¿Y qué nos cuenta el abuelo?

¿Y qué nos cuenta el abuelo? es un libro para regalar a mis nietos. Está escrito con cariño para Alana, Olivia, Sofía, Candela, Matthew, Ethan, Valeria y Claudia. Me he divertido mucho mientras lo escribía. Su único objetivo es que me conozcáis mejor y que conservéis mis recuerdos

Citas célebres:

Para el mundo eres un abuelo. Para tu familia eres el mundo. Un abuelo tiene plata en el pelo y oro en el corazón. Un buen abuelo vale más que una escuela con 100 maestros. Ser abuelo es la única profesión en la que primero recibes el título y luego cursas la carrera.

AGRADECIMIENTOS

A mi hija Tracy, que tuvo la feliz idea de sugerirme esta publicación de mis memorias personales y sociales y que, abandonada en el jardín de los recuerdos, tomó cuerpo ante su insistencia en un vis a vis coincidiendo con una de sus habituales visitas a Santander.

También, quiero agradecer a personas de mi entorno como Cristina, Marta y Mª José porque siempre me animaron a escribir estas memorias –y otras que aún se encuentran en estado de hibernación- y por su insistencia en no dejarlo en el olvido.

Finalmente, ¿Y qué nos cuenta el abuelo? constata mi cariño a mis nietos porque, en su cercanía o distancia geográfica, me han inspirado para realizar este libro que me ha aportado una alegría sin límite recordando hechos y situaciones que he plasmado en esta obra y que aspiro a que les gusten, los lean y conserven como oro en paño.

PRÓLOGO

Javier Muñiz me ha pedido prologar un libro íntimo, familiar, personal. Se lo dedica a sus nietos, para que tengan constancia, negro sobre blanco, de su trayectoria vital.

Hay que comenzar diciendo que Javier Muñiz es un self made man, que toda su vida ha estado guiada por el esfuerzo, el estudio y la libre iniciativa empresarial, características que le han acompañado siempre y han forjado una personalidad de éxito.

Javier, el abuelo, ha desgranado a sus nietos las diferentes etapas de su vida. Les cuenta sobre su nacimiento y primeros años en Mompía, su familia ganadera y del principal cambio con la edad, sobre la Escuela Unitaria de Mompía  con el recuerdo entrañable de su maestra.  Aquí cabe deducir que se despierta la vocación docente de Javier. La admiración que profesa a Dª María salta de las propias páginas de su libro para impregnar la atmósfera de toda su trayectoria académica y profesional. Resulta evidente que el autor tiene influida su educación por la figura de su maestra, así se explica entonces que estudiase Magisterio, que comenzase dando clases particulares, para posteriormente aprobar las oposiciones en un singular proceso.

A partir de aquí el desarrollo profesional de Javier tiene como realidad la creación, puesta en marcha y éxito de Decroly, centro que se sitúa en la vanguardia con gran aceptación de alumnos que conforme pasan los años inundan de discípulos las empresas de Cantabria.

El triunfo académico que le acompaña en su trayectoria lleva aparejada la relevancia empresarial, que le conduce a presidir la patronal de centros privados de enseñanza y formar parte de las directivas de organizaciones empresariales.

Javier también escribe sobre sus canciones, sus películas  y aficiones juveniles, propias de un tiempo y de una España radicalmente distinta a la que ahora nos toca transitar.

Sus primeros amores y relaciones sentimentales, los amigos, los hábitos de comportamiento de un momento que el autor recuerda con una añoranza no disimulada, la de juegos infantiles, los juguetes y hasta las mascotas aparecen en estas páginas.

Javier menciona el mejor día de su vida, los consejos paternos, las expectativas no cumplidas, la amistad sostenida a través del tiempo y la responsabilidad que supone ser padre primero, para posteriormente ser abuelo.

De todo esto e incluso más, Javier escribe. Además, está muy bien que lo publique para dejar testimonio de su vida. Estará mejor, aún, que sus nietos lo lean, para que se sientan herederos de una trayectoria que les beneficia claramente, como referente profesional y por su sobresaliente comportamiento humano.

Alfonso del Amo-Benaite

INTRODUCCIÓN

Expresar en esta breve presentación los sentimientos y las emociones experimentados mientras escribía ¿Y qué nos cuenta el abuelo? me resulta harto difícil. Sin embargo, voy a intentar describir sumariamente aquellos aspectos más notables que he plasmado en este libro. No pretendo, por otro lado, poner el foco en todos y cada uno de los avatares que me han ocurrido en el ámbito personal y social en las más de siete décadas de mi vida. Más bien, por el contrario, me centro en aquellos asuntos que tuvieron una especial relevancia, por razones obvias, unos; por razones sobrevenidas, otros.

La historia de este libro comienza con una sugerencia de mi hija Tracy. Conocedora de mi afición a la escritura –no en vano ha leído las entradas de mi blog durante los últimos quince años-, un buen día Tracy me escribió un mail desde su casa en Inglaterra para animarme a escribir una suerte de historia de mi vida para que sus hijas –Alana, Olivia y Sofia, conocieran en profundidad a su abuelo. En un principio, no lo di mayor importancia –una ocurrencia más de Tracy-, pensé. Sin embargo, pasados unos meses, en vivo y en directo, mi recordó de nuevo esta idea y se esforzó en convencerme para que me pusiera manos a la obra en beneficio de mis nietas inglesas que solamente han tenido la oportunidad de conocerme en vacaciones.

Finalmente, coincidiendo con mi jubilación, me sentí suficientemente motivado y decidí emprender esta aventura que ahora concluye: escribir una historia abreviada de mi vida para que mis nietas inglesas y mis nietos españoles Candela, Matthew, Ethan, Claudia y Valeria conozcan mejor a su abuelo a través de unos hechos concretos acaecidos desde su nacimiento hasta el día de hoy.

Veamos algunas cosas que les he contado en este libro. En una primera parte, les narré mis orígenes desde la fecha de mi nacimiento en casa de mis abuelos maternos hasta mis primeros recuerdos de la infancia, pasando por una aproximación a temas relacionados con la familia de mi madre y de mi padre. En otro bloque de contenidos les he puesto en escena el entorno familiar y escolar en que vivía hasta los diez años. Destaco en este apartado los maravillosos recuerdos de aquella época señalando, entre otras cosas, mi apego a mi madre y la admiración que sentía por mi maestra Dª María Torner.

También he hecho alusión a cómo vivíamos los niños en los años´50. Apenas teníamos juguetes, no disfrutábamos de vacaciones familiares, teníamos una vida muy austera. Sin embargo, las relaciones con los niños del pueblo y del colegio, más tarde, fueron muy intensas y la mayor parte de aquellas amistades las conservo hoy en día. Un papel importante, digo en un capítulo, tiene que ver con los profesores. Yo, particularmente, fui muy afortunado. Solo tengo palabras de reconocimiento y homenaje a todos ellos porque supieron descubrir mi talento y capacidades tanto intelectuales como afectivas, educativas y profesionales.

Cuento a mis nietos y nietas cuáles eran mis ilusiones profesionales de niño, lo que quería ser de mayor. También me refiero a temas más cotidianos como el tipo de música que me gustaba, los libros que leía y las películas de los domingos en la tele o en el cine. En otro orden de cosas me refiero a algunas anécdotas especialmente graciosas que me ocurrieron en mi época escolar. Destaco el acompañamiento diario a mi hermano hasta la escuela o la pelea entre dos niños muy traviesos, como era el caso de Chuchi y Pascualín.

Mi adolescencia estuvo repleta de sorpresas y de  circunstancias que nunca pensé de niño podrían producirse. Mi vida inició un rumbo distinto al que esperaba, en principio, un niño procedente de un entorno rural. Todo ello tuvo que ver con tres factores concretos: uno, que yo era un buen estudiante; dos, que Dª María, mi maestra, convenció a mis padres para que yo viniera a Santander a cursar el Bachillerato y tres, que mis tíos Sinforiano y Margarita se ofrecieron a tenerme en su casa mientras cursaba mis estudios.

Les cuento a mis nietos mi primera experiencia amorosa y les menciono algunos detalles referidos a mis aficiones musicales y cinematográficas. En este sentido les manifesté que tuve una adolescencia muy feliz, a diferencia de un alto porcentaje de chicos y chicas de esas edades.

(escribir en el archivo Introducción)

Así comienza esta historia

Vuestro “abuelito” nació en casa de los padres de Marina, su madre, Asunción “Ción” (1901-1981) y José -conocido en el pueblo y alrededores por “Roque”- (1898-1978), el domingo 21 de octubre de 1951.

En aquella época, los niños nacían generalmente en su casa o, mejor dicho, en casa de sus abuelos maternos, los padres de su mamá. En mi caso, mi madre, Marina (1924-2006), fue asistida por mi abuela “Ción” y por la comadrona del pueblo, Emilia (“Miliuca”), que casualmente era hermana de mi abuela y, por tanto, tía de mi madre.

El parto, según me contaron años más tarde, se produjo con total normalidad. Tal vez ayudó el hecho de que mi madre ya había pasado por esa experiencia con el nacimiento de mi hermano mayor, José Luis (1949), que también nació en casa de “Ción” y de “Roque”. Sin embargo, la tercera en discordia, es decir, mi hermana Isabel (1953) nació en la Clínica del Pilar de Santander, igual que mis otros tres hermanos Sinforiano (1958), Juan Carlos (1958) y María Teresa (1962).

