La publicación del calendario escolar de Cantabria para el curso 2016-2017 me ha causado un gran desasosiego y, una vez más, me inspira una reflexión sobre el papel institucional que otorga la Consejería de Educación, Cultura y Deporte a los distintos actores del sector que, agrupados en sindicatos, patronales, asociaciones de padres e instituciones de reconocido prestigio, representan la desigualdad horizontal presente en el contexto educativo de Cantabria y de España
La Real Academia Española (RAE) define desigualdad como “cualidad de desigual”. En un contexto más amplio el concepto desigualdad se emplea para determinar lo opuesto a igualdad, la falta de armonía entre dos o más realidades, eso sí, siempre con un significado negativo. La mayor parte de las veces, la noción de desigualdad se utiliza para categorizar colectivos sociales; diferenciar sus formar de vivir, pensar o actuar con el fin de establecer distinciones o jerarquías entre unos grupos y otros. A veces, este término se asocia con diversidad. Pero esa similitud es incorrecta puesto que esta última acepción se aplica a la idiosincrasia de cada individuo.
La desigualdad se puede explicar por extensión, contemplando su incidencia en colectivos, desigualdad horizontal, o en individuos, desigualdad vertical. Una y otra variante es inherente a la condición humana y por ello se visualiza en multitud de situaciones de la vida de las personas y de sus entidades representativas (asociaciones, sindicatos,…). El ámbito de la educación no escapa a esa realidad. Por ello, la comunidad educativa debe hacer suyo el reto de dar respuesta a esa evidencia, facilitando un escenario de respeto, consenso y de atención apropiado a los distintos intereses de los grupos que integran el sistema. En esa misma línea las peculiaridades individuales de cada discente deben presidir el foco de todas las actuaciones institucionales y de la comunidad educativa.
La desigualdad horizontal se vislumbra en torno a grupos afines, sean de personas, entidades o instituciones. Esa realidad se produce en virtud de multitud de circunstancias inherentes a la especie humana, bien por razón de origen –nacimiento, raza,…-; orientación religiosa o sexual; ideología política o pertenencia a uno u otro grupo socioeconómico o de género, entre otros. Sirva de ejemplo ilustrativo de desigualdad horizontal la existente entre el colectivo de cristianos, musulmanes, judíos,…; ciudadanos europeos, africanos, asiáticos,…; nativos de un lugar y extranjeros residentes;…
La desigualdad vertical, a su vez, es aquella que se confirma como resultado de las comparaciones entre individuos y sus circunstancias particulares de uno u otro tipo: inteligencias múltiples; capacidades, habilidades y competencias profesionales y emocionales; actitudes y aptitudes derivadas de una educación y formación determinada; pertenencia a uno u otro entorno socioeconómico, familiar o educativo, entre otros. El alumnado de Decroly puede servir como ejemplo para comprender mejor el concepto de desigualdad vertical, de diversidad de individuos.
En otro contexto más privado, solo tengo que fijarme en mi propia familia para entender que, a pesar de convivir todos juntos, o muy próximos unos de otros, no olvidamos cual es el origen multicultural y el estatus individual de cada cual. ¡Solamente tenemos que fijarnos en el color de su piel, en los rasgos faciales o en su perfil educativo para comprenderlo mejor!
En el contexto educativo, la desigualdad horizontal se concreta en los colectivos agrupados en torno a enseñanza pública y a la enseñanza concertada. Dentro de cada uno de ellos, a su vez, se constituyen grupos de carácter sectorial que defienden sus propios intereses.
A título enunciativo, en la enseñanza pública destaco el papel de los distintos sindicatos: CESI-F y los pertenecientes a la Junta de Personal Docente -STEC, CC OO, ANPE y UGT- y de la Federación de Asociaciones de Madres y Padres de Cantabria, FAPA Cantabria. En la enseñanza concertada la desigualdad horizontal se concibe en grupos representativos de los centros educativos: Escuelas Católicas -FERE-CECA y EyG-, la Asociación de Centros de Enseñanza Privada de Cantabria (CECE Cantabria) y de la Confederación Católica Nacional de Padres y Madres de Familia, y Padres y Madres de Alumnos (CONCAPA Cantabria).
La reciente publicación del calendario escolar de Cantabria para el curso 2016-2017 escenifica un caso bien plausible de desconsideración a la desigualdad horizontal. De hecho, la decisión del Gobierno ha sido duramente criticada por amplios sectores de la ciudadanía de nuestra comunidad autónoma. Colectivos de diferente signo han alzado sus voces para exteriorizar su malestar a la Consejería de Educación, Cultura y Deporte. Lo han hecho para reaccionar airada y democráticamente ante la incomprensible actitud de sus dirigentes al ignorarles absolutamente ante una decisión gubernamental de extraordinario calado. No es baladí el hecho de que dicho calendario escolar de Cantabria afecta, fundamentalmente, a las familias de los 93.438 alumnos de enseñanzas no universitarias repartidos en 318 centros de titularidad pública o privada.
