Así denominó su autor, Fernando García Andres, Decano-presidente del Colegio de Economistas de Cantabria, su Tribuna del pasado domingo 17 de marzo en la edición impresa del Diario Montañés.
Me gustó. Disfruté con su lectura y quise trasladárselo a mi compañero y amigo de la infancia, Fernando García Andrés, con quien compartí uno de los pupitres que poblaban las aulas de bachillerato del Colegio San José de los PP Escolapios de Santander, centro escolar en el que cursamos los estudios de bachillerato.
En el contexto de la conversación que mantuvimos le solicité autorización para reproducir “Economía digital” en mi blog rincondeldirector.com. A Fernando le pareció una buena idea de cara a su difusión y visibilización en el entorno educativo de Decroly.
Quiero destacar la oportunidad de esta Tribuna Libre de Fernando García Andrés, en su doble condición de reputado economista y actual Decano-presidente del Colegio de Economistas de Cantabria. He leído su escrito varias veces para interiorizar cada uno de sus mensajes. Todos ellos apuntan directamente al centro de la diana de la realidad económica, empresarial y social en la que estamos imbuidos hoy en día. Me alegra comprobar sus acertadas reflexiones sobre el impacto de las nuevas tecnologías, por separado y de forma integrada, en la cotidianeidad de las personas y sobre los desafíos que acompañan a la denominada cuarta revolución industrial, particularmente por su incidencia en el empleo actual y futuro.
Me he permitido extraer una frase de su artículo para acompañar esta introducción porque su cita forma parte de nuestro quehacer académico habitual con los alumnos de todas las etapas educativas que operan en Decroly: FP Básica, Grado Medio y Grado Superior. “Además de las habilidades específicas de cada sector o categoría profesional, existe un cuerpo de habilidades genéricas o transversales que no dependen exclusivamente de un sector o cuerpo de conocimiento, sino que deben ser desarrolladas en todos ellos”.
Muchas gracias de nuevo, Fernando, por autorizar esta publicación en rincondeldirector.com y, con ello, tener la oportunidad de trasladar tus cualificadas opiniones a todos los miembros de la comunidad educativa decroliana.
Tribuna Libre
Economía Digital
Fernando García Andrés
Decano-presidente del Colegio de Economistas de Cantabria
Hoy es habitual abordar el tema del desarrollo digital en el marco de encuentros y reuniones profesionales. Es el tipo de tema que no deja a nadie indiferente, ni a los empresarios, ni a los responsables económicos o políticos. La palabra revolución, revela la auténtica dimensión del asunto. ¡Un cambio de sociedad! ¡Un cambio de era! ¡La era digital!, nos recuerda Philippe Arraou en su interesante trabajo “Los economistas y la economía digital”. Porque ya no se trata de previsiones y todavía menos de ciencia ficción. Lo digital está ya aquí, muy presente, se ha colado subrepticiamente en nuestras vidas y forma ya parte de un todo indisociable.
Lo cierto es que nos encontramos metidos de lleno en la denominada «Cuarta Revolución Industrial» que, según K. Schwab, fundador y chairman del World Economic Forum (WEF), se caracteriza por la «fusión de tecnologías que diluyen la línea de separación entre lo físico, lo digital y lo biológico».
Estas nuevas tecnologías (genética, biotecnología, nanotecnología, inteligencia artificial, big data, robótica… por citar algunos ejemplos) no ejercen su influencia de manera individual, sino que, combinándose, generan sinergias que multiplican su efecto y lo hacen, de alguna manera, impredecible. Según Schwab: «Las posibilidades de miles de millones de personas conectadas por dispositivos móviles, con una potencia de proceso, capacidad de almacenamiento y acceso al conocimiento sin precedentes, son ilimitadas. Y estas posibilidades se multiplicarán debido a los avances de las tecnologías emergentes en campos como la inteligencia artificial, robótica, Internet de las cosas, vehículos autónomos, impresión 3D, nanotecnología, biotecnología, ciencia de los materiales, almacenamiento de la energía y computación cuántica».