Mi nacimiento fue un acontecimiento extraordinario. Toda la familia de mi madre: la abuela “Ción”, el abuelo “Roque”, sus seis hermanas y su hermano: Margarita “la morena” (1925-1989), Gregoria “la cuquín” (1927-1981), Carmina “la nin”, (1929-2022), José “Man” (1931-2004), Isabel “Tata” (1934), Asunción “Cionín, la piná” 1936), Mª Teresa “Chiqui” (1940) y sus cónyuges esperaban nerviosos en el patio de la casa para no molestar. Mi hermano mayor, José Luis, también, a pesar de su corta edad, 20 meses. Por supuesto, también mi padre, Rosendo “Sendo” (1922-2004). Mis abuelos paternos, Rosendo (1901-1962) y Pilar (1901-1981) esperaron el feliz acontecimiento en su casa, en Sancibrián. Finalmente, toda mi familia materna escuchó el llanto de un bebé, varón, por primera vez. ¡Vuestro “abuelito”!

A partir de ese momento, comenzó mi vida llena de cariño familiar que se ha mantenido a lo largo del tiempo hasta el día de hoy. Y puedo afirmar con alegría y orgullo que tengo los hijos –Kelly (1977), Tracy, (1978), Nikita (2001)- y los nietos –Alana (2016), Olivia, (2017) Sofía, 2018, Candela (2004), Matthew (2008), Ethan (2009), Claudia y Valeria (2010)- más maravillosos que jamás había soñado.

Los iniciales recuerdos que me vienen a la mente me trasladan a los primeros años de mi vida, tal vez, cuando tenía dos o tres años. Era un niño inquieto, juguetón, travieso… que me gustaba ayudar a mi madre en la tienda de ultramarinos y bebidas que regentaba en los bajos de la vivienda familiar en Mompía –hoy Pub “CUCOS”, gestionado por mi sobrina Elizabeth-.

En aquellas fechas, mi madre viajaba a Santander en un carro, tirado por un caballo blanco que se llamaba “Palomo”, a comprar las mercancías que posteriormente vendía en el precitado negocio familiar. Nunca podré olvidar aquellos largos viajes –más de una hora para ir, y otro tanto para regresar- después de hacer “los pedidos”, la compra, en el Almacén de Coloniales “Fermín Madrazo Udías”, las bodegas de “López Alonso” donde comprábamos los pellejos de vino, …

Mi padre, de profesión ganadero, se encargaba de cuidar el ganado. Esa tarea requería dar de comer a las vacas ¡también a “Palomo” !, cultivar las fincas para obtener alimentos para el ganado, ordeñar y, al mismo tiempo, cuidar las gallinas, sembrar patatas y alubias para llenar la despensa de la casa con leche, huevos, carne de gallina o pollo, … base de la alimentación familiar a bajo coste.

Mucho más “fresca” tengo la etapa de 6 a 10 años, por coincidir con mi escolarización en la Escuela Unitaria de Mompía. En esa época se fraguó una parte importante de mi personalidad. Y, sin lugar a duda, lo afirmo con absoluta rotundidad, la maestra que tuve durante ese período ha dejado una huella imborrable en mi alma y en mi corazón. Doña María Torner (1908-2007) era una mujer extraordinaria, como persona y como maestra. Yo la adoraba. Todos los días iba a recogerla al apeadero de Mortera –venía en tren desde Santander- y la acompañaba hasta la Escuela.

Ya en el aula, los niños y niñas del pueblo y alrededores –Prezanes-, de edades comprendidas entre seis y catorce años, se sentaban en los viejos pupitres de la época. Doña María nos cautivaba con su dinamismo y capacidad para tenernos a todos activamente ocupados, trabajando individualmente, unas veces; en equipos, otras. Su cercanía y cariño profesional –también personal-, hacía que los niños de aquella primitiva escuela admiráramos a nuestra maestra hasta límites insospechados. No quiero pecar de sensiblero, pero yo la quería como si de mi madre se tratara. Y ese sentimiento ha perdurado por siempre.

Mi entorno familiar

Como la mayor parte de aquellas de su generación, mi madre procede de una familia numerosa. Vivió toda su vida en el pueblo de Bezana, uno de los siete que conformaban el municipio de Santa Cruz de Bezana. Como os contaba al hablar del lugar en el que yo nací, la familia de mi madre, Marina, la creó sus padres: mi abuelo “Roque” y mi abuela “Ción”.

Aquel matrimonio tuvo ocho hijos: siete mujeres y un varón. Mi madre fue la primera hija del matrimonio, seguida de Margarita (“la morena”), Gregoria (“la cuquín), Carmina (“la nin”), José (“Man”) Isabel (Tata), Asunción (“Cionín, la piná”) y Mª Teresa (“Chiqui”), todos anteriormente citados.

Mis abuelos maternos eran gente muy humilde. Mi abuelo “Roque”, ganadero; mi abuela “Ción”, ama de casa, si bien ayudaba al abuelo, también, en las tareas del campo y, además, ordeñaba las vacas. Esos abuelos prodigiosos crearon una maravillosa familia numerosa, unida, de la que siempre me he sentido muy orgulloso, especialmente, tengo que reconocerlo, de mi abuelo “Roque”.

Cuando sus hijas e hijo crecieron, tanto mi madre como sus siete hermanas y hermano, todos ellos se casaron según la costumbre de la época, por la iglesia católica, y formaron una familia, igualmente, numerosa en la mayor parte de los casos:

  • Así, “la Morena” se casó con Sinforiano Muñiz (“Ano”), hermano de mi padre, Rosendo, empleado de banca, y tuvieron cuatro hijos: Mª del Pilar (“Pili”), Mª Asunción (“Asun”), Gerardo (“Jimmy) y Margarita (“Margari”).
  • La Cuquín” hizo lo propio con Pedro Saiz (“el Currillo”), de profesión transportista de mercancías. De esa feliz unión nacieron Belinda (“Beli), Pedro (“Pedrito) y Begoña (“Begoñita”).
  • La Nin” contrajo nupcias con José Arroyo, transportista de pasajeros, y tuvieron cuatro hijas maravillosas: Mª del Carmen (“Mamen”), Josefina (“Fini”), Angelines (“Lines”) y Mª Asunción (“Asun”)
  • Man” tomó por esposa a Mª del Carmen Bezanilla (“Carmelín”), de profesión ama de casa, y el matrimonio tuvo una hija, Mª del Carmen (“Carmenchu”)
  • Tata se casó con Ramón Portilla (“Monchi”), empleado, y tuvieron tres hijos: Isabel, Ramón (“Monchi”) y Alicia.
  • La Piná contrajo matrimonio con Jesús Villar (“el Con”), ganadero, vecino de Mompía. Tuvieron dos hijos: Jesús (Chuchi) y Asunción (Asun).
  • Chiqui, la benjamina, se casó con Rufino Bravo, empleado, y tuvieron dos hijos: Maite y Javier.

La familia de mi padre era menos numerosa que la de mi madre. De hecho, mi padre tenía solamente un hermano, Sinforiano (Ano) que lo he citado con anterioridad al hablar de la familia de mi madre porque se casó con “la Morena” hermana de mi madre y tuvieron cuatro hijos que mencioné anteriormente: (“Pili”), (“Asun”), (“Gerardo) y (“Margari”).

Mi padre era de Sancibrián, uno de los siete pueblos del municipio de Santa Cruz de Bezana, el mismo que el de mi madre. Mis abuelos paternos –Rosendo y Pilar– eran del mismo perfil que mis abuelos maternos: ganadero y ama de casa.

A diferencia de la familia de mi madre, tuve la suerte de conocer a mis bisabuelos paternos –padres de mi abuela Pilar (1901-1981)- Luisa (1883-1969) y Claudio (1875-1972, apodado “el milano”. El fallecimiento temprano de mi abuelo Rosendo (1901-1962) me impidió conocerle a fondo. Sin embargo, tengo recuerdos muy agradables de los domingos que íbamos mi hermano José Luis y yo con mi padre, en su bicicleta Orbea, yo en la barra y mi hermano en el sillín de atrás, a escuchar en la radio los partidos de fútbol del Racing.

Por alguna razón, sin embargo, tengo muy presente a mi bisabuelo Claudio, tal vez porque cada año, el día de Reyes, nos daba los aguinaldos a todos los bisnietos en su casa, además de consejos personalizados sobre nuestra educación y comportamiento.

Una de las más interesantes historias de mi familia, en mi opinión, es el grado de conexión existente entre mi abuelo Roque y su único hijo varón, mi tío Man. Eran dos juerguistas de tomo y lomo hasta el punto de que iban juntos a todas las fiestas populares y, a diario, recorrían los bares de la zona, entre ellos el que regentaba mi madre. Recuerdo que, en no pocas ocasiones, les prohibía seguir bebiendo para evitar “males mayores”, especialmente a mi tío Man, a quien el alcohol le afectaba muy considerablemente.

En aquellos años, la década de los 50´ del pasado siglo XX, en España y Cantabria vivíamos con muy pocos medios. En mi casa, en mi familia, sin embargo, nunca faltó la comida. Hacíamos, por tanto una vida muy austera sin grandes acontecimientos que reseñar, aparte de las reuniones familiares en Navidad y, en el caso de mi abuelo Roque y mi tío Man, horas de asueto en el bar de mis padres, tomando unos vinos y jugando al Tute o a la Flor, en su caso, ambos juegos de naipes.