En mi entrada Publicado el calendario escolar del curso 2016-2017 del martes pasado describo los hechos que han rodeado a la elaboración, aprobación y posterior publicación del calendario escolar de Cantabria para el próximo curso 2016-2017. Como se puede observar en aquel escrito, la Consejería de Educación, Cultura y Deporte ha seguido una política de hechos consumados. Se ha limitado a negociar exclusivamente con la Junta de Personal Docente, conformada por los sindicatos STEC, CC OO, ANPE y UGT, que representan los intereses laborales de una parte del profesado de la enseñanza pública.
Ha sido una decisión muy desafortunada; un caso de atropello inconcebible a los derechos de la mayor parte de los colectivos que, integrados en grupos que se caracterizan por unas señas de identidad específicas, son parte activa del sistema a pesar de la desigualdad horizontal que atesoran. No han sido respetados, consultados, ni considerados como grupos de opinión con personalidad propia. En suma, discriminación de libro, impropia de una Administración educativa que tantas veces ha dado prueba de sus convicciones en materia de fortalecimiento de valores democráticos, de implementación de la equidad y la igualdad de oportunidades en el ámbito de la educación, de la generación del mejor clima escolar posible.
La Consejería de Educación, Cultura y Deporte, y una parte de los representantes laborales de los profesionales docentes y no docentes de la enseñanza pública, excluido el sindicato CSI-F, han dado en la diana con su comportamiento excluyente. Pactaron un nuevo calendario escolar para el curso 2016-2017 a espaldas de los representantes mayoritarios del sector. Emulando a George Orwell en Rebelión en la Granja –Animal Farm– me viene como anillo al dedo el significado de la mítica frase de uno de los principios de la sociedad que ridiculiza el autor en su obra: “todos los animales son iguales, pero algunos animales son más iguales que otros”.
A las voces discrepantes de los colectivos discriminados de la comunidad educativa y de la ciudadanía de Cantabria se han unido otras de ámbito estatal como la del Consejo General de Colegios Oficiales de Pedagogos y Psicopedagogos. El clamor generalizado de grupos diferentes en contra de la actuación de la Consejería de Educación, Cultura y Deporte certifica la evidente desconsideración de la Administración, avalado por la Junta de Personal Docente, a la desigualdad horizontal existente entre las entidades y asociaciones más significativas de la comunidad educativa de Cantabria.
¡Ojo al dato! Los denominados agentes económicos y sociales del sector educativo y una importante parte de los padres de familia, de algunos profesores de la pública y de muchos otros de la concertada se han sentido heridos en su amor propio y autoestima. El desprecio a los colectivos que representan la desigualdad horizontal en el entorno educativo al que he aludido presenta claros tintes de discriminación y sectarismo profesional e ideológico. El ambiente creado alimenta un caldo de cultivo que propicia conflictos y ¿quién sabe? si alguna actitud y comportamiento socialmente indeseado.
La desigualdad vertical, en el ámbito educativo, coincide con la esencia misma de la naturaleza humana. Esta realidad propicia la inclusión de valores irrenunciables como la equidad e igualdad de oportunidades para cada alumno. La desigualdad horizontal en este mismo contexto asume esos loables valores. En todo caso, la negociación y posterior aprobación del calendario escolar de Cantabria para el curso escolar 2016-2017, es un claro ejemplo de flagrante e inaceptable exclusión de todos los agentes económicos y sociales pertenecientes a la enseñanza concertada ¡Hágaselo ver, señor consejero! No sea que, sin pretenderlo, azuce la llama cuasi apagada de viejas “guerras” que a nadie benefician.
Por lo que se refiere a Decroly, los profesionales docentes y de administración y servicios de este centro de Formación Profesional nos abstraemos de la polémica suscitada. Hemos demostrado, con evidencias cotidianas, nuestro compromiso con la equidad, la atención a la diversidad y el apoyo incansable, permanente, a cuantos alumnos apreciamos en riesgo de exclusión social.
El ideario de Decroly, su proyecto educativo y cuantos planes, programas y proyectos sustentan su desarrollo diario inspiran una personalización de los procesos de enseñanza aprendizaje con el objetivo de diagnosticar, primero, e implementar posteriormente el talento y la curiosidad de cada discente. En suma, dedicamos todos los recursos a nuestro alcance para orientar el desarrollo de sus múltiples inteligencias hacia la adquisición de conocimientos y competencias profesionales y emocionales en el más amplio sentido de la palabra.