que afecta a los centros de la Concertada de Cantabria y sufren, en sus propias carnes, los más débiles del sistema, los alumnos.
Desde las más prestigiosas instituciones internacionales, españolas, cántabras y desde la propia Consejería de Educación, Cultura y Deporte de esta comunidad Autónoma se concede un papel prioritario a la educación y formación como instrumento favorecedor de la empleabilidad de los jóvenes. En ese objetivo general se enmarcan políticas como la inmersión lingüística o las movilidades de los estudiantes, entre otras, para que la cohorte estudiantil de este siglo XXI adquiera nuevas experiencias personales, aprendiendo o consolidando un idioma y conociendo otro estilo de vida, otras culturas.
La movilidad, facilitada por el más prestigioso y popular programa de la Unión Europea, Erasmus, permite con sus becas que alumnos de educación superior, y de otros niveles educativos a partir del Erasmus + 2014-2020, se trasladen a otro país bien a estudiar, bien a realizar prácticas formativas, como es el caso de los estudiantes de Ciclos Formativos de Grado Superior (CFGS), correspondientes al módulo de Formación de Centros de Trabajo (FCT).
En este sentido, Cantabria adolece de una mínima sensibilidad hacia los alumnos de la Concertada. Por un lado, la Administración ha suprimido las ayudas complementarias autonómicas para este colectivo, manteniéndolas para aquellos otros matriculados en la Pública. ¡Sin palabras! Juzgue el lector de esta entrada lo que le parezca más conveniente. Si además consideramos que el Proyecto de Orden que regula el módulo profesional de formación en centros de trabajo, en su artículo 29. Gastos derivados del seguimiento del módulo profesional de FCT, dice que “el profesorado de los centros educativos públicos responsable del seguimiento del módulo profesional de FCT será compensado en los gastos que le ocasione la realización de esa labor…” e ignora a los profesores de la Concertada. ¡La marginación está servida!
Es público y notorio que la Consejería de Educación Cultura y Deporte impulsa una educación de calidad. Anima a todos los actores del sistema educativo cántabro a subirse al carro del plurilingüismo, de la movilidad de alumnos y profesores, de la FP Dual, entre otros proyectos educativos que aportan valor. Regula normativamente estos y otros planes y programas –plan de convivencia, igualdad, TIC, atención a la diversidad,…- que yo, particularmente, aplaudo y defiendo. Además, y mi posición no es dudosa en ese terreno, yo animo a nuestra comunidad educativa a participar con alegría, tesón, espíritu colaborativo y de superación en todos y cada uno. Eso sí, siempre con el foco orientado a la mejora continua en el desarrollo personal, social y profesional de nuestro alumnado.
Trabajamos con fidelidad institucional a la Consejería sin fisura o duda alguna, tanto Decroly como el conjunto de los centros educativos de la Concertada. Pero…
Hoy, ante todo, es un día triste. Si el señor consejero de Educación, Cultura y Deporte no modifica el Proyecto de Orden que regula el módulo profesional de formación en centros de trabajo y el módulo profesional de Proyecto para alumnos matriculados en centros educativos de la Comunidad Autónoma de Cantabria, la Concertada volverá a sentir que vive en ese país de ficción, «discriminolandia«, que describía al principio de esta entrada.
Y mantengo la precitada posición crítica porque, de nuevo, se avecina una injusticia que me recuerda algunos episodios y frases de la popular novela satírica del autor británico George Orwell, Rebelión en la Granja, –Animal Farm-, en su versión original en inglés. “Todos los animales son iguales”, rezaba en uno de los siete mandamientos de “su constitución”. Pero, poco a poco, podemos comprobar en el transcurso de la lectura de ese interesante libro, los dirigentes fueron “adaptando” esas leyes a sus intereses hasta el punto que el citado mandamiento evolucionó a “todos los animales son iguales, pero unos son más iguales que otros«.
¿No os habréis inspirado en esta obra de Orwell, ¿verdad?, señor titular y equipo directivo de la Consejería de Educación, Cultura y Deporte de Cantabria? En este asunto, de todas formas, mi calificación no deja lugar a dudas: “cero patatero”; salvo que rectifiquéis, que a tiempos estáis… ¡y es de sabios hacerlo!