Quiero deciros en este punto también que, a finales de los años 50´, siendo yo un niño de menos de 10 años, –posteriormente me fui a vivir con mis tíos Ano y La Morena a Santander para estudiar el Bachillerato-, vi como llegaba la primera televisión a mi casa, única en el pueblo, lo mismo que la instalación del primer teléfono. Recuero además, el día que un vecino, Emilio, compró un coche a su hijo José Antonio. ¡El primer coche que llegó al pueblo de Mompía! Finalmente, concluyo esta cita diciendo que los niños de mi pueblo tuvimos el privilegio de recibir el primer bolígrafo –escribíamos, bien con un lápiz, bien con una pluma y tinta china.

¿Os imagináis hoy vivir sin bolígrafo, televisión, coche, teléfono?

Recuerdos de mi infancia

De niño, hasta los diez años, viví con mis padres y hermanos en mi pueblo, Mompía. Posteriormente, gracias a mi maestra Dª María, que gestionó una beca para que pudiera estudiar gratuitamente el Bachillerato, me fui a vivir con mis tíos Ano y La Morena a su piso de la calle Simancas de Santander.

Entre los recuerdos más notables de mi vida en Mompía con mis padres y hermanos, además de los citados anteriormente, merece la pena destacar cómo salía de madrugada -8 am- a recoger a Doña María en el apeadero de Mortera. Al finalizar cada tarde soñaba con el día siguiente para ir a la estación del tren de Mortera y acompañar a Doña María hasta la escuela. Me encantaba ir a la escuela; me encantaba aprender cosas; me encantaba el cariño con el que me enseñaba mi maestra. ¡Fui muy feliz en esa etapa!

A penas existían juguetes, más allá de una muñeca para las niñas y una peonza para los niños. Jugábamos a las chapas, al pescar, al esconder, al pañuelo, a tirar de una cuerda, … ¡a los bolos! Éramos muy comunicativos, hablábamos mucho unos niños con otros.

A pesar de ser una niñez muy austera por la falta de medios de los padres, disfrutábamos mucho de nuestra compañía y, particularmente, en las fiestas del pueblo – Nuestra Señora, en agosto; la Virgen del Rosario, en octubre y de los pueblos de al lado: San Ramón, en Mortera, San Benito, en Igollo, San Roque, en Bezana, San Cipriano en Sancibrián; San Judas, en Soto de la Marina, la Virgen del Carmen, en Prezanes, San Mateo, en Maoño, …

Teníamos una perra de caza (Diana) y, también, un gato que le llamábamos, simplemente, “gato”. Al ser mi padre ganadero, disfrutábamos mucho en la finca con las vacas, terneros, caballo, gallinas, conejos, etc. Nunca eché de menos tener otras mascotas.

Nunca tuvimos vacaciones toda la familia junta. El hecho de tener vacas dificultaba aún más esa posibilidad, puesto que a las vacas hay que ordeñarlas y darlas de comer todos los días. ¡No se las puede dejar solas” … y no teníamos obreros en aquella época! ¡Tampoco dinero para irnos de vacaciones si hubiéramos podido!

Sin embargo, sí puedo decir que mi hermano José Luis y yo pasábamos algunos días en verano en casa de mis abuelos paternos en Sancibrián y, algún verano, en el piso de mis tíos La Morena y Ano en Santander. No tengo recuerdos especialmente excitantes, pero sí que eran unos días que agradecía por el cambio de vida que representaba.

Hasta los diez años en el pueblo de Mompía éramos muy pocos niños. Todos nos llevábamos muy bien. Éramos una piña. Sería injusto destacar a uno en especial. Éramos como los de Fuenteovejuna, “todos a una”.

Los amigos del pueblo, por citar a los chicos de mi generación principalmente, éramos pocos, pero bien avenidos, como he dicho anteriormente. Toñín “el de Mero”, Fredito Landeras, Luis “el de Sica”, José Antonio “el cavido”, Tonín Ortega, Ricardo Peñilla. Entre las chicas tenía muy buena relación con Tere y Gelita las de “la fraila”, Mari Peñilla, “La Pitusa”, Gelines, Mili Landeras, …

En Santander tenía amigos que iban a clase conmigo. Entre todos ellos destaco a Miguelín Alonso, Pedro Requivila, Vicente Alciturri, Paulino Sopeña, Carlos Hernández, Pedro Navedo, Carlos Mier, Mario Marina, Arsenio Lloredo, Jose Pardo, …

No sabría deciros quien era mi mejor amigo o amiga. Como dice el refranero español “éramos uña y carne”.

Una educación primaria y secundaria de calidad

La escuela de mi pueblo se denominaba Escuela Unitaria de Mompía. Las clases se daban en una casa particular alquilada a un vecino, Emilio, (el que compró el primer coche del pueblo para su hijo José Antonio). En esta escuela cursé la Enseñanza Primaria, desde los 6 hasta los 10 años. Mi única maestra Doña María ha sido una de las mujeres más importantes de mi vida. Siempre la he querido y siempre la tendré en mi pensamiento. A élla se lo debo todo, empezando por mi educación en la escuela y continuando con los sabios consejos que siempre me dio.

Después, gracias a Doña María y a mis tíos Sinforiano y Margarita cursé los estudios de Bachillerato 11-17 años, en el Colegio San José de los PP Escolapios de Santander. Allí, igualmente, tuve unos profesores religiosos y seglares maravillosos. Sin ánimo de ser excluyente, os cito a los seglares: Don José, Don Pedro, Don Agustín, Don Félix, Don Narciso… y a los religiosos P. Angel Ruiz (Rector), Padre Pedro (prefecto) P. Fernando, P. Gaspar, P. Moisés, P. Cavada, P. Iglesias,… De todos ellos guardo un recuerdo entrañable.

De niño, mientras estuve en la Escuela Unitaria de mi pueblo, me ilusionaba aprender. No tengo una disciplina en particular como favorita. Me gustaba leer y escribir; hacer cuentas de sumar restar, multiplicar y dividir, aprendíamos geografía e historia,… Si tuviera que decantarme por algo en particular, lo haría por la lectura. Dª María lo tenía claro. Todos los días leíamos todos los niños un pasaje de un libro de la biblioteca (solamente había cuatro o cinco libros). Yo siempre elegía el de Cien Figuras Españolas, un libro de biografías de españoles célebres, escrito por Antonio J. Onieva, inspector de Enseñanza Primaria, publicado en 1939.

Eran historias cortas de los más variopintos personajes españoles: misioneros, guerreros, exploradores, colonizadores, patriotas, historiadores, políticos, poetas, pintores, maestros, reyes, filósofos,…

El día que se inauguró el Centro de Recursos, Interpretación y Estudios de la Escuela -Museo escuela de Polanco- asistieron las autoridades y un reducido número de invitados entre los que me encontraba. Recorriendo las instalaciones del Museo acompañando a la consejera de Educación Rosa Eva Díaz Tezanos me fijé en un armario en el que se podía ver claramente el libro Cien Figuras Españolas. Sorprendido, llamé la atención de Rosa Eva y pedí permiso para sacar el libro y entregárselo a la consejera. Asombrada por mi gesto le pedí que abriera el libro por una página cualquiera… ¡y así lo hizo! ¿Qué personaje ha salido, pregunté? Palafox, contesto la consejera. En ese momento, comencé a recitar de memoria la biografía y puedo aseguraros de que la señora Díaz Tezanos pensó que estaba acompañada por un extraterrestre. Pálida por la sorpresa, la explique que todo debe agradecerse a la maestra de mi pueblo que nos inculcó el amor por la lectura y además leíamos todos los días.

La historia terminó aceptando la consejera y el director del centro un intercambio de ese libro por diez que yo les entregué. Hoy en día, conservo ese libro en casa como oro en paño.

Yo comencé a ir a la escuela cuando tenía seis años. Mi hermano José Luis lo hizo un par de cursos antes y tenía problemas con algunos chicos mayores del pueblo. Al pasar por la casa de los Ruiz, uno de ellos, Aquilino, -Quili- se metía mucho con él hasta el punto de cogerle miedo y hacerle llorar. Yo, que era un niño muy atrevido de pequeño, acompañaba a mi hermano hasta pasar la casa de Quili y, entonces, le decía. “Vale, sigue tú solo que aquí estoy yo”.

Hablando de historias graciosas nunca olvidaré una que nos dejó a todos los niños perplejos, sin habla. Estábamos en el recreo, frente a la escuela, en el prado de Toño (el de Pancho) Allí, al carecer de juguetes pasábamos el tiempo de muchas maneras: charlando; jugando al pañuelo, a las canicas, a la peonza, al escondite; hacíamos carreras y, algunas veces, nos peleábamos. Es el caso que os quiero contar. Chuchi Berodia se engarraba con Pascualín, un niño de su edad, de Zaragoza, que se había incorporado tarde a la Escuela. Siempre estaban porfiando a ver quién era más fuerte -más o menos en bromas-. Un día, se lo tomaron en serio y Chuchi tiró a Pascualín a una pila de abono que había en el Prado de Toño.  Os podéis imaginar la foto…

Desde muy pequeño yo sentía una gran admiración por mi maestra, Dª María. Tal vez, el hecho de ser una escuela unitaria con niños de todas edades –de seis a catorce años –extensible hasta los dieciséis- y la metodología utilizada por Dª María de trabajo en equipo en el que todos enseñábamos y aprendíamos de todos me generó una primera vocación hacia la docencia. Recuerdo que, cuando me hacían la típica pregunta, ¿Qué vas a ser de mayor? siempre contestaba maestro… como Dª María.