Los retos que la Cuarta Revolución Industrial nos presenta afectan a todos los aspectos de la vida pero, en especial, en lo relativo al empleo y a la construcción social que se hace sobre él. Claramente se aprecia que, en la actualidad, existe una brecha importante entre las capacidades de los que buscan trabajo o ya tienen uno y las necesidades de los empleos que ya existen o se prevé que van a existir. No existe un buen ajuste entre lo que los empleados y empleadores buscan respectivamente y esto puede implicar graves consecuencias para el desarrollo de la denominada Cuarta Revolución Industrial.
Según Adrià Morrón, del Departamento de Planificación Estratégica e Investigación de CaixaBank, en lo que respecta a España, el 43 por 100 de los trabajos tienen la posibilidad de ser automatizados a medio plazo. Pero, como afirma este mismo autor, «…no debemos confundir el potencial de automatizar la economía con la desaparición del trabajo. La tecnología destruye profesiones, pero no la oportunidad de trabajar». Los empleos pueden seguir existiendo, pero claramente, las habilidades necesarias para desempeñarlos serán diferentes e incluirán un conocimiento más o menos profundo de alguna de las nuevas disciplinas que nos aporta la Cuarta Revolución Industrial.
Además de las habilidades específicas de cada sector o categoría profesional, existe un cuerpo de habilidades genéricas o transversales que no dependen exclusivamente de un sector o cuerpo de conocimiento, sino que deben ser desarrolladas en todos ellos. Un ejemplo tradicional claro es «la capacidad de trabajar en equipo», o la «capacidad de liderazgo» presentes en muchas de las ofertas de empleo publicadas hasta ahora. Pero ¿cuáles serán las habilidades transversales que se añadirán o sustituirán a las tradicionales en el ámbito de esta Cuarta Revolución Industrial? Según los estudios del WEF, estas habilidades transversales serán aquellas para trabajar con datos y tomar decisiones basadas en datos; habilidades para resolver problemas complejos (debido a la automatización, esta habilidad será menos requerida en sectores como energía e infraestructuras y más requerida en profesiones relacionadas con servicios profesionales y TIC, que serán cada vez más complejos); habilidades para persuadir, inteligencia emocional y enseñar a otros.
El profesor Pernias Peco, subraya al respecto que es preciso tener en consideración que las habilidades transversales comienzan a formarse en los niveles básicos de la educación. De igual manera que en otras habilidades no cognitivas, como la capacidad de socialización o la resiliencia, su construcción comienza a muy temprana edad y se prolonga desde ahí a lo largo de la vida de las personas. El historial personal de decisiones tomadas, de éxitos y fracasos, va configurándolas y, por tanto, es fundamental que el sistema educativo las incorpore de manera temprana y no sean percibidas como un añadido o complemento, sino como elementos nucleares de la formación de nuestros niños y jóvenes. La importancia de este grupo de habilidades no debe ser subestimada. Hoy, más que nunca y ante un entorno del que solo se sabe a ciencia cierta que va a ser cambiante, son estas habilidades la base de la capacidad de adaptación de las personas a las nuevas circunstancias y retos que la sociedad les presente.
Es preciso, por tanto, conociendo profundamente la naturaleza disruptiva del cambio y su naturaleza global, equilibrar las medidas proteccionistas con las liberalizadoras. Sin entrar al debate, hoy podemos percibir cómo existe una tensión creciente entre algunos sectores tradicionales como el del transporte, el turismo o la prensa, confrontados con modelos económicos radicales nacidos al amparo de esta nueva revolución industrial y que han provocado la intervención de las distintas administraciones para crear esos marcos regulatorios.
Los economistas, tal vez por primera vez en su historia, se ven también confrontados a un reto, a un desafío, del que depende ni más ni menos que su pervivencia. Por este motivo, las instituciones que representan a la profesión, deben ser activas y liderar la transformación digital, porque esta transición exige un esfuerzo particular que no se puede comparar con los cambios que hemos conocido hasta ahora.