Si obviamos algunos aspectos de carácter sociocultural, étnico,… y nos centramos en el ámbito generacional, en función de su edad, podremos fácilmente concluir que los estudiantes matriculados en Decroly, en su mayoría, pertenecen a la denominada Generación Z, unas personas nacidas a partir del final de la década de los 90´del siglo pasado
Sin entrar en disquisiciones sobre la nomenclatura a utilizar para denominar a los jóvenes nacidos desde entonces, parece existir un acuerdo generalizado entre los sociólogos expertos de la más plural condición sobre las características generales que les definen. Los profesionales docentes y no docentes de Decroly coinciden, también, a la hora de valorar el perfil del colectivo de sus alumnos actuales, sean de formación profesional básica, bien de grado medio o de grado superior.
Según datos demográficos fidedignos, existe una población mundial de unos 2.000 millones de jóvenes nacidos a partir del año 1995. Algunos autores les definen como personas independientes, intransigentes, pragmáticas, siempre con prisas, hiperconectadas, impacientes,…; que aspiran a protagonizar una existencia distanciada de los símbolos y de las pretensiones de sus progenitores. Esta apreciación es congruente, asimismo, con la valoración de los “Z” que estudian en Decroly por el conjunto de profesionales de este centro, sin que ello quiera decir que existan matices que la complementen.
Con carácter general, para atender adecuadamente el desarrollo educativo de los jóvenes de la Generación Z, conviene diagnosticar eficazmente el perfil de persona que representan los estudiantes que ocupan las dependencias de los centros escolares desde la etapa de educación infantil hasta la universitaria pasando por la enseñanza primaria, secundaria y de formación profesional. Si los profesionales docentes respondemos adecuadamente a preguntas de carácter general como: ¿Cuál es su día a día; quienes son su amigos; cómo aprenden; cuanto tiempo pasan ante una pantalla; qué actitud muestran de cara a su empleabilidad, ante el incierto futuro que les espera;…?, posiblemente habremos dado un paso cualitativo de considerable importancia para abordar un coherente plan de formación personalizado.
En su realidad cotidiana, nuestros alumnos se encuentran “pegados” a la pantalla del móvil y, a veces, simultaneándolo con otras, bien a un ordenador, a un notebook o a una tableta, por ejemplo. Se encuentran permanentemente “conectados” e interactúan con otros en tiempo real, como si de una religión se tratara. Están “a la última” en sus dispositivos móviles sea un teléfono, bien una tableta o un notebook, independientemente del coste –siempre soportado por los padres-; ven absolutamente normal descargar gratuitamente películas y música de internet sin tener presente, en muchas ocasiones, los derechos de autor; usan un lenguaje lleno de acrónimos y de anglicismos; muchos piensan que los mayores estamos desfasados; se informan y aprenden a través de las redes sociales, servicios de mensajería instantánea, YouTube,..
Los jóvenes de la Generación Z, nuestros alumnos en Decroly, empiezan a mostrar dificultades a la hora de expresarse, de hablar. Es curioso observar cómo ha evolucionado su manera de comunicar a través de servicios de mensajería como WhatsApp, por ejemplo. Bueno, esa circunstancia ha impactado igualmente en el conjunto de la ciudadanía; también en los más adultos. Su círculo de amistades se incrementa exponencialmente en las redes sociales pasando a ocupar un lugar preferente las relaciones virtuales con respecto a las de la vida real, en muchos casos. De hecho, los jóvenes de esta generación, nuestros alumnos, reitero, piensan que la verdadera vida social se encuentra en las redes sociales. ¿Somos conocedores de esta realidad? ¿Cómo gestionamos los docentes ese escenario en el proceso de enseñanza aprendizaje?
Los “Z” son conscientes de que sus padres no les pueden ayudar con las nuevas tecnologías. Esa circunstancia les impulsa a familiarizarse con tutoriales de YouTube, a ser autodidactas, a bucear por la red para alcanzar el conocimiento desde su más tierna infancia, a estar hiperconectados con sus iguales para recabar información además de por meras cuestiones de sociabilidad.