Cuando empecé los estudios de secundaria en el colegio de los PP Escolapios también me encontré con profesores estupendos a los que admiraba, igualmente, y me inspiraban una enorme confianza sobre la profesión docente. De hecho, en verano daba clases en el garaje de mi casa en el pueblo a los niños de Mompía con lo que mi vocación se fue consolidando.

Sin embargo, hubo un momento en sexto de bachillerato -16 años- en el que me planteé hacer estudios de Publicidad y Relaciones Públicas. Finalmente, opté por Magisterio, entre otras razones de peso porque esos estudios podía realizarlos en la Escuela de Magisterio de Santander y los otros, no.

No me arrepiento. Acerté en la elección. He sido y soy feliz en mi trabajo y creo haber aportado un pequeño grano de arena en el desarrollo e innovación de esta maravillosa profesión.

Hobbies y aficiones

De niño y adolescente admiraba la música española de cantantes como Marisol, Joselito, Manolo Escobar, Lola Flores, Rocío Jurado, Rocío Dúrcal, … Ya en mi juventud, el hecho de viajar a Inglaterra, Irlanda, Francia, Bélgica con 17, 18, 19 y 20 años me aficioné a la música anglosajona, principalmente. Destaco entre mis favoritos a los grupos The Beatles y The Rolling Stones; a Los Pequeniques, Los Brincos, Juan y Junior. A nivel de solistas, John Lennon, Paul McCartney, Tom Jones, Engelbert Humperdinck, Johnny Cash, Jim Reeves, Adriano Celentano, Juan Pardo, Camilo Sesto.

Es muy difícil elegir una canción porque hay muchísimas que me encantan. Si tuviera que elegir una me quedaría con Imagine, de John Lennon y My Way, de Frank Sinatra. Otras canciones que me gustan, de artistas de otras nacionalidades, Azzurro, de Adriano Celentano; Folson Prison Blues, de Johnny Cash; Adiós amigo, de Jim Reeves, Delilah de Tom Jones; El amor de mi vida, de Camilo Sesto; Please Release Me, de Engelbert Humperdinck; Let it be; Hey Jude de Paul McCartney;…

En la escuela de Mompía mi libro favorito eras Cien Figuras Españolas, un texto con cien biografías de otros tantos personajes ilustres de la historia de España.

En el colegio de los Padres Escolapios destacaría The Picture of Dorian Grey, de Oscar Wild; Brave New World de Aldous Huxley y The Pearl, de John Steinbeck.

Respecto a las películas y programas de televisión que solía ver, tengo que deciros algunas cosas importantes. En primer lugar, la televisión llegó a casa de mis padres cuando yo tenía 8 o nueve años. Concretamente, una Telefunken en blanco y negro que ocupaba media pared. Fue el primer aparato de televisión que llegó al pueblo de Mompía. Conviene recordar que Televisión Española (TVE) inició su actividad regular el 28 de octubre de 1956, con el inicio de emisiones de su primera cadena. En aquella fecha yo tenía 5 años.

Mis primeros recuerdos se centran en la serie El Santo, El Virginiano y Bonanza. Respecto a espectáculos y otro tipo de programas recuerdo El Hombre del Tiempo, presentado por Mariano Medina; El Telediario, Galas del Sábado

Una adolescencia feliz

Mi adolescencia fue, creo yo, similar a la de todos los chicos de edades comprendidas entre los 13 y 19 años. Vivía en casa de mis tíos Sinforiano y Margarita y tenía una buena relación con mis primos-hermanos Pilar, Asunción, Gerardo y Margari. Desde el punto de vista familiar fui feliz con mis tíos y primos y con mis padres y hermanos cuando estaba de vacaciones en casa, en Mompía.

En general fui un buen estudiante durante los seis años de bachillerato. Solamente en quinto curso suspendí dos asignaturas –Física y Química (impartida por Don Félix) y Matemáticas, (por Don Narciso Obregón)- que recuperé en setiembre.

De esta época tengo una anécdota muy emotiva. Yo era muy aficionado a la literatura y escribía poesías, más o menos jocosas. A raíz de esas dos asignaturas suspensas y emulando el poema “Cuentan de un sabio que un día” de la obra “La vida es sueño” de Pedro Calderón de la Barca yo escribí en plan jocoso lo siguiente:

Cuentan de Don Félix que un día,  tan cabreado se encontraba, que solo se contentaba, con los ceros que ponía. ¿Habrá otro para sí decía, que suspenda más que yo? y cuando el rostro volvió, halló la respuesta viendo, a Don Narciso suspendiendo, a los pocos que él aprobó.

Con 17 años ingresé en la Escuela de Magisterio y, en esa etapa de estudiante, cumplí con mis obligaciones de español en el Servicio Militar, “la mili”, durante quince meses.

A nivel social era un chico muy extrovertido. Me gustaba pasar tiempo con mis amigos, ir al cine, a las romerías de los pueblos, a guateques públicos y a otros que organizábamos privadamente los chicos de los Escolapios y las chicas de las Esclavas.

A los quince años me enamoré de una chica, Tere, y ella también de mí. Fuimos “novios” durante 20 meses, hasta los 17 años. Después, cada uno siguió su particular camino.

A partir de esa época salía con chicas durante breves períodos de tiempo. Era muy enamoradizo. Me gustaban todas y aprendí muy bien la lección de no consolidar relaciones sino, más bien, mantener una bonita amistad con todas las jóvenes con las que me relacionaba.

Para mí, la adolescencia no supuso una crisis especial. Fui un chico muy feliz que tenía muchas ilusiones y estaba deseando iniciar mi propia carrera profesional.

Respecto a las películas que vi en el cine en aquellos años me gustaron especialmente los westerns y películas de acción. Os voy a mencionar las películas más bonitas que yo he visto hechas a partir de 1965 que es la época, con 14 años, en la que empecé a ir al cine. Doctor Zhivago, 1965; El graduado, Bonnie and Clyde y Belle de Jour, 1967; El planeta de los simios, 1968; Dos hombres y un destino y La ciudad sin nombre, 1969; La hija de Ryan, Love story y Un hombre y un caballo, 1970; Cabaret, El último tango en Paris y El padrino, 1972; El golpe, Jesucristo superstar y el exorcista, 1973; tiburón y alguien voló sobre el nido del cuco, 1975; Taxidriver, 1976; Fiebre de sábado noche, 1977: Grease y Superman, 1978; Kramer contra Kramer, 1979;…

Nunca he tenido una sensación de estar locamente enamorado. Sí he querido a muchas amigas, pero no hasta el punto de enamorarme y sufrir por una relación fallida. De hecho, mi primer amor, siendo tan jóvenes los dos, estaba llamado al fracaso. Y así sucedió.

Pasaron unos pocos años y, un buen día, 16 de agosto de 1971, creo, el mismo día que regresé de un viaje de estudios de verano por Irlanda, Dublín, mi madre, Marina, me pidió que llamara por teléfono a una chica irlandesa que vivía en casa de los condes de Mortera con la misión de enseñar inglés a los niños de la familia.

Y así lo hice. Llame por teléfono y se puso una chica con una voz dulce que ya, desde ese momento me inspiró curiosidad, a pesar de que yo quería pasar el tiempo con mis amigos. Cuando fui a recogerla con un amigo del pueblo en su coche y la vi en la puerta de la casa esperándome ¡me impresionó! Era una chica rubia guapísima, con unos ojos azules preciosos que me cautivaron desde el mismo momento que la miré por vez primera.

Eran las 21:00 horas. Nos fuimos a Santander. Entramos en la cafetería Toronto, frente al Ayuntamiento, -hoy no existe- y tomamos, los dos, un sándwich California y un café. Después la propuse ir a bailar a una sala de fiestas: La Belle Epoque y pasamos una noche maravillosa hasta las tantas de la madrugada. Al regresar a casa y dejarla en su domicilio de los Condes de Mortera nos despedimos con un beso en la mejilla… ¡o dos! Y quedamos para el día siguiente.

Aquella noche dormí muy mal. Tal vez porque cupido había estado merodeando por mi cabeza y mi corazón. Enseguida pensé que iba a ser una persona importante en mi vida y así fue.

¿De quién creéis que estoy hablando? No os quiero dejar en ascuas ni un segundo más: ¡de vuestra GRANNY!!!!!!!!

Primeras experiencias laborales

Mi primer empleo, como profesor sin academia, fue durante mi época de estudiante de Magisterio. Daba clases particulares de inglés y durante los veranos, de apoyo escolar a los niños de mi pueblo en el garaje de mis padres. Las primeras, en mi lugar de residencia, en varios pisos: Calle Guevara; Calle Camilo Alonso Vega, 2; y Calle San Fernando, 70. En 1973 formalicé mi relación profesional mediante una licencia fiscal para ejercer como profesor. Al mismo tiempo, abrí una academia en la calle Floranes 70 de Santander. En el curso 1974-75 la Dirección Provincial de Educación me “contrató” para realizar el curso de prácticas de fin de carrera por el módico precio de 4.500 pesetas al mes (unas 25&) en La Aneja, hoy CEIP Cisneros.

Mi primer nombramiento como profesor interino en la Aneja fue el 30 de junio de 1975, con efectos a partir del curso 1975-1976. Mi trayectoria profesional en la “Aneja” se extendió hasta la fecha en que solicité una excedencia voluntaria, el día 16 de enero de 1984 para hacerme cargo de Decroly, hasta entonces, y desde 1978, funcionando bajo la titularidad de mi madre, Marina Bárcena Tazón.

