Un grupo de antiguos alumnos y alumnas de las Escuelas Anejas (niñas y niños) a la Escuela Normal de Magisterio de Santander, pertenecientes a la generación del 65, se reunieron por tercer año consecutivo en un conocido restaurante acompañados por profesores de la época, exprofesamente invitados para compartir mesa y mantel, para recordar y fortalecer las relaciones interpersonales que mantienen desde hace más de tres décadas
Tengo que reconocer una debilidad emocional que me embarga siempre al hablar de mis orígenes en el ámbito educativo personal y profesional. Ello ocurre cuando, por una u otra razón, menciono el paso por la escuela de mi pueblo, Mompía; por otras instituciones educativas, Colegio PP Escolapios de Santander o la Escuela Normal de Magisterio de Santander, hoy Facultad de Educación de la Universidad de Cantabria;… o mi llegada a la Escuela Aneja (niños) a la de Magisterio de Santander, “La Aneja”, ubicada en la Plaza de Numancia.
Mi llegada a “La Aneja” se produce, en primera instancia, para cursar el año de prácticas fin de carrera de Magisterio durante el curso 1974-1975. Al finalizar el curso, inicié mi carrera profesional en “La Aneja”, con un primer nombramiento el 30 de junio de 1975 como profesor interino, con efectos a partir del curso 1975-1976. Mi trayectoria profesional en la “Aneja” se extendió hasta la fecha en que solicité una excedencia voluntaria, el día 16 de enero de 1984 para hacerme cargo de Decroly, hasta entonces y desde 1978 funcionando bajo la titularidad de mi madre, Marina Bárcena Tazón.
Aquellos años apasionantes de la historia de España los viví con un entusiasmo e intensidad indescriptibles. La experiencia humana y académica adquirida en la “Aneja” me sirvió para consolidar los cimientos de una vocación que me había inspirado, desde mi más tierna infancia, Dª María Torner, la maestra que tuve en mi pueblo. Algunas reflexiones sobre esa etapa las he recogido en multitud entradas en este blog colectivo, en Rincón del Director. Para complementar esta noticia he elegido Buenos profesores para mejorar la educación, de 14 de febrero de 2012 y Motivación en el aula, de 27 de octubre de 2011.
Este fin de semana, el sábado día 9, un grupo de alumnos de la generación del 65, que cursaron sus estudios de la entonces denominada Educación General Básica (EGB) convocaron su 3ª reunión de compañeros de la “Aneja” para compartir mesa y mantel en el restaurante Pico Paloma de Maliaño. Invitaron, también, a profesores de aquella época. En esta ocasión me encantó asistir, igual que lo hiciera el año pasado al 2º encuentro celebrado en el club de Regatas de Santander. Confío y espero que esta cita se repita en años sucesivos.
No voy a mencionar a todos los asistentes pero sí nombraré a quienes se sentaron a mi lado, a la izquierda, a la derecha y enfrente. Con ellos mantuve una conversación más fluida que con el resto. Me refiero a Ángel del Bario, Carmelo Cano, Francisco Incera, Conrado Ruiz, Kiko Marquina, y, ¿cómo no?, a mi compañero de tantas fatigas –y sin embargo amigo- Javier San Miguel (que se sentó a mi izquierda para hacer gala y dejar patente su idiosincrasia), Ana Palomeque, Karina Gómez, Carmen Rey,… (“niñas” de aquella generación que estudiaron en la Escuela Aneja (femenina) y que participaron igualmente en el evento.
Muchas gracias a todos por invitarme a compartir ese momento, particularmente a Conrado que se aseguró de mi asistencia y, además, contribuyó al anecdotario del encuentro con múltiples chascarrillos que recordó, concretamente los relacionados con su Viaje de Fin Estudios a Plymouth y a Londres con sus compañeros de 8º curso de EGB.
Dice un proverbio hindú “Con mis maestros he aprendido mucho; con mis colegas, más; con mis alumnos todavía más”. Yo he recibido una nueva lección de todos vosotros el sábado pasado. Y lo quiero decir alto y claro. He comprobado, de nuevo, que guardáis un recuerdo positivo de vuestros maestros de “La Aneja”. Por lo que a mí se refiere the feeling is mutual.
En fin, ¡una velada estupenda que nunca olvidaré!