Mirando a los ojos inocentes de mis nietos durante la Noche Buena y el día de Navidad se me ocurrió una idea que, posteriormente, he llevado a la práctica en el jardín virtual de mi casa
Si. He dado rienda suelta a mi imaginación sexagenaria para que se recreara en mi mente un sueño repleto de optimismo, fruto de la siembra de esas maravillosas semillas a las que aludía en el título de esta entrada. Esos dos días me han proporcionado momentos de satisfacción, alegría, entusiasmo y felicidad indescriptible al ver a toda “mi tribu” junta, siquiera por unas horas, y en armonía sincera, lo que refuerza y consolida la unidad de toda la familia.
Estas fiestas navideñas, de gran significado emocional en las sociedades occidentales, nos han traído abundancia de buenas nuevas. Agrupaciones familiares, alrededor de una copiosa cena de Noche Buena y de una comida de Navidad acompañadas de los mejores vinos, licores y cavas para festejar esa cita anual, señalan el camino de una tradición milenaria. Y ¿cómo no?, esperando la sorpresa que brinda Santa Claus, personaje legendario que trae regalos a los niños –también a los mayores- en la madrugada del día 25 de diciembre. Eso sí, sin que unos y otros renunciemos a los obsequios y aguinaldos, en su caso, que nos dejan los Reyes Magos durante las noche del 5 al 6 de enero.
En mi caso, estas navidades han enriquecido mi espacio familiar gracias a la presencia de mi “hija pródiga”, Tracy, –ojo, lo digo en el sentido de alejamiento por razones de residencia- que se ha desplazado desde Inglaterra, junto a su marido, Ben y su hija Alana (la joya de la corona), para compartir estos días con su familia: conmigo; con sus hermanos y sobrinos; con sus tíos y otros familiares;… a pesar de las inconveniencias propias del traslado.
Este año, cambiando de tercio, la Navidad ha estado precedida por un acontecimiento de enorme relevancia para todos los españoles. Me refiero a las elecciones generales del pasado 20 de diciembre. El proceso electoral, fruto del sufragio universal que concede el derecho a votar de todos los españoles mayores de edad, ha arrojado un resultado que exige una extraordinaria “cintura política”, a los dirigentes de los partidos que han logrado escaños en el Congreso de los Diputados y en el Senado, para logar formar un ejecutivo sólido y duradero que garantice la gobernabilidad del país.
Las primeras manifestaciones públicas, al finalizar las iniciales conversaciones mantenidas por los líderes políticos, no son precisamente muy halagüeñas. Han trasladado a la ciudadanía una sensación de incertidumbre muy alarmante. Sin embargo, yo no me resigno a aceptar que los representantes del pueblo que conformen el nuevo Parlamento puedan conducirnos a un callejón sin salida o, lo que es mucho más preocupante, a una balcanización de la sociedad española.
La crisis secesionista catalana se ha enconado de tal manera que solo una respuesta contundente de afirmación de la inquebrantable unidad de la nación española, liderada al alimón por todos los partidos políticos defensores del orden constitucional, puede desactivar la mecha encendida que explosione en cualquier momento con resultados nefastos para los intereses de los ciudadanos catalanes y para el conjunto de los españoles.
Por ello, en esa virtual siembra de semillas de ilusión, esperanza, paz y prosperidad a la que aludía al principio, no he olvidado incluir granos que florezcan en los próximos días en forma de acuerdos y pactos que anuncien una nueva etapa de unidad, consenso, estabilidad, regeneración democrática y de justicia social. Eso sí, además de otros retos y valores que guíen la necesaria ruta del diálogo, del entendimiento, de la convivencia y de la concordia, sólidos valores sobre los que se apoya esta nación diversa y plural en la que todos tenemos cabida.
En otro orden de cosas, este blog colectivo, Decroly Digital, es el escenario perfecto para recoger sensibilidades en materia de educación, principalmente, de todos cuantos formamos parte de la comunidad decroliana. Las mías quedan patentes en entradas periódicas en las que doy rienda suelta a mis emociones y transmito mi cultura pedagógica apasionadamente desde hace muchos años. No se trata de una obligación sino, más bien, de una devoción. Me encuentro cómodo contando mis reflexiones y opiniones; recogiendo las múltiples noticias, producidas por todos los actores que intervienen en este centro de Formación profesional; sintiéndome un agente comprometido con Decroly, con el sistema educativo y con las administraciones públicas estatal y autonómica.
Para ser sincero, mi intención al escribir esta entrada era contar cosas que han ocurrido este año que ahora termina. Mis primeras ideas me colocaron en un escenario un tanto romántico y apasionado, de carácter familiar. Luego, me pareció oportuno decir mis impresiones sobre el estado actual del país, una vez conocidos los resultados electorales. Ahora, me doy cuenta que los argumentos utilizados en ambas ocasiones sirven, igualmente, para describir el espíritu decroliano en este año 2015 que ahora finaliza.
Para ello, me remito a tantas y tantas entradas –tal vez excesivas- en las que he puesto de relieve mi vocación y compromiso con los jóvenes desde mi etapa de adolescente. Sin embargo, quiero destacar una, particularmente, escrita hace unos años, concretamente publicada el 09 de febrero de 2009, Frente a la crisis una actitud optimista. Como indico en el titular, es un canto al optimismo apoyado en citas de los más ilustres personajes de la historia contemporánea.
Tal vez, para no ser excesivamente prolijo, debo citar, además, a mis posts de este último trimestre. En todos ellos encontraréis un hilo conductor de lo que representa el carácter propio de Decroly; su cultura corporativa; su proyecto educativo; su apuesta por el cambio, creatividad, innovación y emprendimiento; su dimensión internacional y su compromiso con la sociedad de Cantabria y con las instituciones. Ello sin eludir críticas evidentes con el sano objetivo de instar a la mejora continua en el sistema educativo regional y nacional, como la expresada en mi entrada Cambiar para mejorar, publicada el 16 de julio de 2013.
Y volviendo a la siembra, ¡madre mía, cuantas bromas voy a tener que soportar en los próximos días! He incluido, también, granos de otras semillas que germinen y produzcan ilusión a raudales; broten sueños que despierten el talento de todos y cada uno de nuestros alumnos; florezcan en la senda de los retos y desafíos que apasionen a los discentes en su caminar por la senda de aprendizaje a lo largo de toda su vida; crezcan en el compromiso del profesorado con la mejora continua de los procesos de enseñanza aprendizaje, en pos de una mejora continua de la calidad del servicio educativo en Decroly;…
El pasado día 24 envié a mis familiares y amigos más próximos un escrito por WhatsApp con mis mayores anhelos de esperanza. Decía así: «Esta Nochebuena desearía transformarme en Santa Claus para dejar en tu casa mi particular «gordo de la lotería»: alegría, felicidad, ilusión y altas dosis de salud y bienestar para ti y todos tus familiares”. Hoy, en el umbral de este año 2015, quiero hacer pública una nueva proclama, ampliada a todas aquellas personas que lean este post, para dar la bienvenida al año 2016.
Recibamos el Año Nuevo con una sonrisa que escenifique un halo de confianza e ilusión con el que afrontaremos los retos que se nos avecinan a todos los españoles. Ese gesto nos inspirará para subvertir inseguridad, por estabilidad; desavenencia, por consenso; adversidad, por prosperidad; intransigencia, por tolerancia; desmoralización, por optimismo; desánimo y abatimiento, por esperanza.
¡Feliz Año 2016!
Feliz 2016! Felicidad siempre! Un abrazo.
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