He sido una persona afortunada que no se ha privado de nada que pudiera haber estado interesado ni personal o profesionalmente hablando. En aquella época era un joven independiente, vivía en mi casa y tenía mi trabajo y consecuentemente mis ingresos para poder subsistir y realizarme. Incluso, en 1976, compré un piso en la calle Jiménez Díaz 1, entorno en el que dos años más tarde adquirí los primeros locales para montar el centro de Formación Profesional Decroly. Con 27 años, tenía mi vida totalmente orientada y sentía una satisfacción inmensa por haber hecho realidad mis sueños infantiles.

A todo ello debo añadir el hecho de poder disfrutar de vacaciones frecuentes y realizar viajes de máximo interés cultural y familiar, especialmente los efectuados a Irlanda en Navidades.

Amigos por siempre

Soy una persona muy afortunada. Conservo a todos los amigos de la niñez y, por supuesto, a lo largo de mi vida adulta he hecho miles de amigos en los cinco continentes. Os lo contaba en otro apartado anterior. Puedo añadir otros muchos más, tanto españoles como extranjeros, principalmente fruto de mi participación en proyectos europeos a lo largo de mi extensa vida profesional. Con muchos de esos colegas profesionales mantengo una fluida relación hasta el punto de que hemos compartido nuestras viviendas y ampliado la amistad en los entornos familiares de cada uno. A título no exclusivo os voy a citar algunos del continente europeo, sin olvidar a una extraordinaria mujer y amiga colombiana –hoy residente en EEUU- Jenny Caicedo, por la que siento un cariño y admiración especial.

Del Reino Unido destaco al inglés Bill Deakin y su esposa Jenny; a los escoceses Chris Ashe, Bob Scott, Fiona Jurk y a sus respectivos conjugues. De la República de Irlanda, Diana Farrelly y Gavin Haugey; En Lituania el número de amigos se multiplica y citaré a aquellos con los que mantengo una fluida y permanente relación: Ivaras Giniotis y su esposa Gracina, Renata Cerneckiene, Juozas Beranauskas, Gintaute, Dalia,… de Vilnius; Gediminas, Deimante, Jovita, Kestutis, Vitautas,… de Panevezys. Leena Seppanen y Matts Ericsson de Pori, Finlandia;  Monika Schellemberg, Jurgen Brand, Joachim Back de Alemania;…

Un joven como otros

Cuando era un niño no me solía meter en problemas. Era un niño travieso, pero educado y respetuoso con las personas y cosas. Eso sí, en una ocasión –tenía 14 años- fui un domingo al cine de Bezana con mi hermano José Luis y me había puesto, por vez primera unos vaqueros de mi hermano. Me sentía “mayor” y decidí, después de ver la película en el cine –hacia las 9:30- ir “a dar una vuelta a La Virgen de Loreto”, una romería que se celebra en Peñacastillo.

A pesar de que mi hermano intentó disuadirme, no le hice caso y, naturalmente, tardé una hora en llegar y empecé a pensar que tendría problemas en casa (la hora de entrada los domingos era las 22:30). Como os podéis imaginar, llegué a casa mucho más tarde, hacia las 12 de la noche. Mi madre había salido a buscarme… en fin, una tragedia. Al llegar a casa mi padre me dio una “soberana paliza” y me castigó sin salir todo el verano. Debo decir que fue una de las contadas veces que mi padre me pegó en su vida. Yo le tenía un respeto absoluto y sus normas eran ley. Pero este día de La Virgen de Loreto… “se me fue la pinza”. Nunca se lo he reprochado. Eso sí, cuando vivía en su casa siempre respeté las normas.

Por el contrario, he sido elogiado en distintas ocasiones. La finalización de mis estudios de bachillerato y aprobar la reválida de sexto supuso una gran alegría para toda la familia. Mi determinación por viajar a Inglaterra e Irlanda recomendado por mis profesoras de inglés tuvo un cierto reparo al principio cuando lo planteé en casa a mis padres. Sin embargo, mi padre me apoyó desde el minuto uno y se sintió muy orgulloso cuando regrese a casa, en cada uno de los viajes, sano y salvo. Había logrado uno de mis sueños: viajar y perfeccionar mi nivel de inglés.

Primer día con Granny

Os lo he contado anteriormente. Fue una casualidad, todo muy espontáneo. Vuestra Granny solía ir a comprar chuches a los niños de los condes de Mortera a la tienda de mi madre. De vez en cuando mantenía algunas conversaciones con ella utilizando a los chicos de traductores. Se hicieron “amigas” y se contaron algunas confidencias. Mi madre la preguntó de dónde era y, al contestar que de Dublín, a vuestra bisabuela se la encendió el piloto de madre. Pues, yo tengo un hijo en Dublín, la respondió a Granny. Va a venir el día 16 de agosto. ¡Qué bien! contestó Granny. Me gustaría conocerle, le dijo.

El caso es que Granny venía con los niños casi todos días a la tienda en Mompía. Al aproximarse la fecha de mi regreso, el día 16 de agosto, mi madre dijo a Granny que cuando llegara yo a casa me diría que la llamara por teléfono y la invitara a tomar un café. Cuando me presenté en casa, lo primero que me dijo mi madre fue: “coge el teléfono y llama a Marianne, una chica de Dublín que trabaja de institutriz de los niños de los condes e invítala a tomar el café”. ¿Qué dices, Mama? Yo he quedado con mis amigos y no tengo tiempo para cafés con ninguna irlandesa. Ya he tomado suficientes en Dublín.

El caso es que, de mala gana, en principio, acepté a llamar por teléfono a vuestra Granny y a quedar con ella por la tarde a las 6p.m. Para ser sincero, se me olvidó la cita y me recordé a las 21 horas. Como un buen caballero, pedí a un amigo que me llevara en su coche Mortera a casa de los Condes. Así lo hizo. Allí estaba vuestra Granny a la puerta esperándome. El resto de la historia ya la conocéis.

Dice el refrán popular

Existen muchas citas, refranes y proverbios en español que me encantan. También conozco otros en inglés muy interesantes. Algunos de los más impactantes en castellano, sin orden de preferencia son:

  • El poder de la imaginación nos hace infinitos.
  • La mejor forma de predecir el futuro es crearlo.
  • Los mejores sueños ocurren cuando estás despierto.
  • Haz de cada día tu obra maestra.
  • El único objetivo que no puedes cumplir es el que no trabajas.
  • Siempre haz lo mejor. Lo que plantas ahora lo recogerás mañana.
  • Mantén tu mirada en las estrellas y tus pies en la tierra.
  • Si la oportunidad no llama construye una puerta.
  • La duda mata más sueños que el fracaso.
  • No tengas miedo de dar un gran paso, el precipicio no se cruza con pasitos.
  • El entusiasmo mueve el mundo.
  • La innovación diferencia a los líderes de los seguidores.

Cada una de estas citas tiene un mensaje muy profundo. Os animo a pensar y debatir sobre su contenido.

El placer de ser padre

En una ocasión vi en Internet esta reflexión con la que me identifico plenamente:

«Ser padre es mucho más que tener un hijo.
Ser padre es reencontrarte con El Niño que fuiste, y revivir la inocencia pura y limpia del Ser humano.
Ser padre es apreciar lo que tus padres han hecho por ti.
Ser padre es aprender que toda evolución que merezca la pena se hace lenta y continuamente.
Ser padre es comprender que el amor es mucho más de lo que se puede expresar con palabras.
Ser padre es sacrificar mucho sin importar lo que pierdes, porque ganas siempre.

Ser padre es lanzarte al vacío y nacer en la caída mucho más fuerte, y con alas.
Ser padre es una ofrenda de lo más valioso que tenemos, el tiempo, a alguien que es más importante que todo lo demás.
Ser padre es sentirte vulnerable, tener miedo, y confirmar que ya no importa el obstáculo porque no tienes más opción que hacerlo bien, y en ese momento descubrir que ya puedes con todo lo que venga.
Ser padre es mirar a los ojos a la vida y sonreírle, y aprender que el mundo es un espejo que refleja lo que tú le das.
Ser padre es la entrega incondicional que condiciona el resto de tu vida llenándola de color, es la cadena que libera tu mente y tu alma.
Ser padre es creerte maestro y aprender más que nunca, es matricularte en la más prestigiosa universidad, donde se olvida lo superfluo y el mundo se reduce a al instante en que te mira.
Ser padre es esperar una cosa y encontrarte otra, y entender que la vida puede sorprenderte superando tus expectativas y cualquier cosa que llegaras a imaginar.
Ser padre es el camino que no tiene mapa, el sendero sin retorno que te transforma, la aventura que sabes con certeza te cambiará, el mágico punto de partida del resto de tu existencia.
Ser padre es, en definitiva, un regalo personal que solo puedes comprender cuando lo abres,  sorprendente por lo irrepetible, fascinante por lo indescriptible.
Ser padre es el amor viviendo en ti.»

El 15 de febrero de 2020 escribí esto sobre Nikita:

Hace un par de días recibí un paquete en el interior de una hermosa bolsa de regalo. Era de mi hijo Nikita. Al abrirlo me encontré con una caja cuadrada en cuya tapa y caras laterales se podía leer estas frases:

“Gracias Papá

Gracias por enseñarme a creer en mí y ser buena persona. Por enseñarme que todo llega con ilusión, esfuerzo y empeño. Por enseñarme a ser valiente y a perseguir mis sueños.”

