Reflexiones electorales desde la Economía

Las publicaciones del Decano-presidente del Colegio de Economistas de Cantabria, Fernando García Andrés, no pasan desapercibidas. Es el caso de su Tribuna Libre titulada “Reflexiones electorales desde la Economía”, publicada ayer en la edición impresa del Diario Montañés.

Al leer el texto de su escrito sentí una especial satisfacción. Todo el contenido podría calificarse de manual del buen gusto y de sensatez a la hora de reflexionar sobre un asunto tan controvertido como es el tratamiento de los recursos públicos de forma eficaz y eficiente para facilitar la creación de riqueza y, a su vez, atender y dar respuesta satisfactoria a todas las demandas que favorecen un estado de bienestar inclusivo.

Como hiciera con su anterior Tribuna, Economía Digital, de 17 de marzo, publicada también en el Diario Montañés -la subí el 21 de marzo con su expresa autorización en este blog rincondeldirector.com con su mismo título ECONOMÍA DIGITAL– me dirigí, de nuevo, a Fernando para solicitar su autorización con el fin de difundir “Reflexiones electorales desde la Economía” entre todos los miembros de la comunidad educativa de Decroly. Gracias, Fernando por tu positiva respuesta.

Yo “presumo” de ser una persona optimista y positiva. Sin embargo, tengo que reconocer –en honor a la verdad- que los acontecimientos sociopolíticos acaecidos en nuestro país, España, en los últimos meses, y que siguen vigentes hoy en día, son más bien poco halagüeños e invitan al desánimo. ¡Ojala me equivoque!

En estos críticos momentos de la Historia de España, caracterizada por un creciente desencuentro entre españoles impulsado desde instancias gubernamentales –caso del independentista ejecutivo de la Generalidad de Cataluña-, y desde dirigentes de gobiernos autonómicos de otras comunidades y de líderes de partidos políticos rupturistas, populistas, partidarios de aniquilar el consenso que supuso la Constitución Española de 1978, nos enfrentamos a unas elecciones generales el próximo 28 de abril y a otras municipales, autonómicas y europeas, en mayo, que pueden situarnos en un escenario de conflictividad de incalculables consecuencias.

Por esa razón, aplaudo la aparición de manifestaciones de personas honestas, de una u otra ideología, de ámbitos profesionales, empresariales y sociales de distinto tenor, que han vivido los momentos más críticos de la Historia de España en los últimos cuarenta años, que han contribuido a la construcción de una sociedad democrática, hoy totalmente cimentada, en paz y en armonía, homologable con las más avanzadas de nuestro entorno. En ese grupo enmarco a Fernando García Andrés. Su Tribuna Libre Reflexiones electorales desde la Economía aporta datos y recomendaciones sobre aquellas cosas que ocupan y preocupan a las personas de “a pie”. Los partidos políticos y sus dirigentes disponen de una oportunidad para aparcar aquellos aspectos adulterados por una excluyente carga ideológica y trabajar todos ellos en aquellas áreas que comparten y que demandan a gritos los ciudadanos sin distinción de signo o color político alguno. 

Tribuna Libre
Reflexiones electorales desde la Economía
Fernando García Andrés
Decano-presidente del Colegio de Economistas de Cantabria

Somos muchos los que todavía creemos que la política es una actividad noble, con clara vocación de servicio, cuya principal tarea consiste en gestionar adecuadamente los recursos públicos con objeto de crear condiciones que permitan incrementar la riqueza de la ciudadanía de manera sostenible y ayudar a quienes carecen de recursos suficientes.

Es por ello que, ante la próxima celebración de elecciones generales, deberíamos evitar caer en el desánimo y confiar en la talla de nuestros políticos. La política de un país como el nuestro, con una democracia totalmente asentada, no puede obviar aspectos como la evolución de la economía global, los tratados internacionales o la normativa que emana de las instituciones europeas, por lo que las soluciones que se adopten habrán de pasar, necesariamente, por adaptarse a la realidad de cada momento.

Nos acechan riesgos externos y, pese a que continuamos creciendo por encima de la media de países de nuestro entorno, se percibe una cierta merma de dinamismo de la actividad económica. Esta sensación de pérdida de ritmo, está haciendo que los mensajes de los partidos parezcan centrarse en la emisión de diagnósticos dispares, algo totalmente lícito, pero sin apenas margen para un debate sereno que propicie soluciones.