Según informes publicados por prestigiosos gabinetes que han estudiado la idiosincrasia de este colectivo de ciudadanos se constata que pasan largas horas, la mayor parte de su tiempo ¿libre?, ante la pantalla de un dispositivo móvil inteligente. Han desarrollado una suerte de adición por la que el hecho de perderse algo de lo que ocurre en su mundo o entorno virtual les causa pavor. Detestan la idea de no sentirse conectados. La mayor parte de los chavales de esta Generación Z simultanea su pertenencia a redes sociales diversas como Facebook, Instagram o Tuiter; ven series y películas, incluso crean su propio canal de YouTube o su blog de vídeo; son multitarea –pueden navegar por internet mientras ven la televisión, participar de una conversación familiar, chatear con sus amigos virtuales-; creen que la tecnología les proporciona todas las respuestas a sus necesidades más acuciantes.
Ante una perspectiva de empleabilidad en un futuro inmediato se decantan por el nuevo concepto de startup más que por una empresa convencional que despierta en ellos sensaciones negativas relacionadas con estereotipos a los que adjudican calificativos tales como precaria, inhumana, inflexible, explotadora,…. prefieren una relación horizontal antes que otra vertical con connotaciones jerárquicas convencionales y, para encarar el éxito en su vida personal, confían más en su propia “red” de contactos que en los logros educativos y en las cualificaciones profesionales.
Estos chicos han nacido en la crisis y con la crisis. A la hora de iniciar su andadura profesional en una compañía consideran prioritarias algunas circunstancias poco valoradas en el pasado como, por ejemplo, su perspectiva innovadora, ética o, emocionalmente hablando, más divertida.
Otros rasgos de su personalidad les identifican con la hiperconectividad. Los “Z” son nativos digitales, generalmente bien informados y fácilmente adaptables a situaciones cambiantes; más autónomos e independientes que los jóvenes pertenecientes a generaciones anteriores; partidarios de poner en tela de juicio muchas disposiciones, sean de padres o de profesores a las que dicen no encontrar sentido. Entre las que les causa mayor insatisfacción y rechazo, particularmente contextualizada en el entorno escolar por el profesorado más tradicional, pedagógicamente hablando, es su rechazo a las lecciones magistrales, a memorizar contenidos. Nacidos en la era de internet, en pleno apogeo de los buscadores, particularmente de Google, no comprenden ni aceptan el por qué deben aprender de memoria contenidos que pueden encontrar fácilmente mediante sencillas preguntas en ese u otros buscadores, por ejemplo.
Concluyo este elenco de rasgos característicos de la Generación Z enunciando una realidad que no existía en la época de los abuelos de estos chicos. Han crecido en familias donde las reglas no se imponen, sino que se negocian. Esta realidad no deja de causar reacciones contrarias y resistencias tanto en las propias familias como en las entidades educativas entre aquellos progenitores y/o maestros o profesores que no han asumido la realidad de esta nueva generación sobre la que se apoyará la sociedad en un próximo e inmediato futuro.
El sistema educativo se enfrenta responsablemente a una realidad sin precedentes. Jamás, en la historia de la educación, los profesionales docentes han tenido que afrontar los desafíos que demanda la Generación Z, una cohorte de personas llamada cambiar el mundo, a liderar los impredecibles designios de la humanidad en un futuro inmediato. Sirvan estas líneas para contribuir a la concienciación de la misión que la sociedad asigna a las familias y a las instituciones educativas en materia de educación.
Por lo que respecta a Decroly, nosotros vamos superando etapas curso tras curso. Las dificultades a las que nos enfrentamos son de distinto tenor. Sin embargo, tirando de manual de innovación, calidad y emprendimiento, puedo afirmar que esta comunidad educativa decroliana sortea diariamente con notable eficacia los innumerables obstáculos que debemos afrontar para llevar a cabo nuestro proyecto educativo en línea con el carácter propio, la colectiva estrategia docente y los principios que sustentan la cultura corporativa decroliana.
En la introducción de Mi crónica 140 presenté algunas reflexiones sobre nuestro diario quehacer que nos sitúan, en mi opinión, a la vanguardia de los centros proveedores de enseñanzas de formación profesional en Cantabria. En suma, un centro que proporciona a los “Z” matriculados en Decroly una formación profesional de calidad que estimula su compromiso, talento y pasión, llave imprescindible para abrir las puertas de su empleabilidad futura.