Me emocioné sin reprimirme en compañía de mi soledad en el salón de mi casa. Abrí la cajita con delicadeza, intuyendo que en su interior habría un regalo de Nikita. Y así fue. Encontré una bonita taza de porcelana adornada con un texto que decía:

“Querido papá

Gracias por ser un experto en hacer hijos guapos e increíbles, por ahuyentar los monstruos de debajo de mi cama y por todos esos consejos que disimulé no escuchar (pero que tanto me sirvieron)

Con cariño,

Tu hijo favorito.”

Me quedé pensativo unos instantes. Después, por mi mente circuló a velocidad supersónica todos los sentimientos maravillosos que padre alguno jamás haya podido vivir y disfrutar viendo nacer, crecer y desarrollarse a sus hijos.

Mis preferencias y arrepentimientos

La gente de mi generación sabe apreciar las cosas buenas de la vida porque en su niñez y juventud escaseaban. En el caso de mi comida favorita sigue siendo aquellos platos que con tanto cariño me preparaba mi madre en los años 50´del pasado siglo XX, hace 70 años. Comíamos los frutos que obteníamos del campo, fuera la leche de las vacas; fuera el pollo, los huevos, las patatas, la carne de cerdo, alubias, frutas,… tengo que reconocer que mi plato favorito por excelencia, aún hoy en día, es el de huevos fritos con patatas o alternativamente la tortilla española.

En materia de deportes, sin duda alguna, yo soy del grupo de la mayoría de españoles amante del fútbol. Me gusta el buen futbol y los jugadores que lo practican pero, eso sí, sobre todo soy un suportter del Real Madrid, el club de mis amores, el club más importante de la historia del fútbol. Tal es así que, en la actualidad soy socio de la entidad y he conseguido que seáis socios todos vosotros, además de Kelly, Tracy y Nikita.

Mis colores favoritos son el azul y el amarillo. Si recordáis, veréis que las pareces y puertas de Jovellanos están pintadas de ese color. Mi coche actual es azul; en su día tuve un Mercedes amarillo. Mummy se acuerda, estoy seguro.

No. No me arrepiento de nada. He sido un niño feliz. Mi adolescencia me proporcionó las mayores alegrías que jamás podría haber pensado un niño de Mompía, procedente de una familia muy humilde. En mi estado adulto, a partir de los veinte años, he realizado un recorrido largo, lleno de alegrías y satisfacciones que me hacen presentarme ante la meta final de mi vida con la satisfacción de “haber cumplido”.

Hasta los 12 años, como os he contado anteriormente, mi vida estuvo repleta del cariño familiar de mis padres y hermanos, principalmente, también de los abuelos y tíos maternos y paternos; primos, mi maestra Dª María,… y muchos amigos del pueblo de Mompía y de Santander, desde el momento de comenzar mi bachillerato en los PP Escolapios, a partir de los diez años.

Mi adolescencia fue maravillosa, inmejorable. En el ámbito familiar, concilié mi vida con mis tíos en Santander y con mis padres en Mompía. Socialmente, al pensar en aquella etapa, me abruman los innumerables recuerdos de momentos felices que disfruté entre los trece y diecinueve años.

Mi vida adulta ha transcurrido por la senda de la felicidad, del éxito, del sentirme realizado y querido, de alcanzar pasito a pasito todas mis expectativas e ilusiones, creando una familia maravillosa de la que me siento especialmente orgulloso.

Como profesional y empresario, también he disfrutado los sabores del éxito que me ha facilitado tener una existencia confortable a la que he proporcionado un estilo y nivel de vida muy dignos.

No son palabras, sencillamente no hay un Why not.

Siempre escuché a mis padres

Mis padres, particularmente mi madre, me dieron muchos y muy sabios consejos siempre.

Mi madre era una persona con una fuerte personalidad pero a su vez con gran capacidad de transmitir sus opiniones, recomendaciones y consejos con el cariño que solo sabe hacerlo una madre. Teníamos una relación muy estrecha –igual que con mis cinco hermanos-, tal vez porque la ausencia de medios y prebendas se sustituía con el ejemplo de una mujer trabajadora que era un referente para sus hijos con hechos. Su mayor preocupación era que fuéramos niños, primero, adolescentes, después, y adultos, finalmente, de los que se pudiera sentir orgullosa por ser, ante todo, buenas personas, responsables, trabajadoras, cumplidoras con el deber asignado en cada etapa de nuestra vida.

Mi padre era un hombre muy serio, muy trabajador, responsable de que a su familia numerosa –éramos seis hermanos, ¿recordáis? No les faltara de nada… entendido de aquellos escasos medios que existían en los años 50´ y 60´ del pasado siglo XX. El detalle más importante de mi padre conmigo fue su autorización para obtener el pasaporte y poder viajar a Inglaterra a realizar unos cursos de verano en lengua inglesa. Nunca olvidaré las lágrimas de mi madre que no quería que yo me fuera solo a un país extranjero a la edad de 17 años. Sin embargo, mi padre impuso su autoridad moral y pude obtener el pasaporte y viajar a Londres, donde pasé seis semanas realizando un curso de inglés en London Tuition Center, sito en Oxford Street, y ¡fregando platos! en un restaurante Judío –Cadogan Restaurant-, para ganar dinero y poder “sobrevivir” en aquel país con las 6000 pesetas que me dio mi padre para la primera semana de estancia. Nunca olvidaré la exquisita atención recibida por mi casero Gino Menichelli que me tuvo en su casa the Clapham South como si de un hijo se tratara.

En suma, mis padres siempre estuvieron comprometidos con mi educación y me apoyaron en todas cuantas iniciativas adopté tanto en mi etapa de adolescente como, más tarde, en la de adulto.

Recomendaciones

A vuestras edades chicas y chicos ya habéis tenido la oportunidad de conocer los principales valores que priman en una persona desde su niñez. Tenéis la enorme fortuna emocional de unos padres comprometidos con vuestra educación y con vuestro desarrollo biológico y psicológico en un contexto favorable para adquirir los valores humanos que califican a los ciudadanos de la sociedad contemporánea en la que os toca vivir, como por ejemplo el respecto a personas, animales y cosas.

Yo, como vuestros padres, quiero y deseo que seáis, ante todo, buenas personas. Me siento especialmente feliz cuando aprecio en vosotros un comportamiento autónomo, independiente, libre, respetuoso, … Eso sí en el contexto de una familia que vela permanentemente por vuestro bienestar.

Quiero que seáis unas personas libres, y responsables a su vez, que desarrolléis vuestra personalidad con la mente puesta en vuestras ilusiones y vuestras metas. Para ello, es preciso estar comprometido y trabajar con el foco puesto en alcanzar los objetivos que os señalan vuestros todavía infantiles y juveniles sueños.

Compartir vuestro trabajo escolar y vuestra colaboración con las tareas de casa os va a permitir valorar mejor lo que significa poseer determinadas comodidades. Os animo, a seguir realizando ese ramillete de actividades complementarias extraescolares: natación, música, ballet, fiestas con vuestros amigos en su cumpleaños, cocinar, … jugar “a los chinos”, al ajedrez, montar en bicicleta y en las tirolinas de los parques,… leer libros, escribir historias, tocar el piano, el violín,… aprender español, compartir vuestro tiempo con Buelito,…

Los mejores momentos de mi vida

Esta pregunta os la voy a contestar muy brevemente. Por supuesto que he tenido muchos días buenos en mi vida. Pero… ¿os digo un secreto? Allá voy…  el mejor día de mi vida, mejor dicho, los mejores días y más felices de mi vida han sido el 14 de mayo de 1977; el 30 de junio de 1978; el 31 de enero de 2001 y cada uno de los días en que nacisteis vosotras tres Alana, Olivia y Sofia el 19 de enero de 2015, el 14 de abril de 2016 y el 6 de abril de 2018 así como el de vuestros primos.

A estos días hay que añadir las fechas de los nacimientos de Candela, Matthew, Ethan, Valeria y Claudia el 24 de noviembre de 2004, 31 de julio de 2008, 2 de julio de 2009 y 25 de enero de 2010.

OTRAS VIVENVIAS MEMORABLES

Os voy a citar unos hechos muy distintos entre sí que sucedieron en mi niñez y adolescencia: un accidente en el colegio, la bonita experiencia de participar nuestro centro en el programa de Televisión Española Cesta y Puntos y las pifias de “Buelito” corriéndose las clases para ir a jugar Partidas de mus en el Bar Racing de Santander.

Os escribiré unas líneas sobre mi pensamiento acerca de los valores que cada día cultiváis con la tutela e influencia de vuestros padres.

Finalmente, también os haré una referencia somera a mi vida personal, a las satisfacciones que me producís al interpretar canciones, juntos y por separado y a la bonita experiencia de aprendizaje que estoy viviendo con Matthew, Ethan, Claudia y Valeria.

Accidente en el colegio

Han transcurrido 59 años desde aquel doloroso y grave accidente ocurrido el 8 de abril de 1964. Yo estaba en el grupo C de segundo curso de bachillerato y tenía 12 años. Al finalizar el recreo, a las 11:30 de la mañana de aquel fatídico día, sucedió algo que conmocionó a todo el colegio, a la ciudad y al país, diría yo. El P. Pedro, Prefecto del alumnado de bachillerato, dio la señal para formar y regresar a las aulas. Todo, el alumnado, siguiendo sus instrucciones, se encaminó a ocupar el puesto asignado a su grupo. Los más pequeños, los de primer curso, se situaron junto a la barandilla del patio superior. A continuación, mis compañeros y yo de segundo curso, y así sucesivamente, los de tercero, cuarto, quinto, sexto y preu que se colocaban junto a la tapia que da a la calle canalejas.