Mientras entre todos retroalimentamos discursos de campaña plagados de eslóganes y mensajes simples, sigue habiendo sobre la mesa cuestiones trascendentales para nuestra economía sobre las que habrá que tomar decisiones inmediatas. Bien es cierto que resulta muy difícil solucionar un problema cuando se parte de un diagnóstico totalmente diferente. Así ocurre con aquellas cuestiones más “ideológicas”, como la educación o la sanidad o con las que requieren un tratamiento muy transversal, como el empleo, la transición energética o la I+D+i.

Sin embargo, existen algunos problemas en los que la diagnosis resulta coincidente en la gran mayoría de los partidos como, por ejemplo, las pensiones o la financiación autonómica, conviniendo todos ellos en la necesidad de reformas y sobre los que deberían pronunciarse enunciando, de forma clara, qué políticas van llevar a cabo para su resolución.

En cuanto al problema de las pensiones, todos coinciden en señalar que constituye una cuestión económica y social de primera magnitud, de cuyo acertado o desacertado tratamiento va a depender, en gran medida, el sostenimiento, a medio y largo plazo, del Estado del Bienestar. Pero además del debate sobre la revalorización de las pensiones, haría falta dar respuesta a una serie de preguntas clave: ¿Nuestro actual sistema de reparto, tal y como está diseñado, resulta sostenible? ¿Se deberían financiar las pensiones parcialmente con impuestos? ¿Debería concebirse la reforma del sistema de pensiones como parte de una reforma fiscal integral? ¿Sería viable la implementación de un sistema mixto de capitalización y reparto? No cabe duda de que, las respuestas a estas preguntas  pueden ser de lo más heterogéneas. Entendemos que nuestros representantes deberían dejar de andarse por las ramas y definir claramente su postura a este respecto, de una vez por todas.

Lo mismo ocurre con el sistema de financiación autonómica, otro tema clave que debería encararse con urgencia; no solo por su incidencia en el reparto del déficit entre los distintos niveles de la Administración, sino, sobre todo, porque las comunidades autónomas son las responsables de servicios fundamentales como la educación, la sanidad y los servicios sociales.

Sobre esta cuestión, existe un consenso en cuanto a la necesidad de modificar el modelo, pero nadie se atreve a explicar cómo ha de hacerse. Hay un sentir general de que el actual sistema no es suficientemente transparente y resulta difícil de entender, lo que provoca tensiones institucionales que no facilitan el debate y dificulta la corresponsabilidad fiscal, dando como resultado un reparto de recursos arbitrario. Sin embargo, hasta la fecha, nadie se ha atrevido a plantear cómo ha de ser el nuevo modelo de financiación, cuestión inaplazable ya que, de no proceder de forma perentoria en este sentido, será imposible acometer la siempre aplazada reforma de los tributos cedidos -corrigiendo aspectos obsoletos de los mismos y reconduciendo las excesivas diferencias que, a veces, se producen entre territorios- y encauzar una competencia fiscal sana en un estado descentralizado como el nuestro.

Las pensiones y la financiación autonómica, son solo dos ejemplos de cuestiones sobre las que los candidatos a las elecciones debieran pronunciarse de manera  meridianamente clara y a riesgo de críticas; aunque hay otras también importantes, como la definición de un modelo de gestión, financiación y mantenimiento de las infraestructuras de transporte.

La política no puede ni debe abstraerse de la realidad. Dado que todavía nos mantenemos en un período de crecimiento, nuestros futuros gobernantes deberían atreverse a hacer reformas, como las citadas, que pertrechen la economía ante posibles adversidades, que ayuden a paliar las fricciones institucionales, que sirvan para posicionar a nuestro país como un escenario financiero atractivo para capitales a nivel internacional y, todo ello, con la mirada siempre puesta en el bien común.

Confiemos en que los diferentes partidos sean capaces de forjar pactos que doten al próximo Gobierno de la estabilidad necesaria para afrontar los retos presentes y futuros, corroborando la definición de la política como el arte de lo posible.

 

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