En ese momento sucedió algo “normal” que nadie daba excesiva importancia. Ocurría con cierta frecuencia. A un alumno se le cayó al suelo su balón y fue rodando hasta las filas de los mayores. En esta ocasión, al chutar estos la pelota con fuerza hacia la zona de los pequeños, un gran número de escolares se amontonó instintivamente contra la barandilla. Lamentablemente, la fuerza del aluvión de chicos, unos ochenta, que pretendían protegerse de los balonazos, venció la resistencia de los bloques de hormigón y derribaron 18 metros de pared.

Unos cuarenta niños cayeron al vacío, junto a los bloques de hormigón, al patio inferior, ¡seis metros más abajo! Se produjo una escena dantesca, acompañada de gritos de dolor y de pánico, de los accidentados y de los que presenciaron el dramático suceso.

Los primeros auxilios a los heridos, entre los que se encontraba vuestro “Buelito”, fueron proporcionados por los profesores, personal subalterno del colegio y por los alumnos mayores. Pronto llegaron las ambulancias y fueron trasladando a todos los heridos, junto con el autobús del colegio, al hospital Valdecilla. Veintidós niños quedamos hospitalizados con heridas de mayor o menor gravedad. Afortunadamente no hubo fallecidos, pero, eso sí, un niño de 12 años, Luis Felipe, se fracturó la columna vertebral y, desde entonces, se encuentra en una silla de ruedas.

Cesta y Puntos

Nada mejor para explicarlo que la propia sinopsis publicada por TVE. Cesta y Puntos fue un programa cultural presentado por el periodista Daniel Vindel, en el que se enfrentaban dos equipos de sendos colegios en pruebas en las que se combinaban rondas de preguntas culturales y pruebas deportivas basadas en las reglas del Baloncesto.

Los equipos que más puntos acumulaban en cada partido superaban los dieciseisavos de final, octavos, cuartos, semifinales y finales. Durante los cinco años que duró el espacio en antena concursaron centenares de colegios de toda España. Los jóvenes estudiantes ganadores conseguían premios personales y para los centros donde estudiaban.

En este curso escolar 1967-1968 participaron 32 colegios de toda España. A la final llegaron los equipos formados por estudiantes de bachillerato de los colegios Diocesano de Nuestra Señora de Ávila y San José de los Padres Escolapios de Santander. El evento se celebró el 18 Mayo 1968 en el pabellón de deportes de la ciudad deportiva del Real Madrid y concluyó con una victoria del equipo santanderino por 128 a 110 puntos. Enlace la programa completo. https://www.rtve.es/play/videos/cesta-y-puntos/cesta-puntos-final-temporada-67-68/1685273/

El equipo titular de los Escolapios de Santander presentó la siguiente alineación: Paulino Sopeña (capitán) y Fernando Fernández, delanteros; Alberto Toribio y Vicente Varona, defensas y Manuel Odriozola, pívot.

Tuve la oportunidad –mis padres me pagaron los viajes- de acompañar al equipo de mi colegio a todas las eliminatorias en el estudio 1 que TVE tenía en Prado del Rey. Simplemente os diré que los viajes de ida y vuelta en el autobús fueron inolvidables y las experiencias en la ciudad de Madrid y en los estudios de TVE durante las distintas fases del concurso permanecerán en mi memoria por siempre.

Partidas de mus en el Bar Racing

La historia que os voy a contar es propia de las picardías de un teenager. Cuando estudiaba 5º curso de bachillerato, quiero recordar, empecé a correrme las clases con un grupo de amigos del colegio: Mario, Arsenio y Chema Pardo que, conmigo, organizábamos una partida de Mus en el Bar Racing. Todo ello con la complicidad del delegado de curso, Manolo, que no nos incluía en el parte de asistencia y así evitábamos los problemas con el Padre Prefecto.

El dueño el Bar, Julio, nos tenía muy mimados y siempre había una mesa reservada para nosotros con los correspondientes naipes y “piedras” para contar las jugadas. Nos tomábamos una coca cola, un botellín de agua o un refresco similar. Jugábamos al “pierde paga”.

Más tarde, estando estudiando en la Escuela de Magisterio –hoy Facultad de Educación de la Universidad de Cantabria en Santander, la partida se trasladó al Bar Picos de Europa por razón de cercanía.

En la época de mi noviazgo en Igollo solía jugar la partida de Mus con mi hermano José Luis en el Bar del Trasmerano en Ojaiz. Esa dedicación duró relativamente poco tiempo hasta que, por razones de trabajo y familiares, dejé de echar la partida hasta que retomé la afición hace unos pocos años en el Mesón Santa Cruz de Bezana.

El juego ha formado parte de la realidad social de los seres humanos desde tiempos inmemoriales. Constituye, a su vez, uno de los elementos principales para ocupar el ocio y el tiempo libre de niños y adultos. Hoy en día, el juego ha adquirido un papel protagonista de primer nivel, también, en el campo de la educación, convirtiéndose en un recurso muy utilizado en los procesos de aprendizaje de los alumnos en los niveles no universitarios.

Los juegos, también el Mus, sirven para que las personas, -niños, jóvenes y adultos- desarrollen habilidades mentales y competencias transversales, personales y sociales de gran valor en el día a día de su realidad profesional y vital. A título de glosario se me ocurre citar capacidades y virtudes altamente consideradas y valoradas socialmente como son la observación, intuición, lógica, reflexión, concentración, análisis de la situación, empatía, asunción de riego, toma de decisiones, espíritu crítico, cortesía, respeto, tolerancia, honestidad, juego limpio, templanza

Leyendo este apartado estaréis pensando: ¿Cuándo nos va a enseñar Buelito a jugar al Mus? Pronto, pronto… ¡No os preocupéis!

La música, una afición que perdura

Desde muy pequeño me ha gustado la música, me ha gustado cantar. Ya en el colegio San José de los Padres Escolapios pertenecí al coro que dirigía Don Agustín Latierro. Más tarde, Don Agustín, que también era director del Orfeón cántabro, me fichó para unirme a ese conocido grupo musical en Santander.

Recuerdo, también, los cánticos en el Bar El Trasmerano de Ojaiz cuando regresábamos de “dejar a las novias” mi hermano José Luis y yo. En fin, la música siempre ha formado parte de mi vida. Incluso, en mi época de profesor de inglés en la Aneja utilizaba ciertas canciones con fines de aprendizaje. Nos lo pasábamos en grande.

Más adelante, cuando nacieron vuestros padres y comenzaron al colegio, solíamos cantar muchas canciones en el trayecto de ida y vuelta al colegio. Recuerdo que las favoritas de Tracy y Kelly eran algunas de Los Hermanos Anoz.

Kelly y Tracy aprendieron solfeo y a tocar el piano desde los dos años. Tenían una profesora en casa –Chelo– y, también, fueron al Conservatorio Municipal de Música “Ataúlfo Argenta”. Me siento muy orgulloso de la educación musical que recibieron.

Ese amor por la música es lo que ha llevado a vuestros padres a motivaros para que aprendáis a tocar uno o varios instrumentos. Me encanta oíros cantar y tocar, especialmente a “The Hokey Pokey Band” de Matthew, Ethan, Claudia y Valeria. También disfruto mucho con los pinitos musicales de Alana, Olivia y Sofía con el violín y el piano.

Valores humanos

Escribiré unas líneas sobre mi pensamiento acerca de los valores que cada día cultiváis con la tutela e influencia de vuestros padres. Estos que cito, a título enunciativo y no excluyente, me gustaría que formaran parte de vuestro repertorio personal, cultural y social.

Los valores humanos son una serie de principios universales por los que se rigen la mayoría de las personas. Sirven de guía a las personas para saber cómo conducirse a la hora de vivir armónicamente en comunidad y progresar todos juntos.

Los valores no están determinados por la cultura ni por la religión ni por el tiempo ni por ningún otro condicionante. Son innatos al ser humano, perdurables en el tiempo y trasladables a cualquier lugar del mundo.

Existen comportamientos y actitudes objetivamente positivas y otras negativas. Entre los valores humanos más importantes encontramos la ética, el respeto al prójimo, la tolerancia, la bondad, la paz, la solidaridad, el amor, la justicia, la responsabilidad, la equidad, la amistad, la libertad o la honestidad, entre otros. ¿Cuál más añadirías tú?

Dos matrimonios y una familia

Ya tenéis edad para entender que Buelito se ha casado dos veces: la primera, con vuestra Granny; la segunda con Marharyta. Del primer matrimonia nacieron Kelly y Tracy, vuestros padres; del segundo, Nikita.

Sin entrar en muchos detalles me centro en lo principal: he sido feliz en ambos casos; con Granny, mientras duró el amor; años más tarde, conocí a Marharyta e inicié una nueva etapa de mi vida sentimental.

Afortunadamente, yo siento que todos formáis parte de mi familia. De hecho, vosotros estáis perfectamente integrados en torno a mi persona y tenéis, igualmente, un cariño especial a Nikita, Marharyta y a nuestra mascota Majo. El sentimiento, me consta, es mutuo. Doy fe.

Me gustaría que este buen ambiente familiar existente, aparte de la distancia geográfica que nos separa, lo mantengáis todos los hermanos y primos actuales, y los que puedan venir en un futuro. Procurad siempre que la familia sea un punto de unión y de apoyo permanente en todo tipo de situaciones por muy extremas que pudieran suscitarse.

Espero tener la oportunidad, fortaleza y salud suficiente para ser testigo de todos estos buenos deseos que os traslado y aspiro se mantengan durante toda vuestra vida y la de vuestros hijos y nietos.

Por lo que a mí respecta, confío poder estar cerca de vosotros, siquiera mentalmente. Vuestra presencia y compañía me alegra la vida y contribuye a poner cerco a la soledad y a las miserias humanas que normalmente aparecen a medida que las personas avanzamos en edad cronológica.

The Hokey Pokey Band

Para hablaros de esta original iniciativa he querido plasmar la opinión de Matthew en lugar de la mía para acercaros a la visión de los que habéis creado el grupo musical. Le pedí a Matthew que me escribiera un texto con su visión y tengo que reconocer que me ha sorprendido agradablemente por dos razones: una, porque se ajusta a la realidad de cómo se fraguó el proyecto; otra porque me lo ha escrito en un inglés impecable que transcribo a continuación.

“The Hokey Pokey band started well a little over 2 years ago in the summer of 2020. Ít all started with the idea of our father having his 4 kids playing together in a band. At first we each started to learn how to play the instruments. I personally played the piano as well as the guitar, while my brother played the bass and my two sisters sang and played the drums. At first we had to put a lot of work into it since this was a new experience for all of us. We slowly started to make progress well over a year after we started. After we got better we started to play more iconic songs like “It’s my life”, by the band Bon jovi and “Sweet child o’ mine” by the iconic group of Guns n roses. We kept making progress until we realized that we did not have a name for our band. The 4 of us asked our father for ideas of what we could name our band and he suggested we ask our grandpa. He gave us the idea of naming our band “The Hokey Pokey Band” and we found it a great name. We then made our name official and we have been sending videos to our dear family, especially our granddad. He sometimes asks us to play iconic songs from “The Beatles” and we are always happy to play these songs for him.”

Visita a Tracy, Ben, Alana y Olivia en Inglaterra

Esta visita se produjo en 2017. Aún no había nacido Sofia. En esta ocasión viajamos Matthew, Eathan y yo. Fue una experiencia única. Igual que en el caso de The Hokey Pokey Band he querido que sea Eathan, en este caso, quien nos cuente lo que supuso para él esta experiencia. Más lacónico que Matthew, pero también en inglés, me dijo lo siguiente

“The 1st time I went to England was with my brother And my grandfather. This trip was very nice and entertaining. The weather was very very cold. I had to wear hoodies and long throwsers everywhere. We went to visit my aunt, who lived around Manchester. It was very far away from the place that we arrived. We took like an hour to get there by car. At the end the trip in the car wasn’t boring, because meanwhile we were talking and seeing new places. When we got to the house, we got our room and prepared it with all our clothes and items. I remember we used to play the piano with my aunt, and play with my cousins. Also, we used to go for long walks with the dog called Higgins. He was a golden retriever which he  was very kind.

I had a really good time with my family in England.

Experiencia de aprendizaje que estoy viviendo con Matthew, Ethan, Claudia y Valeria:

Ha sido una feliz idea de Kelly, consensuada con “los cuatro magníficos”. Estamos matando varios pájaros de un tiro, como dice el refrán popular. Por un lado, esta experiencia de aprendizaje nos permite vernos un día a la semana durante una hora. Por otro lado, hemos diseñado todos juntos, de forma consensuada, un programa de aprendizaje que hemos llamado “Historia Contemporánea Española: Segunda República, Dictadura y Monarquía de 1931 a 2023”.

-Modalidad educativa

La actividad académica se desarrolla mediante el modelo Homeschooling. Nos hemos comprometido solidariamente en la confección del programa formativo, en establecer los objetivos de aprendizaje, en realizar los trabajos individuales y colectivos que se determinen para cada Unit y en realizar un modelo mixto de autoevaluación y heteroevaluación del rendimiento académico adquirido por cada uno.

-Metodología: aprendizaje cooperativo

Nos constituimos en grupo de trabajo. Se trata de formar un equipo, como si de una empresa se tratara, de forma y manera que cada uno individual y colectivamente asume sus tareas, funciones y responsabilidades

-Evaluación: evaluación del trabajo realizado por todos y cada uno de los miembros del equipo

Se contemplarán, entre otros, los siguientes aspectos:

  • Calidad de la presentación: Exposición clara, concisa y comprensible
  • Propuestas de mejora de cada componente del grupo
  • Puntuación de 1 a 100

Reflexión final

En fin, chicos. Ha llegado el momento de despedirme. He disfrutado de lo lindo escribiendo esta especie de biografía un tanto desordenada. Se me quedan muchas cosas en el tintero, pero ha llegado el momento de poner punto y final.

Para concluir solo quiero recordaros unas frases muy elocuentes:

  • Un buen abuelo vale más que una escuela con 100 maestros.
  • Ser abuelo es la única profesión en la que primero recibes el título y luego cursas la carrera.
  • Desde el primer día que nacisteis me puse el objetivo de ser el mejor abuelo del mundo.

Por otro lado, vosotros, niños y adolescentes, seguiréis creciendo y haciéndoos adultos. Un día, tal vez, formaréis también, como hice yo y vuestros padres, una familia. Seguramente, tendréis hijos y más tarde nietos y bisnietos. Aspiro que en todo ese proceso seáis felices, como lo he sido yo y lo fueron, sin temor a equivocarme mis padres, abuelos y bisabuelos.

¡Ah! Un último mensaje. El día en que yo me vaya de este mundo no lloréis de pena; en todo caso, de alegría recordando mi cariño y los buenos momentos que pasamos en innumerables ocasiones y etapas de vuestra vida.

¡Que la herencia de felicidad que hemos recibido generación tras generación sea el principal activo de todos vosotros y vuestros descendientes!

Os quiero.

Buelito.

Índice:

(Combarlo cuando esté definitivo)

  1. Así comienza esta historia
  2. Mi entorno familiar
  3. Recuerdos de mi infancia
  4. Una educación primaria y secundaria de calidad
  5. Hobbies y aficiones
  6. Una adolescencia feliz
  7. Primeras experiencias laborales
  8. Amigos por siempre
  9. Un joven como otros
  10. Primer día con Granny
  11. Dice el refrán popular
  12. El placer de ser padre
  13. Mis preferencias y arrepentimientos
  14. Siempre escuché a mis padres
  15. Recomendaciones
  16. Los mejores momentos de mi vida

OTRAS VIVENVIAS MEMORABLES

  1. Accidente en el colegio
  2. Cesta y Puntos
  3. Partidas de mus en el Bar Racing
  4. La música, una afición que perdura
  5. Valores humanos
  6. Dos matrimonios y una familia
  7. The Hockey Pokey Band
  8. Visita a Tracy, Ben, alana y Olivia
  9. Experiencia de aprendizaje que estoy viviendo con Matthew, Ethan, Claudia y Valeria:
  10. -Modalidad educativa
  11. -Metodología
  12. -Evaluación
  13. -Reflexión final

¿Puedes hablarme sobre la época y el lugar en el que naciste? ¿Cuál es la historia?

¿Cuáles son tus primeros recuerdos al crecer?

¿Puedes hablarme sobre la familia de tu madre?

¿Puedes hablarme sobre la familia de tu padre?

¿Qué otras historias interesantes conoces sobre otra gente de tu familia?

¿Dónde viviste cuando eras niño? ¿Qué es lo que más recuerdas?

¿Cuáles eran tus juguetes o juegos de infancia favoritos?

¿Qué mascotas tenías? ¿Cómo se llamaban? ¿Te hubiese gustado tener más mascotas?

¿Tuviste vacaciones de niño y qué es lo que más recuerdas?

Háblame sobre tus amigos cuando eras pequeño. ¿Quién fue tu mejor amigo/a?

¿Cómo se llamaba tu escuela? ¿Tuviste algún maestro preferido?

¿En qué eras bueno? ¿Cuál era tu asignatura preferida?

Cuéntame una historia interesante o divertida sobre tu infancia.

¿Qué querías ser cuando fueses mayor?

¿Qué canción o música te gustaba cuando eras pequeño? ¿Tenías una canción favorita?

Háblame sobre libros que te gustaba leer o películas o programas de televisión que solías ver.

¿Cómo recuerdas tu adolescencia?

¿Qué música escuchabas y qué películas recuerdas en tu adolescencia?

¿Alguna vez te rompieron el corazón?

¿Cuál fue tu primer trabajo?

¿Qué hubieses querido hacer que no hiciste?

¿Mantuviste al crecer los mismos amigos de la infancia? ¿Hiciste nuevos amigos en la adolescencia?

¿En qué líos te metiste? ¿Por qué cosas te alabaron?

¿Cómo conociste a la abuela?

¿Cuál ha sido tu dicho o cita favorita?

¿Qué piensas sobre ser padre?

¿Puedes nombrarme algunas de tus cosas favoritas? Por ejemplo Comida preferida, deporte, color,…

¿Te arrepientes de algunas cosas? ¿Por qué o por qué no?

¿Qué consejo te dieron tus padres?

¿Qué consejo me darías ahora?

¿Cuál ha sido el mejor día de tu vida hasta ahora?

Accidente en el colegio

Cesta y Puntos

Partidas de mus en el Bar Racing

La música, una afición que perdura

Valores humanos

Dos matrimonios y una familia

The Hockey Pokey Band

Visita a Tracy, Ben, alana y Olivia

Experiencia de aprendizaje que estoy viviendo con Matthew, Ethan, Claudia y Valeria

Reflexión final

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